Un toro abstracto formado por una amalgama de formas orgánicas y colores, una mujer besando un árbol, manos que acarician, rostros tristes, cuerpos mágicos; son algunas muestras de la sentida y tierna interconexión que Jade Rivera y su equipo se encargaron de plasmar en el mural de la renovada fachada del centro comercial Outlet Arauco, mejor conocido como “Parque Lambramani”, en Arequipa.
En tonos rojizos y amarillentos, como tintes naturales que juegan y se encienden con el sol, Jade propone una composición que interconecta seres, ídolos y formas libres de donde brotan hojas y destellos; así mismo, la obra nos cuenta una historia a través de símbolos que vislumbran nuestra raigambre cultural, junto a líneas y siluetas propias de una estética regional que nos relatan sobre un presente afligido, quizás por la insostenible desconexión con nuestro territorio e identidad, quizás el sentir de la actualidad. El tamaño de los trazos y la fuerza de las expresiones del mural, nos llevan inevitablemente a “Los Andes” de Sérvulo Gutiérrez y desde ahí, desde ese posible paisaje, surge el juego de entidades tejidas, de asociaciones que ofrecen una lectura en clave especial. El artista utiliza la belleza e integridad indígena para ejemplificar la conciliación y conexión que realmente tenemos con el mundo natural, con sus mundos y su propio tiempo, con nosotros mismos y, por tanto, con el buen vivir.
Este mural, uno de los más grandes en Arequipa, aparece en un contexto idóneo para una intervención de ese tipo: el lienzo, la fachada de un centro comercial que busca renovarse, situado en una esquina visible y concurrida gracias al intercambio vial; el soporte, un nodo comercial, los barrios tradicionales de “La Cantuta” y “La Aurora”, una universidad de ubicación cuestionable, que junto a complejos multifamiliares que crecen como hongos, nutren al sector de transeúntes y espectadores a toda hora del día; pero lo que más resalta y determina la trama urbana y el paisaje que envuelve al mall es la subcuenca natural o también llamada “torrentera”, la cual atraviesa y divide el sector, albergando al interior de sus muros encementados más de mil metros lineales de grafitis y murales, donde diversos e itinerantes artistas y aficionados, junto con la ayuda de los ingresos de torrentera, se encargan de renovar periódicamente como genuina expresión catártica. Es aquí donde se encuentra la materia prima necesaria para promover nuevos proyectos, tanto públicos como privados, nuevas formas de expresión que aporten a la estética del paisaje a través de su escala urbana, con un sustento teórico e histórico.
Reconocer al arte urbano y el muralismo como una actividad integradora, indisociable con la configuración del paisaje, posibilitará la creación del dialogo respecto a la pintura y de espacios de encuentro entre la comunidad, la empresa, la ciudad y las distintas expresiones artísticas que existen. La iniciativa de Outlet Arauco abre nuevas posibilidades para la ya cambiante idea de edificio privado y centro comercial, un gran contendedor netamente comercial que con el tiempo se convierte en una infraestructura que trata de articularse con la trama urbana y sus necesidades sociales, adoptando nuevos servicios y posturas que buscan imitar de cierto modo el espacio público.
En este contexto es que se vislumbra una nueva alianza: la relación antinómica entre la cultura de masas y la libertad (esa libertad como la manifestación del espíritu a través del arte). Es así, que a medida que vivimos cada vez más en mundos de ficción, automatizados por tecnología, que muchas veces nos supera, es tarea del artista reinventar la realidad y así, crear nuevos nexos entre realidad y ficción, creando oportunidades para que el arte produzca destellos y nuevas experiencias en la ciudad.
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