Chariarse en la feria

«Tal vez sea la carga de romanticismo que ha añadido a su esencia surrealista, o vanguardista, según quiera verse o diferenciarse entre estas corrientes literarias, lo que ha dejado profunda huella entre quienes valoraron tempranamente la poesía de Chariarse»

Por Alfredo Herrera Flores | 14 julio, 2024

Rebuscando entre la ruma de libros de uno de los stands de ofertas en el último festival del libro que hubo en Arequipa, una manera de disfrutar de estos espacios y eventos que, felizmente, se organizan cada vez con más frecuencia, me di con una de las poquísimas sorpresas que pude encontrar. Entre libros de segundo uso, muchos, sin embargo, en lamentable estado, asomaba la colorida tapa de La cena en el jardín, el extraordinario e inhallable libro del poeta Leopoldo Chariarse.

Ferias, festivales, exposiciones, encuentros se realizan en distritos, plazas, calles, esquinas, constituyéndose en una alternativa para acceder a libros más baratos y a escuchar o ver a algunos autores o artistas. Esto último, lastimosamente, sigue siendo una actividad que convoca a poco público, la mayoría de veces solo a amigos y familiares. A pesar de esto, es saludable para la cultura ver que esfuerzos de organizaciones y algunas entidades del Estado insisten en promover el libro y la lectura más allá de las aulas escolares o universitarias, tratando de hacer entender, y comprometer, a la población de que leer es lo único que nos podrá sacar de los abismos en los que nuestro país, y la sociedad en general, caen y recaen.

Así, quienes vamos interesados y a la caza de algún buen título, nos volvemos con esas satisfacciones íntimas que solo otro lector empedernido puede entender. Luego de ignorar cosas negativas, como la desorganización, improvisación y desengaño en precios, hay quienes persistimos en el afán de encontrar aquello que no buscamos. Lo que está en los escaparates repiten títulos y autores que no pasan de García Márquez, Vargas Llosa o Borges. Lo que no está mal para los jóvenes o recién iniciados, pero lo malo es que están junto a Coelho o a Cómo ganar amigos. También llama la atención que los libreros se sorprendan cuando se pregunta por algún título de Octavio Paz, Juan Carlos Onetti o Mario Bellatín. Esto, solo por mencionar casi al azar a tres de una larguísima lista que siempre se espera que aparezcan por ahí, o por acá.

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Al hallar el ejemplar de Chariarse, aquella edición del entonces Instituto Nacional de Cultura de 1975, con el emotivo prólogo de Julio Ramón Ribeyro, recordé que, en otra feria, en otra ciudad, en otra circunstancia, hallé la edición de Losada de Perito en lunas, de Miguel Hernández, que estaba ahí, lánguido, estirando la mano, buscando a un lector para salvarse de la hoguera del olvido. Y ahora recuerdo los dos tomos de la obra poética completa de José Lezama Lima, pequeñitos y gordos, blancos, humildes pero gigantes, como su autor.

Cuando Mirko Lauer y Abelardo Oquendo publican Vuelta a la otra margen, en 1970, incluyen a Chariarse entre los poetas vanguardistas que antologaban. Con la novedad de Oquendo de Amat, también, solo había publicado, 18 años antes, un solo libro, Los ríos de la noche (1952). Chariarse nació en 1928, y a los 24 años publicó aquel libro con el que se convertiría en una especie de mito. Una leyenda urbana, casi como todos los antologados en ese libro más bien surrealista.

El libro encontrado en el festival de la calle San Agustín, en el centro histórico de Arequipa, rescata Los ríos de la noche e incluye La cena en el jardín (1972) y Los sonetos de Spoleto (1973). Luego, Chariarse no volvería a publicar sino hasta 1988, y después hasta 1998. El año 2000 se publica Solsticio, con el que obtuvo el Premio Copé de Plata. El libro, a pesar de conservar el fino trazo de sus versos, el estilo de libros iniciales, no alcanza su fuerza lírica y pureza verbal.

Tal vez sea la carga de romanticismo que ha añadido a su esencia surrealista, o vanguardista, según quiera verse o diferenciarse entre estas corrientes literarias, lo que ha dejado profunda huella entre quienes valoraron tempranamente la poesía de Chariarse. Y no dejan de tener razón: “En el fondo de un sueño estamos solos / y tú me estás mirando, todavía, / a través de los húmedos ojos del alba” dice, por ejemplo, en su poema “Los muros eternos”.

En otro poema pregunta al otoño: “¿Adónde llegarás, otoño, con tus tardes, / con tus glorietas tristes, con tu voz?”. Poesía emparentada con sus contemporáneos Juan Gonzalo Rose y Francisco Bendezú. Precursora a la de Javier Heraud, la de Chariarse es tempranamente madura, que linda entre la sencillez y la frescura del razonamiento juvenil. Pero al mismo tiempo, de profundo carácter reflexivo.

En los libros de los setenta, Chariarse amplía su visión del entorno respecto a la expresión poética, sin abandonar su intimidad ni sus temas recurrentes. Como la noche, el otoño, el amor o la poesía misma: “Hoy que tiemblan los barcos en las ramas vacías / y los insectos detienen el vuelo del crepúsculo // vendrás pronto si vienes ave o leño ágil / a través de ciudades de algas por encima del tímpano // desolado y tenso de la arena del mar”.

Así transcurre, ahora, el disfrute del libro hallado. Como si hubiese estado pendiente de ser encontrado. Objeto vivo de papel y tinta que refleja la vida juvenil de un hombre que hoy es casi centenario. Chariarse en la feria estuvo agazapado, casi como ha sido toda su vida. Aunque no es un autor de feria ni de festivales, su presencia en forma de libro es renovadora. Una razón más para seguir creyendo en la poesía.

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Alfredo Herrera Flores

Alfredo Herrera Flores (Puno, 1965) es poeta, escritor y periodista. Obtuvo el Premio Copé de Oro de la VII Bienal de Poesía (1995) y fue finalista del premio internacional de poesía “Pilar Fernández Labrador”, de Sevilla, España (2016). En 2020 ganó el Concurso de Novela Corta "Julio Ramón Ribeyro" del BCRP y actualmente es director de la Biblioteca Regional Mario Vargas Llosa de Arequipa