La tierra se remeció en Villa Paraíso justo después de que el cielo se cerrara a pesar del estiaje. Una insignificante garúa descendió sobre el público, pero fue desbaratada por las vehementes ondas que salían de los parlantes: La wayliya ya repicaba entre las piedras su invariable tono melancólico y en los bordes masticados y arenosos de la gran fosa que contiene la plaza de toros, cientos de residentes chumbivilcanos esperaban la primera batalla entre sus paisanos más valientes o pelincos.
Los golpes secos eran tales que se superponían al ruido musical. El arrastre de los zapatos levantaba una estela blanquecina y dramática sobre el revoltijo de brazos, cabezas, puños y piernas que se movía irregularmente descerrajando toda su potencia y desacierto. La tierra se remeció en Villa Paraíso, es preciso decirlo, …
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