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Commando: Radiografiando a Johnny Ramone

"Las últimas páginas del libro son notablemente tristes, pues Johnny aborda el tema de su enfermedad y llega a un punto en el que sabe que ya no hay marcha atrás. Acepta su destino remarcando la incomodidad de morirse a los 54 años (vivió un año más de lo que previó, murió a los 55)".

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Me es difícil leer autobiografías de superestrellas: la mayoría de veces son ejercicios de autoindulgencia y de inmaduro hedonismo. Y esta autobiografía de Johnny Ramone no es la excepción. Pero a poco que hayas vivido el siglo XX, sabrás con qué te toparás si abres un libro escrito por este tipo, es decir, no creo que nadie a estas alturas realmente ignore quiénes fueron los Ramones y de qué pata cojeaba su líder. En ese sentido, no hay sorpresas en estas páginas, en ellas está Johnny como siempre fue: el maniático bocazas, ceñudo, mezquino y narcisista. Por supuesto, para tener un panorama más completo y objetivo de Ramones hay otros libros altamente recomendables como “Hey Ho Let’s Go: The Story Of The Ramones” de Everett True o, más sucinto y conciso, “Ramones: An American Band” de Jim Bessman.

El libro empieza con un sentimental recorrido por la infancia de Johnny en Queens, donde sobrevivió a un padre terriblemente estricto y a una década, la de los cincuenta, poco excitante para un muchacho vivaz e iconoclasta. En su juventud, Johnny aprendió pronto que ganar dinero estaba por encima de cualquier otra cosa, se planteó el reto de ganar un millón de dólares para retirarse a disfrutar la vida. En ese camino trabó amistad con Dee Dee, otro chico de los suburbios, obrero como Johnny, sin rumbo en su existencia. Más tarde, fue Tommy quien los enganchó con el rollo de la música, quien impuso a Joey en la voz y quien se dio cuenta también de que Johnny tenía que dirigir el proyecto.

Conforme se avanzan las páginas, resulta cada vez más desagradable la voz de quien te está contando la historia. Hasta da un poco de vergüenza ajena enterarse de pormenores acerca de las continuas desavenencias entre Joey y Johnny, considerando la condición de Joey y la absoluta falta de empatía de Johnny. Luego están las giras europeas, en las que Johnny aplica para el grupo una disciplina de tipo castrense, y los conciertos como una maquinaria que arrojaría dólares al por mayor. Es conocida aquella anécdota en la que un fan le pregunta a Johnny cómo puede hacer punk y manejar un Cadillac. Él respondió “Yo decido qué es punk y qué no lo es”. Eso lo cuenta también en su libro, regodeándose entre otras perlas similares como aquel concierto en favor de la policía de Nueva York o su devoción por Reagan y por el Partido Republicano.

Las últimas páginas del libro son notablemente tristes, pues Johnny aborda el tema de su enfermedad y llega a un punto en el que sabe que ya no hay marcha atrás. Acepta su destino remarcando la incomodidad de morirse a los 54 años (vivió un año más de lo que previó, murió a los 55). Un pasaje muy humano es aquel en el que Johnny asiste a un evento público con una peluca, pues su tratamiento lo había dejado calvo totalmente. Él cuenta que se sentía ridículo con la peluca y estaba angustiado pues temía que alguien se percatara de la impostura (esto sucede en el 2002 y aquel año aún no se había hecho público el cáncer que padecía). Harto de sentirse así, se arrancó la peluca y se la regaló a Eddie Vedder quien se hizo unas tomas muy divertidas aquella noche. Al día siguiente Eddie le mandó las fotos y Johnny miró las instantáneas con una sonrisa y sospecho que también con alguna lágrima. El evento fue en homenaje de Joey que murió un año antes. A pesar de ser como el agua y el aceite, a Johnny le chocó tremendamente la muerte de Joey y fue algo que nunca pudo superar.

“Commando” es como un directo al mentón. En él está el viejo cascarrabias tal cual fue. Tras leer sus páginas no terminarás amando a Johnny (quizá todo lo contrario), pero seguro que te acercarás un poco más a un hombre profundamente contradictorio que te mostrará sin ambages todas sus miserias y todas sus manías. Creo que eso es precisamente lo que cabe esperar de una autobiografía.

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