Dina tiene las patas cortas

"Y al final del mensaje seguimos sin saber de qué país nos habló. En realidad, ni siquiera sabemos quién nos gobierna"

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En mi país, la vida de los provincianos no vale nada porque seguro son terroristas. En mi país, los esperamos con un Congreso autoritario y corrupto, en donde se puede ser congresista viviendo en otro país. Los esperamos con un sistema de salud paupérrimo y una educación que confiamos a docentes que no quieren pasar por un examen.

En mi país, 387 mujeres desaparecen en un mes, pero no se habla de eso ni siquiera cuando nos gobierna una. La separación de poderes está a punto de desaparecer y nadie dice nada. En mi país, señora presidenta, no se respetan los derechos humanos.

Entonces, impoluta, Dina Boluarte manifestó en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas que ha devuelto la estabilidad y la esperanza al país. Para ella, al fin y al cabo, los muertos se quitaron la vida a sí mismos y su desaprobación son números menores.

Los precios del limón le preguntan en dónde está la estabilidad, mientras que los deudos de los fallecidos producto de las protestas hacen lo propio con la esperanza. Pero la presidenta da el discurso frotándose las manos con jabón y refregándolas en agua, lista para desviar cualquier pregunta que ose incomodarla e ignorando toda responsabilidad.

Pero nada de eso le importa a Dina, Dina es una buena persona, Dina no tiene que hacerse cargo de nada, al menos para Dina. A Dina le gusta referirse a Dina en tercera persona, tal vez eso la ayuda a dormir por las noches cuando el remordimiento se asoma por su lecho, solo ella lo sabe.

También mencionó que más del 99% de los peruanos tienen seguro médico, declaraciones que, luego del mensaje, el titular del Minsa, César Vásquez, trataría de arreglar diciendo que todos los peruanos tienen acceso al seguro, pero que los hospitales no se dan abasto. Sería bueno que Dina entendiera que una verdad a medias es una mentira.

Pero nada de eso le importa a Dina, Dina es una buena persona. Dina, tranquila, segura, no teme en, con voluntad, manifestar, representando a los pueblos, que el asesino, Pedro Castillo, está preso, con justicia, en la Diroes. Eso es, por desgracia, hasta que, de un momento a otro, en lucidez, ella se da cuenta que, vicepresidenta fue. Y que se traba al hablar.

Y al final del mensaje seguimos sin saber de qué país nos habló. En realidad, ni siquiera sabemos quién nos gobierna. El Perú es un paciente grave que se debate entre la democracia y el autoritarismo. Mientras tanto, los doctores que deberían curarlo están planificando cómo repartirse la herencia.

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Autor

  • Gonzalo Bedoya

    Gonzalo Alonso Bedoya Ramírez, estudiante de Comunicación y Publicidad en la Universidad Científica del Sur. Escribe principalmente sobre política y actualidad.

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