Dina: corazoncito colectivista

"Es como si no supieran que el Estado es estéril económicamente. Que no produce ni un sol y por eso tiene que robar a unos para dar a otros a través de los impuestos. Y joder la economía"

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Dina es ideológicamente lo mismo que Pedrito, el chotano. Y su gobierno, una de las tantas variantes de  estatismos e intervencionismos populistas, cuyos matices van del comunismo ortodoxo al intervencionismo argentino, por así llamarlo, pasando por izquierdismos o socialdemocracias de diferente intensidad. Así también se pudo decir que Michelle Bachelet fue lo mismo que Fidel, a quién reconoció, admiró y elogió hasta el día de su muerte. O Cristina Kirchner y Hugo Chavez, grandes “patas”. Diferente matiz, el mismo color “socialista”, o sea estatista. 

La diferencia es que Dina y Michelle o Cristina (o sus asesores) conocen el contexto político en el que se desenvuelven. Y no se atreverían a hacer lo que hizo Fidel o Hugo Chavez  -en otro contexto-  aunque tienen ideas igualmente trasnochadas respecto a cómo resolver el tremebundo problema del sub desarrollo, palabra que envuelve y explica todos nuestros  problemas fundamentales.  Ellas tienen ese toque de realismo (¿intuición femenina?) que hace que tengan que aguantar un mínimo de formalidad democrática. Porque de no ser así los costos pueden ser muy altos…para ellas. Pero su corazoncito colectivista-estatista , si pudiera, inventaría una nueva Sierra Maestra (o un nuevo Ayacucho senderista) y se harían  crecer la barba.

Pero Dina, por ejemplo, sabe que está en un país cuasi democrático.Y que el camino de la legalidad es el más idóneo -sino el único-  para llegar… a la dictadura, si pudiera. O por lo menos para sobrevivir.  Y así supo evitar embarrarse durante el gobierno de su minúsculo y putrefacto   ex jefe, que vivía frenéticamente entretenido en saquear el Estado junto a sus compinches  -perdón, ministros-  y demás. Sin olvidar su “bonita familia”, que recuerda a las de Humala y Toledo. Y a falta de partidos, buenos son clanes totémicos, tan primitivos como las barras bravas.  

Alberto Fujimori y Hugo Chávez pudieron llegar al poder por la vía democrática. Como Hitler, que llegó a la Cancillería por esa vía y solo al final dio el zarpazo.  Fueron precursores. Porque los golpes de estado (sobre todo militares)  se han desacreditado tanto como los congresos y, en general, los políticos tradicionales de derecha e izquierda. Y por eso ya hay respecto de esa vía legal a la dictadura toda una “jurisprudencia” que se incrementa. Último caso de ese “camino diferente”  para tomar el Estado: el revolucionario Daniel Ortega, y Bukele, el Torquemada centro americano.

Pero el problema de Boric, Petro, López Obrador, Evo, Fernández  -el anodino sucesor de los Kirchner-  es que no tienen idea de como resolver el problema económico de sus respectivos Estados porque niegan la única alternativa exitosa posible: la economía de mercado, la libre competencia, la no intervención del estado en la vida económica de la sociedad civil, el respeto a la persona, a su propiedad y a sus derechos civiles: es decir, el capitalismo.

Lo único que se les ocurre, lo único que tienen es más impuestos, subsidios, bonos, inmenso gasto fiscal. Incremento de la deuda pública, privilegios y prebendas, pésima administración nacional (no solo de Dina), (regional y municipal) entripados con los falsos empresarios mercantilistas… e inevitable corrupción: las ratas de despenseras. Ni la menor idea del papel de la producción, la inversión privada y el comercio, como única fuente de riqueza para cualquier país.

Es como si no supieran que el Estado es estéril económicamente. Que no produce ni un sol y por eso tiene que robar a unos para dar a otros a través de los impuestos. Y joder la economía, quedando muy bien ante los desinformados peruanos, con plata ajena. Los intervencionistas de toda laya solo saben de más reglamentarismo, burocratización a tope, trabas administrativas, demonización del empresario, anti capitalismo hasta la médula, satanización del mercado, altruismo populista, mercantilismo, etc. Y en algunos casos, como Argentina, control de precios y emisión de moneda por falta de riqueza. Esta que solo es posible con mayor producción e inversión bien incentivadas. Y no provocando inflación con la fotocopiadora de billetes, 45 % de pobreza y una tremebunda desincentivación con 170 impuestos. ¿Cómo no llorar por Argentina?

El problema es que el corazón altruista o judeo cristiano de todos los mencionados, que se identifican de palabra con los pobres y desvalidos solo habla de igualdad (no ante la ley sino real). Pero ni chus ni mus de libertad, dignidad, propiedad. ¿Hay más igualdad en Cuba, Venezuela, o Argentina con 70 años de estatismo y control de precios? Puede ser. De hecho, en EEUU hay más desigualdad que en varios países latinoamericanos, como Chile por ejemplo. Pero todo el mundo quiere ir a los EEUU aún poniendo en peligro su vida y dispuestos a realizar los trabajos más humildes durante largos años o toda su vida.

Y a nadie se le ocurre vivir en Cuba, Venezuela o Nicaragua, que ha igualado a todos en la más extrema pobreza -salvo los lideres y burócratas, su familias y compinches que son más iguales que todos y viven como reyes, o mejor. ¿Es estúpida la gente que cruza clandestinamente la frontera norteamericana?  ¿Son idiotas  por hacer este tipo de elecciones existenciales? “Pensá” respetable lector, ten presente al profundo filósofo argentino Ricardo Gareca. 

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Palabras clave: Dina Boluarte, colectivismo, estatismo

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