El efecto limón

"en muchas ocasiones, no es la naturaleza la que alcanza al ser humano para embestirlo, sino que es el hombre quien le da alcance, ocupando espacios de riesgos, como quebradas o riveras de ríos"

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A mediados de setiembre pasado, el limón se convirtió en el símbolo de la inflación en el Perú. En los mercados se cobraba hasta 22,00 soles por un kilo, mientras que en las cevicherías el plato bandera comenzaba a saber raro y las redes se inundaban de memes sobre el lujo que se había convertido consumir el ácido fruto. El fenómeno de El Niño costero y el ciclón Yaku fueron los responsables de la alta cotización, pues las lluvias empozaron los suelos y afectaron la producción de los limoneros. A dos meses de aquella fiebre, el limón se cotiza hasta en 6.00 soles y ya poco se habla de ello, aunque nuestra agricultura sigue amenazada por el cambio climático. Eso mismo sucede con la mayoría de crisis que atravesamos: surgen, conmocionan y se debilitan, pero el problema sigue allí. 

Este ciclo perverso ocurre, por ejemplo, con los mal llamados embates de la naturaleza. En principio, en muchas ocasiones, no es la naturaleza la que alcanza al ser humano para embestirlo, sino que es el hombre quien le da alcance, ocupando espacios de riesgos, como quebradas o riveras de ríos. Suceden, entonces, intensas lluvias que provocan derrumbes y miles de damnificados, la sociedad se estremece; luego, bajan las aguas y todos vuelven a lo suyo, hasta la siguiente lluvia torrencial.

En Arequipa, por ejemplo, los veranos suelen ser de aniegos. Llegan las lluvias, las calles son intransitables y algunas casas colapsan. Pero, pasado el estío, se vuelve a pavimentar vías sin drenaje y construir casas en lechos de torrentera, hasta que todo vuelva a colapsar. Absurdo. En ciertas ocasiones, los expertos advierten la necesidad de políticas de prevención y los políticos prometen que las aplicarán, pero no sucede muy a menudo.

En la actualidad el pronóstico del Niño Costero es amenazante, tanto en sus efectos climáticos, como en las consecuencias de la incapacidad humana. Por un lado, se esperan fuertes lluvias en la costa norte y sequía en la sierra sur. El Senamhi (Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología), en Puno, ha informado que el nivel de lago Titicaca ha descendido en 73 centímetros. Y ha señalado que seguirá descendiendo, pese a las lluvias que se han registrado y las que están pronosticadas. La secuela ecológica de este fenómeno es incalculable. Seguramente, todo esto será el centro de nuestra preocupación cuando llegue a un punto crítico. Pero dejará de interesarnos cuando mejore un poco: el efecto limón. 

En la revisión de este panorama, podríamos decir que los peruanos nos hemos acostumbrado a vivir en la zozobra. Y que las soluciones definitivas no son lo nuestro. 

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