Puñetazos Archives - El Buho http://localhost:8000/elbuho/seccion/punetazos/ Mon, 16 Dec 2013 00:00:00 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.0.2 http://localhost:8000/elbuho/wp-content/uploads/2022/10/favicon.png Puñetazos Archives - El Buho http://localhost:8000/elbuho/seccion/punetazos/ 32 32 Pulmonía http://localhost:8000/elbuho/2013/12/16/pulmonia/ http://localhost:8000/elbuho/2013/12/16/pulmonia/#respond Mon, 16 Dec 2013 00:00:00 +0000 http://localhost:8000/elbuho/?p=5096 Vivo en Lima. Es una ciudad que para muchos tiene el clima ideal. Nunca llueve. Nunca hace demasiado sol. Nunca hace demasiado frío. No obstante, después de vivir aquí ya tres años, afirmo lo contrario. El frío es muy húmedo y el calor muy tímido. La temperatura prometida por la televisión (el clima real) nunca […]

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Vivo en Lima. Es una ciudad que para muchos tiene el clima ideal. Nunca llueve. Nunca hace demasiado sol. Nunca hace demasiado frío. No obstante, después de vivir aquí ya tres años, afirmo lo contrario. El frío es muy húmedo y el calor muy tímido. La temperatura prometida por la televisión (el clima real) nunca concuerda con la temperatura sentida por mis cueros (la sensación térmica). El diccionario reza que la sensación térmica es la impresión aparente que se tiene del clima en función a parámetros que modifican el ambiente en el que cada quien se mueve. Supongo que es por eso que en Lima es costumbre decir que nos estamos muriendo de calor o que nos estamos pelando de frío, muchas veces a pesar de lo que dice un termómetro corriente; sin embargo, no solo la temperatura (seca o húmeda del aire) determina la sensación del cuerpo humano, sino otra serie de elementos que pueden mejorar o empeorar la sensación. Así, que las ventanas estén abiertas o cerradas (o que tengan o no el vidrio roto), que haya plata para tener aire acondicionado en medio del verano o que la vida nos dé los suficientes recursos para ir bien abrigados en invierno serán condicionantes que modifiquen nuestra percepción de la temperatura real. Al final, sé poco de clima y, honestamente, solo puedo hablar sobre la realidad inmediata de mi piel. Justamente, estuve pensando en una analogía de mi propia experiencia que me permitiera explicarles a mis alumnos de la universidad la diferencia que existe entre el desarrollo real de un país y la sensación de desarrollo en que nos sume toda una serie de discursos sobre el éxito económico actual del Perú.  Y se me ocurrió que referirme a la sensación térmica y a la temperatura real era la comparación perfecta. Así como las radios te anuncian temperaturas agradables de 20 grados o en la televisión te auguran un otoño suave y un invierno dulce, de igual manera Estado y empresariado tienen campañas exitosísimas en cuanto al clima económico. Y han inventado una fórmula infalible, el Perú es una marca y todos debemos estar orgullosos de ella y ser sus embajadores. La “marca Perú” ha calado hondo. Primero fue un inofensivo publirreportaje que informaba a los habitantes del pueblecito de Perú en Nebraska, Gringolandia, que ellos eran peruanos y que tenían, por lo tanto, derecho a comer rico. Luego, de muchos premios a su acertado ingenio (no diremos lo contrario) vinieron las vallas publicitarias gigantes, el merchandising natural en estos casos (ropa y todo tipo de chucherías), hasta que ahora el bendito logo de la tal marca aparece, incluso, en las monedas de un sol. La gente de las grandes ciudades está totalmente obnubilada… incluso aquellas cuyo presente sigue siendo aún tan gris como el color del cielo de Lima, y cuyo futuro probablemente sea bastante negro. Pero es que la sensación térmica de sus economías no corresponde en lo absoluto con la temperatura real de sus bolsillos y aún menos con el del clima concreto de las oportunidades. No seré, sin embargo, tan mezquino. Es verdad que ellos, los extremos pobres, y que son casi el 30% de la población peruana, son menos pobres, pero lo que no nos dicen es que hay otros, el 5% de la misma población peruana, que son inmensamente más ricos. La proporción en la que los bienes y comodidades de la clase alta se han incrementado no están en la más mínima adecuación con la proporción en la que la población más pobre ha conseguido algo. El espejismo del desarrollo está por todas partes. Es una propaganda incesante. Y la gente así se lo cree. No hay cuestionamiento del sistema. Lo único que importa es la sensación inmediata de que algo está mejorando. Y si lo cuestionas. ¡Ay de ti! La respuesta última que te darán es que Roma no se construyó en un día y que tú no amas a tu país. Es mejor seguir disfrutando del frío en manga corta porque todo a nuestro alrededor nos dice que hace calor. Pero, el Banco Mundial nos desmiente. Somos uno de los países que menos avanzó en equidad en los últimos 20 años. Estamos a la cola en mejorar la infraestructura vial, en acabar con la desnutrición infantil o en combatir la violencia contra las mujeres. Sí, es cierto que caen más migajas que antes de la mesa de los biencomidos….  pero, todavía queda lejos aún el día en que, parafraseando a César Vallejo, amanezcamos “correctamente” desayunados todos (me contento con poco). Mientras sigamos creyendo la meteorología del Estado y las buenas previsiones climatológicas de, por ejemplo, la minería, mientras el desarrollo se resuma sobre todo a publicidad y hábil propaganda seguiremos creyendo que hace calor aunque haga frío. Y no tardará el día en que enfermemos de alguna pulmonía mortal. ¡Atchissss!

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Del dicho al hecho, hay mucho trecho http://localhost:8000/elbuho/2013/11/22/del-dicho-al-hecho-hay-mucho-trecho/ http://localhost:8000/elbuho/2013/11/22/del-dicho-al-hecho-hay-mucho-trecho/#respond Fri, 22 Nov 2013 00:00:00 +0000 http://localhost:8000/elbuho/?p=4981 No sé si no me atrevía a formularlo (porque varias veces en que he intentado explicar hechos o situaciones me han dicho algo así como “tú ves racismo por todos lados”) o si no sabía bien cómo formularlo hasta que me topé en Facebook con el análisis de una gran amiga historiadora, Cecilia Méndez. Curiosamente […]

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No sé si no me atrevía a formularlo (porque varias veces en que he intentado explicar hechos o situaciones me han dicho algo así como “tú ves racismo por todos lados”) o si no sabía bien cómo formularlo hasta que me topé en Facebook con el análisis de una gran amiga historiadora, Cecilia Méndez. Curiosamente (aunque en el fondo es pan de cada día) antes de leerla, me había enterado con el rabillo de los ojos, mientras iba colgado y contorsionado en un bus público limeño, de una noticia atrozmente cotidiana: accidente de ruta y su correlato de “muertitos” en la sierra. Y una vez más, la utilización entre despectiva y paternalista (que al final es lo mismo) del diminutivo “muertitos” para referirse a las cincuentaitanto víctimas de un accidente en una intransitable trocha en el Cuzco. Resulta que, además, muchos niños murieron, algo de 14. No pude evitar sentir que esa palabra escrita así era una forma de minimizar el hecho. Como si de alguna manera la noticia estuviera en realidad diciendo: “son muchos muertos, es verdad, incluso niños, es verdad, pero no se angustie, porque son muertitos, cuerpitos inertes de campesinos, gentita invisible que no cuenta, subalternos fácilmente reemplazables, la misma carnecita de cañón de siempre, pero, ya verá que ni triste hay que estar porque ya mañana habrá otras noticias, esta vez noticias de verdad, noticias importantes que ya verá que lo harán olvidar a cualquier muertito”. Esa noticia fue portada en un par de diarios sensacionalistas, ávidos de colmar el deseo mórbido de alguna gente en la calle.La muerte vende, pero el escándalo más. Efectivamente, al día siguiente, Qali Warma, Markarian y Urtecho copaban indestronables los titulares de toda la prensa y hasta hoy. Hasta hoy porque justo acaba de salir una buena y nueva noticia para todos los fanáticos de la marca Perú (quise decir Perú a secas, pero muchos no me entenderían). Resulta que probablemente no tengamos que necesitar visas para ir a Europa. Uff, qué alivio saber que ya casi somos de primer mundo. Total más seguro irnos a Europa que arriesgarnos a morir en una de las vías terrestres del interior. Efectivamente, según datos de la CEPAL (2012), somos, junto a Bolivia, el país que menos carreteras pavimentadas y seguras tiene. Justamente en ese sentido iba el comentario de Cecilia Méndez. Ella decía que cuando lee las noticias de muertes de campesinos por buses y camiones desbarrancados en las carreteras de la sierra es cuando más se cuestiona el discurso del triunfalismo económico. Ese mismo triunfalismo que es el que empuja al politólogo Alberto Vergara a decir que «ahora somos más ciudadanos». Cecilia afirma entonces que esta última frase debería ponerse entre signos de interrogación: “¿Entre quienes ‘somos más ciudadanos’? y enuncia luego una serie de preguntas urgentes: “ ¿No será que esta frase se plantea en el marco de un imaginario urbano que excluye, sin proponérselo, a los campesinos de la sierra?”, porque “ Si somos ‘más ciudadanos’, ¿ por qué permitimos que las muertes de estos conciudadanos se vuelvan rutinarias, y hasta invisibles, sin que nos interpelen como sociedad y sin provocar respuesta alguna del Estado, encargado de velar por las carreteras y el transporte?”. Así como Cecilia lo afirma, yo también creo que estos «accidentes» deberían a entrar a formar parte de cualquier análisis del racismo (y autoracismo) en el Perú. Como dice Wilfredo Ardito, los campesinos viajando apiñados en camiones desprovistos de toda seguridad son algo tan «natural» al paisaje de las carreteras serranas que se vuelven invisibles. Y es cierto que si bien pareciera ser una «costumbre» arraigada entre las poblaciones campesinas viajar así, no lo es por placer, sino por falta de alternativas. Y como sigue afirmando la historiadora “tiempo ya es de desterrar esta forma de transporte, que avergüenza a un país que se jacta de tener una clase media pujante y un crecimiento económico sin precedentes. Del capitalismo gringo somos prestos a imitar los «malls» pero lentos en replicar sus avances en el terreno de los derechos. No se puede cantar victoria si se excluye a las poblaciones campesinas de la sierra, con lo cual el silencio e indiferencia frente sus problemas (consciente o no) se vuelve aún más perverso. Estos silencios nos revelan como una sociedad que no ha superado muchas taras, como la deshumanización e invisibilización de que son objeto una gran parte de su población, a la que no se llega a ver como seres humanos con los mismos derechos. Porque no se valoran sus vidas menos importarán sus muertes. La infausta frase del ex-presidente García :»no son ciudadanos de primera clase» pareciera retumbar en el inconsciente de muchos peruanos cada vez que nos enteramos de un «accidente» de carreteras con más muertos que nos siguen siendo indiferentes. » Nunca fue tan cierto este proverbio: del dicho al hecho, hay mucho trecho (por pavimentar)”.

 

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Desoccidentalizándonos http://localhost:8000/elbuho/2013/10/11/desoccidentalizandonos/ http://localhost:8000/elbuho/2013/10/11/desoccidentalizandonos/#respond Fri, 11 Oct 2013 00:00:00 +0000 http://localhost:8000/elbuho/?p=4748 Muchas veces cuando hablo con algunos de los estudiantes en la universidad sobre el mundo actual y uso el término occidente u occidentalización observo una curiosa reacción. Inevitablemente,  varios de ellos ponen cara dequédiablosestaráhablandoesteprofesor. He tratado de entender ese rostro y sospecho que lo que más o menos quieren decir con esa mueca de escepticismo […]

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COLUMNA JESUS

Muchas veces cuando hablo con algunos de los estudiantes en la universidad sobre el mundo actual y uso el término occidente u occidentalización observo una curiosa reacción. Inevitablemente,  varios de ellos ponen cara dequédiablosestaráhablandoesteprofesor. He tratado de entender ese rostro y sospecho que lo que más o menos quieren decir con esa mueca de escepticismo es algo así como: profesor, ¿de verdad cree que la gente se occidentalice? ¿acaso no ha sido siempre occidental? ¿existen acaso lugares que no sean de cultura occidental más allá de Corea del Norte o de las tribus de no contactados? Un argumento que una vez utilizó uno de estos estudiantes para demostrarme que el mundo ya está inevitable e infinitamente occidentalizado es que las mujeres árabes del reino saudí llevan, bajo el Nijab o el Hijab la ropa de última tendencia en los EEUU o lencería francesa de la más fina. El gusano de occidente estaría ya presente, entonces, en todas las manzanas. Y no solo eso, ya no se trata de un gusano, Occidente es la manzana misma. La mayoría de los jóvenes con los que trato ya ni siquiera se creen aquel rollo sensacionalista de la guerra de civilizaciones, ni ninguna otra versión postguerra-fría de polarizaciones globales … más bien, siento que los jóvenes se van integrando, asimilando y adecuando masivamente al rollo compresor del discurso de confort de la cultura neoliberal euro-americana que proclama que el mundo es cada vez más uno solo y el mismo. Mientras trataba de comprender hasta qué punto podía asumir como ciertas las presunciones de los estudiantes, cayó entre mis manos una entrevista al semiólogo argentino Walter Mignolo.  En esta misma propone que los absolutos occidentales se están resquebrajando y que la desoccidentalización es un proceso imparable. Toma como primer ejemplo de su hipótesis, la institución occidental por excelencia: el Estado. Nos dice que en Bolivia el concepto de Estado moderno-colonial es algo que ha entrado en debate, de manera saludable, desde sectores internos del gobierno y desde la intelectualidad indígena boliviana.  También se da una situación similar, aunque en contextos históricos sumamente diferentes, en China, en Brasil o en Turquía, países en los que se está comprendiendo que es necesario contrarrestar el liderazgo de Occidente que busca imponer el “estado moderno, secular, liberal” en el planeta y están en la experimentación de nuevos modelos, construidos a partir de sus propias tradiciones e historias locales, a pesar de que los resultados aún no sean claros. Ahora bien, estos cambios en las ideologías imperantes en estos países, aún no ha logrado que se reduzcan las desigualdades dentro de los mismos; al contrario, estas continúan y se agravan al mismo tiempo que las relaciones inter-estatales se equiparan. Mignolo resume que las desigualdades entre países desarrollados y emergentes desaparecen, pero que las desigualdades al interior de las sociedades de los estados desarrollados y emergentes se incrementan. Sin embargo, hay algo fundamental que se está desarrollando y que precisamente puede definir lo que es la desoccidentalización. El intelectual argentino se refiere al crecimiento de la clase media, al hecho de que los beneficios materiales de la modernidad ya no sean privilegio de la clase media de Europa occidental o de Estados Unidos, sino también de la clase media de los países emergentes. Se trata de países que gozan cada vez más de una mayor independencia respecto a Occidente, obtenida paradójicamente, mediante el mismo capitalismo y gracias al fortalecimiento de sus propios aparatos estatales. No obstante, por más que nos desoccidentalicemos, permanece una misma dinámica (en países como el nuestro, por ejemplo) : los beneficios económicos de las elites económicas aumentan y los de las clases medias encuentran la felicidad en el consumo de la esperanza de algún día volverse occidentales.

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Rojo y maricón http://localhost:8000/elbuho/2013/09/20/rojo-y-maricon/ http://localhost:8000/elbuho/2013/09/20/rojo-y-maricon/#respond Fri, 20 Sep 2013 00:00:00 +0000 http://localhost:8000/elbuho/?p=4632 Cada día que pasa compruebo, ya cada vez con menos sorpresa, que la colonia nunca terminó. Y no me refiero a las típicas mujeres de la aristocracia limeña encopetadas y peinadas con una torta en la cabeza. Ni tampoco me refiero a las corridas de toros y su cuota de mantones de Manila o de […]

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ROJO Y MARICON

Cada día que pasa compruebo, ya cada vez con menos sorpresa, que la colonia nunca terminó. Y no me refiero a las típicas mujeres de la aristocracia limeña encopetadas y peinadas con una torta en la cabeza. Ni tampoco me refiero a las corridas de toros y su cuota de mantones de Manila o de abanicos de ébano. No. Tristemente me refiero al cotidiano. Me refiero a una ideología, a toda una serie de comportamientos retrógrados que aún siguen insidiosamente insertos en nuestro día a día. Comparto, a continuación, varias perlas. La primera es dramática. Un joven abogado arequipeño, de colegio de prestigio, de universidad privada, miembro de un renombrado bufete, me dice, en medio de una conversación sobre lo que nos espera para el 2016, que él ya se ha acostumbrado a votar por el menos malo de los candidatos y que en ese sentido Alan García, representa para él eso, el querobaperohaceobra. Le respondo que me parece deseperanzador que teniendo en cuenta su edad y su bagaje académico ¡oh ingenuo de mí! afirme algo semejante justo cuando se acaba de descubrir todo el escándalo de los narcoindultos… y me dice con el mayor desparpajo que en esta vida hay que ser prácticos. Luego, como previendo cualquier argumento de mi parte me dice que él piensa que la única posibilidad que tenemos como país es seguir manteniéndonos con el mismo modelo y en piloto automático “y sobre todo deberíamos deshacernos de todos esos antimineros violentistas que tanto daño le hacen al país” y añade un argumento fulminante “es más yo si fuera presidente hace rato que le habría quitado el derecho de voto a todos los analfabetos”. Tentado estuve de rebatir lo reaccionario y extremista de su comentario mostrándole que él, por ejemplo, al ser mestizo habría carecido de varios derechos en otros tiempos, muy a pesar de lo intelectual o refinado que fuese. Pero no… qué se puede esgrimir ante semejante falta de discernimiento de la realidad… Mi segundo ejemplo, es más de lo mismo, otra vez una académica, dizque profesora universitaria, aparentemente, catedrática de humanidades de una prestigiosa universidad limeña con la que copresenté en la FIL el libro de poesía de una colega. Nos sentamos a tomar un café. No la conocía de nada. Pero, ella se encargó de presentarse y honrarse de todo tipo de títulos y publicaciones. Hasta ahí todo bien. El drama vino minutos después cuando ensalzaba las grandes virtudes literarias de su hijo que estudia psicología en la Ricardo Palma y deploraba su frustración por no estar estudiando literatura en la Católica de Lima. Para justificar ese hecho, se agacha y me dice, como en secreto, que me va a decir la verdad de porqué su hijo no estudia lo que quiere en la universidad que quiere… y como cereza del pastel, añade, “y ya entenderás pues de seguro compartes las mismas ideas que yo”… mira a ambos lados y añade grandilocuente que ella siempre dice la verdad y continúa diciendo que, en el fondo, ella lo desanimó porque temía que su hijo terminase como muchos de los profesores de la Católica, “homosexual y de izquierda, o sea caviarón y maricón” (todo en medio de carcajadas). Esta vez sí le respondí. Le dije que curiosamente tenía frente a ella a un profesor de la Católica, que era un rojo, un convencido de izquierda y que casualmente también era maricón. Le dije que oyéndola hablar acababa de entender de un solo golpe el problema entero de la educación en el Perú. Sin embargo, creo que debí haberme quedado callado, creo que tener 50 años y seguir concibiendo el mundo como nuestros bisabuelos es algo que no tiene remedio. Narro estas dos anécdotas que a nadie le deben ser desconocidas. La intolerancia, la estrechez, el egoísmo son propios de un mundo ya acabado, pero, con cuánta pena constato que es un mundo permanentemente reactualizado y, peor aún, afirmado con soberbia y cinismo. Ladran los perros Sancho, pero acá casi ni avanzamos.

 

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Victoria´s secret http://localhost:8000/elbuho/2013/09/04/victorias-secret/ http://localhost:8000/elbuho/2013/09/04/victorias-secret/#respond Wed, 04 Sep 2013 00:00:00 +0000 http://localhost:8000/elbuho/?p=4530 Me imagino la situación siguiente: tengo 20 años y estoy en un encuentro internacional de jóvenes. Me piden que describa al Perú, el de hoy, el que da tanto que hablar por su meteórico avance económico. Me imagino que la tentación primera sería describir los avances de infraestructura que dentro de la gigantesca capital te […]

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discriminacion obesidad

Me imagino la situación siguiente: tengo 20 años y estoy en un encuentro internacional de jóvenes. Me piden que describa al Perú, el de hoy, el que da tanto que hablar por su meteórico avance económico. Me imagino que la tentación primera sería describir los avances de infraestructura que dentro de la gigantesca capital te permiten movilizarte en tiempo record de un extremo a otro; que para divertirte las discotecas de Lima no tienen nada que envidiar a las de ningún otro país desarrollado; que incluso en las provincias ahora se puede comprar calzones de Victoria’s secret o bufandas Benetton; que hay cholos que tienen muchísimo poder económico y grandes empresas y que aparecen en revistas de socialité y que, por ende, ya no hay racismo… Hasta que de repente sintiera que estoy mintiendo descaradamente. Que cualquiera de estos otros jóvenes que pasara más de una semana en el Perú se daría cuenta de la realidad. Que las gigantescas obras de infraestructura de la capital solo se proyectan en la capital; que los tales centros de diversión se manejan en base a abyectos criterios de discriminación; que ni el boom comercial, ni las fotos de unos cuantos mestizos son reflejo de la realidad, y, ahí mismito nomá’ tendría que admitir que para la gran mayoría de peruanos el éxito económico se limita a tener una televisión más grande, a ya no trabajar 16 hrs. sino 14 y sin ninguna protección laboral, a imaginar que uno de tus seis hijos pueda eventualmente estudiar en un instituto, a aceptar que si has tenido la mala suerte de haber nacido en un pueblito de la sierra o en la selva tus probabilidades de vida disminuyen en un 20% o más. También me imagino que tendría que confesar que ni mis hermanas, ni mis amigas, ni ninguna mujer tienen la posibilidad de abortar si el feto tuviese graves problemas físicos y menos aún si hubiesen sido violadas. Y ni qué decir si tengo que “confesarles” que soy homosexual. Tendré que admitir que en mi país a la justicia no le importa cuando se mata a un gay o a una lesbiana por el simple y mero hecho de serlos, pues el código penal no considera esto como un agravante. También tendré que contarles lo feo que se siente ser invisible y no contar en ninguna estadística y que en el último empadronamiento en Lima se indicó expresamente que ninguna pareja de hombres o de mujeres que vivieran juntos y formaran una familia podrían ser considerados como tal. Con mucha vergüenza acabaría admitiendo que muchos de los congresistas ponen por sobre encima de la vida humana sus creencias e imponen dogmas medievales como criterio de juicio al momento de evaluar las leyes. Por último, no me quedaría sino aceptar que en mi país lo único que avanza es  la intolerancia frente a la diferencia y la indiferencia frente a la fragilidad de muchísimas personas. Para terminar les diría que sí que en el Perú se come rico, pero que la barriga llena es un pretexto muy práctico para no mirar más allá de lo que ocurre en tu mesa y para seguir creyendo ciegamente que el restaurante gourmet que acaban de abrir en la esquina es sinónimo de progreso para todos.

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Matrimonio para todos YA http://localhost:8000/elbuho/2013/08/01/matrimonio-para-todos-ya/ http://localhost:8000/elbuho/2013/08/01/matrimonio-para-todos-ya/#respond Thu, 01 Aug 2013 00:00:00 +0000 http://localhost:8000/elbuho/?p=4329 “Señor Presidente de la Cámara de Diputados, a través de este correo cumplimos en pedirle la anulación inmediata de la ley del matrimonio para todos [… ] Si hiciera caso omiso a esta misiva, la integridad física de los miembros de su partido se verá comprometida”. Esta amenaza, sin embargo, no venía sola… en el […]

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40 para columna Jesús

“Señor Presidente de la Cámara de Diputados, a través de este correo cumplimos en pedirle la anulación inmediata de la ley del matrimonio para todos [… ] Si hiciera caso omiso a esta misiva, la integridad física de los miembros de su partido se verá comprometida”. Esta amenaza, sin embargo, no venía sola… en el sobre también se encontró pólvora de balas. 2013. Francia. En pleno corazón de la cuna de los derechos del hombre. En pleno comienzo del siglo XXI, con casi ya diez países occidentales, vecinos o cercanos, que han aprobado esta necesaria ley. El proyecto de extender el derecho al matrimonio a todas las parejas, independientemente de su orientación sexual, ha generado un debate apasionado en la sociedad francesa; debate que se ha extendido a las calles y que ocupa estos meses casi todo el espacio de la opinión pública. Ahora bien, este fenómeno puede ofrecer diversas lecturas. El más inmediato es el político. El presidente socialista francés, Francois Hollande, lleva apenas un año de mandato y se encuentra en un punto crítico en las preferencias galas. Diversas reformas y promesas electorales no se han podido llevar a cabo. El proyecto de fiscalización a las grandes fortunas ha sido un fracaso. La tan esperada reducción de la tasa del desempleo o la recuperación económica son por ahora frustraciones colectivas doblemente dolorosas, pues han sido impulsadas sin éxito desde un proyecto social. El cierre de fábricas, la deslocalización de las empresas, los despidos masivos han obligado al gobierno francés a encontrar en el Mariage pour Tous (el matrimonio para todos en español) la boya salvavidas que le devuelva credibilidad frente a sus desanimados electores. La derecha se ha amparado, entonces, del debate de la única reforma que ha conseguido abrirse camino en la legislación francesa y lo ha politizado a su favor. Se han convocado manifestaciones con cierto éxito mediático y numérico. Todo en medio de graves acusaciones al ex presidente Sarkozy de haber usado con malas artes fondos privados para solventar su candidatura a la reelección. Es más que obvia la voluntad de la derecha francesa de obtener rédito político por doble partida: debilitando al Partido Socialista en el poder y mostrando su poder de movilización ciudadana, usando cualquier estrategia. Justamente, esas movilizaciones han agrupado a individuos y grupúsculos de diversa índole alrededor del mismo lema: decirle no al derecho al matrimonio para las parejas del mismo sexo. Entre los diversos manifestantes, se encuentran una confluencia de partidos fascistoides y extremistas mezclados con la más rancia ortodoxia católica. Es aquí que es inevitable una lectura religioso-moral a este proceso. Se esgrimen en las protestas todo tipo de argumentos trasnochados y homofóbicos, desde el absurdo argumento del carácter “antinatural” de la homosexualidad, hasta la incapacidad “patológica” que tiene una pareja del mismo sexo para ser padres. Es grave y vergonzoso ver estas derivas de odio y segregación a una de las tantas minorías que componen la sociedad. Es de otros tiempos negar que el modelo societal de pareja ha cambiado y que el matrimonio ya no es el espacio exclusivo de la procreación, sino más bien uno de economía y legalidad, donde la mujer ya no está confinada a la cocina y a criar a los hijos. En ese sentido, hay miles de parejas homosexuales de hecho que viven una vida absolutamente integrada y que trabajan, cobran, consumen y pagan impuestos como todos y que, por lo tanto, en nombre de la tan vapuleada égalité tienen todo el derecho de reclamar al Estado un trato igual en todos los aspectos de su vida. Por eso, haber manipulado el fondo político de este tema, sin tener en cuenta que se trata del bienestar de miles de personas es una irresponsabilidad inmensa; como lo es también asumir en el debate político argumentos de orden moral o religioso en un mundo plural en donde ningún ridículo dogma espiritual o creencia supersticiosa que rija a un grupo puedan imponerse al resto. Por eso, yo no creo en ningún dios, sino en el derecho que tenemos todos a ser indiscutiblemente iguales ante la ley. Matrimonio para todos YA.

 

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De cómo conocí a Ricky Tosso http://localhost:8000/elbuho/2013/07/25/de-como-conoci-a-ricky-tosso/ http://localhost:8000/elbuho/2013/07/25/de-como-conoci-a-ricky-tosso/#respond Thu, 25 Jul 2013 00:00:00 +0000 http://localhost:8000/elbuho/?p=4288 Vivo en Lima. Más específicamente en Miraflores, en San Antonio, un barrio burgués. Vivo aquí porque es práctico. Porque como muchos he sucumbido al miedo al clima de inseguridad con que los medios nos abruman. Porque está cerca de donde trabajo. Porque está cerca del mar. Porque, por último, tengo ganas de vivir aquí y […]

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columna jesus-ricky tosso

Vivo en Lima. Más específicamente en Miraflores, en San Antonio, un barrio burgués. Vivo aquí porque es práctico. Porque como muchos he sucumbido al miedo al clima de inseguridad con que los medios nos abruman. Porque está cerca de donde trabajo. Porque está cerca del mar. Porque, por último, tengo ganas de vivir aquí y ya. Cuando me mudé me imaginé, hurañamente, que serían pocas las ocasiones en que me cruzaría a los vecinos. Y, felizmente, no me equivoqué. Es como si el engranaje horario de todos encaje perfectamente para no tener que vernos malhumorados por la mañana y extenuados por la noche. No los veo ni siquiera domingo. Hasta que…. la semana pasada tuve una reunión de amigos en mi casa. Una de ellas dejó cuadrado su carro en la calle, en un espacio, entre la vereda y la pista, destinado para los carros. No obstruía ninguna salida de garaje, ni había invadido jardín alguno. Estaba en la mera calle, en el lugar de tránsito público por excelencia. A los cinco minutos sonó el timbre de mi casa. El guardián de la cuadra me exigía que bajara inmediatamente a cambiar el carro de lugar, porque el carro de su amiga está ocupando el lugar del “Señor” Ricky Tosso. Apurado, me bajé sin avisar a mi amiga, para ver qué es lo que estaba pasando exactamente. Ahí estaba su carro cuadrado correctamente en los lugares de parqueo público destinados a tal efecto. Ahí también estaba el carro del citado vecino (no lo sabía hasta ese desagradable momento), esperando en la acera de enfrente. Estaba visiblemente irritado. Me acerqué y le dije: “buenas noches, qué es lo que pasa exactamente”. Enfurecido me espetó : “saca tu carro que está cuadrado en MI lugar de parqueo”. Su prepotencia y su descaro fueron tan gratuitos y agresivos que le respondí algo que además legalmente ampara a cualquier ciudadano: “no sacaré el carro porque la calle es de todos”. Luego, vino un breve intercambio de yopagoimpuestosyyotambién. Y luego más prepotencia con amenaza de “sino te mueves, bloquearé la salida de tu carro”. Le dije que hiciera lo que quisiera y que no movería el carro de su lugar porque la CALLE es de TODOS. Y me fui. El “señor” Ricky Tosso se bajó de su carro hecho un energúmeno me insultó y casi se me echa encima. Fue todo muy rápido y, sobre todo, muy violento. Luego bajaron todos mis amigos. Y se calló y no le quedó sino disculparse. Y yo he contado esta historia varias veces ya a mucha gente. Todos me preguntan sobre Ricky Tosso. Y la verdad es que no me importa ese “señor”. Lo que me importa es que compruebo con cuánta pena cómo la noción de espacio público está tan tristemente pervertida en el Perú. No es el espacio en que todos civilizadamente coincidimos y construimos relaciones colectivas de tolerancia o de constructiva crítica. No. El espacio público en las grandes ciudades peruanas es más bien la expresión de la prepotencia del empoderamiento individual; de aquel comportamiento agresivo que es cada vez más difundido y campea rey en las esquinas, negando los semáforos y amenazando a todos los peatones; de aquel que se cree depositario del poder que le confiere la sacrosanta economía. Sospecho que detrás del comportamiento de mi señor vecino está ese “yo” todopoderoso que cultiva la ideología neoliberal imperante que solo cree en la iniciativa privada y que niega incluso hasta el espacio público (y, por ende, todo lo que es colectivo). Es un comportamiento que va con el signo de los tiempos. Está de moda ser prepotente. De lo contrario no eres emprendedor, no eres dueño de tu vida. Esa es la nueva marca Perú.

 

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Seguro les han pagado http://localhost:8000/elbuho/2013/05/08/seguro-les-han-pagado/ http://localhost:8000/elbuho/2013/05/08/seguro-les-han-pagado/#respond Wed, 08 May 2013 00:00:00 +0000 http://localhost:8000/elbuho/?p=3797 Esperé hasta el último segundo antes de escribir esta columna. La angustia ante lo que podría pasar en Lima me paralizaba. Ganó el No de una curiosa manera: con una coalición entre la gente de los barrios favorecidos que no habían votado por Susana y un nuevo sector progresista y/o de izquierda que cada vez […]

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Columna Jesús martínez

Esperé hasta el último segundo antes de escribir esta columna. La angustia ante lo que podría pasar en Lima me paralizaba. Ganó el No de una curiosa manera: con una coalición entre la gente de los barrios favorecidos que no habían votado por Susana y un nuevo sector progresista y/o de izquierda que cada vez pesa más. Participé poco de la campaña que me pareció, desde el comienzo, un hecho político hueco, un absurdo vicio de una democracia tan frágil como la nuestra. Imaginar que cualquier desconocido, sin ninguna trayectoria política, que compraba descaradamente firmas a cambio de galletitas,  fuera capaz de movilizar a 6 millones de electores me parecía algo inimaginable. Sin embargo, compruebo que cada vez más, en términos de política, en el Perú, la regla es que mientras más descabellado sea algo, más probable es que pueda ocurrir. A pesar  del estupor de saber que el JNE había aceptado semejante sandez, no me impliqué particularmente en un proceso que me pareció caería por su propio peso de tan insustancial… pero, de repente, una vez más ¡ay ingenuo de mí! las encuestas por el SI daban ganadora a esta opción contra todos mis pronósticos. Una serie de personajillos inconsistentes y, a todas luces, angurrientos y telemanejados,  comenzaron a infestar las redes sociales y la prensa. Hubo incluso un día en que oí al tal Marco Turbio jactarse de que ganarían por un amplio 80%… luego vinieron todos los desaciertos, improperios e insultos. La desvergonzada ‘broma’ del revocador sobre las mujeres reveló, por ejemplo, el ingrediente misógino de todo este proceso. Cada vez fuimos, entonces, más los que nos sumamos, por distintas razones, a tratar de evitar que los corruptos, los ineptos y los mafiosos intentaran quedarse con el poder. Fue así que, aunque tardíamente, me uní a esta tarea. Y de las diferentes marchas o acciones, hubo una que me sobrecogió particularmente. Decidimos, con un grupo de amigos, asistir al mitin de cierre de campaña. Durante este evento decidimos salir del perímetro de la Plaza San  Martín y aventurarnos por el Jirón de La Unión; íbamos vestidos con polos alusivos al NO y silabeábamos arengas a favor de la gestión de la alcaldesa. La reacción de la gente me recordó aquella que también tanto me sorprendió hace dos años durante las elecciones presidenciales: muy pocos fueron los que se manifestaron a favor nuestro e incluso fueron menos los que se atrevieron a esgrimir su convicción de revocar a la alcaldesa, la mayoría mostró indiferencia y hastío, sin embargo, varios también hicieron manifiesta su cólera, no contra nuestra postura, sino contra el hecho político en sí. Varios transeúntes o comerciantes nos gritaron más de una vez cosas como ‘vayan a trabajar’ o ‘seguro les han pagado’. Para mí, más allá de que parezca algo anecdótico, resulta un hecho muy revelador. El descontento y desconfianza de la sociedad con las instancias democráticas y publicas es masivo y también es patente y es, a la vez, un claro indicador del limitado grado de sentimiento de inclusión cívica que pueden percibir muchos ciudadanos que ven lo político, en el sentido más amplio del término, como algo ajeno, inútil, ineficaz y que casi nunca los implica. Es decir, no consideran que las acciones políticas estén destinadas a su beneficio o, peor aún, que ellos puedan ser artífices de algún cambio. Creo que es ese el origen de las pifias, burlas y amenazas, el del propio descontento del ciudadano que siente que la ciudad ya no le pertenece o incluso que nunca le ha pertenecido. En ese sentido, si algo bueno ha dejado esta revocatoria es que todas las voluntades de apoyo a la campaña por el NO han manifestado una ética que, como dice la politóloga Carmen Ilizarbe en un artículo que intenta explicar la victoria de la Villarán, “ha sido un sentido de compromiso cívico con la institucionalidad democrática”. Efectivamente, si de crear ciudadanía se trata, nada mejor que robustecer nuestra democracia con este triunfo del colectivo que se ha sentido identificado y reunido en una lucha conjunta para evitar que el hampa se instale de nuevo en el sillón municipal, algo que, además en este momento, más del 55% de limeños está celebrando.

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“Cuidado que le roben" http://localhost:8000/elbuho/2013/02/07/cuidado-que-le-roben/ http://localhost:8000/elbuho/2013/02/07/cuidado-que-le-roben/#respond Thu, 07 Feb 2013 00:00:00 +0000 http://localhost:8000/elbuho/?p=3347 Tres imágenes se contraponen en este comienzo de mi verano. La primera corresponde a mi necesidad naturalde buscar playa el fin de semana para aliviar el sofoco de trabajar durante la semana en la universidad. Algo más al norte, menos apretado y un poquito virgen. Me han hablado de Huarmey. Está relativamente cerca de Lima, […]

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34 col jesus copy Tres imágenes se contraponen en este comienzo de mi verano. La primera corresponde a mi necesidad naturalde buscar playa el fin de semana para aliviar el sofoco de trabajar durante la semana en la universidad. Algo más al norte, menos apretado y un poquito virgen. Me han hablado de Huarmey. Está relativamente cerca de Lima, a tan solo 4 horas de viaje. Me dicen que para llegar a la costa ancashina debo ir primero al ultimísimo Terminal Plaza Norte. «¿No lo conoces? Es súper moderno, accesible y organizado». Alguien menciona incluso que es el signo de los nuevos tiempos.

La primera parte de mi viaje será entonces aventurarme a ese Cono Norte que tan mal conozco: caminar por esos populosos distritos que en mi mente se dibujan llenos de neones, pues solo los he visto desde la ventana de algún bus mientras me iba durmiendo al salir de Lima. «Chapa tu metropolitano y llegas al toque». Y así es. Civilidad y civilización. Me reciben pisos lustrados y panel con nombres de empresas y rumbos; nada de mercachifles o de «jaladores» vendiendo destinos como si fueran dulces; señoritas uniformadas te proponen bus-cama para Huancayo; Transportes Apocalipsis va por todo el callejón de Yauyos y de tan luminoso que se ve su aviso, casi casi me dan ganas de cambiar mi viaje. Los horarios para Huarmey son pocos y no me convienen. La mujer del counter me dice «vaya al otro terminal, a Fiori, de ahí salen más buses» Me explica que el lugar está cerquísima, del otro lado, cruzando el centro comercial. Otro brillantísimo camino conecta con este espléndido emporio.

Ante mis ojos se suceden pollerías enchapadas en madera lustrosa, zapaterías vistosísimas, tiendas de ropa francesa (o quizás peruana) con nombres impronunciables, bancos ultrasofisticados, farmacias de todos los colores y para todos los gustos. El paraíso del consumidor a la mano, ahicito no más, en los barrios provincianos, el culmen del emprendedurismo, una especie de Meca del «desarrollo». Todo bien puesto, todos bien puestos. Ningún mal olor, nada chirriante, nada chillón. Atravieso todo el mall medio mareado, y salgo casi convencido,como Alan, de que «el país avanza», allí donde nadie se lo espera. Mi estrecha visión pequeño-burguesa de un país de desarrollo desigual y de injusticias, toda mi militancia facebookera y mi pinta de hipster se estaban yendo al tacho. Ingenuo de mí. Nada más salir de ese espacio (o debiera decir espejismo) de progreso, me topé con la crudelísima realidad.

Para comenzar había que cruzar una incruzable avenida para llegar a Fiori. Tuve incluso que saltar un pasamanos protector y sortear todos los carros que se me venían encima. La cuadra que me separaba de este otro terminal fue eterna. Polvo, huecos, perros callejeros, un policía diciéndome «cuidado que le roben», la música ensordecedora, ni una sola señal de tránsito vehicular. Las veredas rotas, ahora sí los jaladores, los revendedores de pasajes, los ambulantes, la eterna informalidad. De porrazo mi Perú folklórico y querido retoma su lugar real.

En Fiori fue aún peor, y me han dicho que en feriados la imagen es dantesca: empujones, gritos, robos, pichicata, etc. La segunda imagen fue hace un par de días, en mi aula universitaria, y le da un poderosísimo sentido a aquella intensa vivencia del Cono Norte. Un alumno que sabiéndome arequipeño me comenta ?gestuve hace poco en Arequipa y me pareció súper desarrollada, así como Lima, sus centros comerciales no tienen nada que envidiarle, también es una ciudad industrializada?h. Su comentario fue revelador.

El amalgama del desarrollo y el progreso, el espejismo que fue atravesar el centro comercial Plaza Norte y encontrarme con la realidad ahuecada que estaba afuera, me permitió comprender cómo se construye en nuestro imaginario la idea errada de desarrollo. El centro comercial se convierte de pronto en el núcleo de civilidad, que por contraste deja afuera la barbarie. Y en una gran mayoría de peruanos queda la imagen errónea de que ese es el desarrollo, el tener templos del consumismo que estén bien limpios e iluminados. Pero ¿y el resto qué? ¿qué hay de todo aquello que no represente una fuente de rentabilidad para los intereses capitalistas? El foco de nuestra ideología del éxito no puede ser solola inversión privada, los espacios de seguridad y de limpieza no deben hacerse solo con dinero privado.

Es importante sin duda contar con estos beneficios, pero no deberían ser el motor de desarrollo de la comunidad. Justamente, la tercera imagen es la de una colega de Comas que hace mucho tiempo para responder a mis críticas al salvajismo de la inversión privada que suplanta la ausencia del Estado, me dijo indignada ?gpara mí el centro comercial de mi distrito me da un respiro, me hace huir por un instante del caos de mi barrio?h. Quizás momentáneamente la salve, pero creo que también la entumece constantemente y le hace olvidar que no debería necesitar ir a un centro comercial privado para encontrar un respiro, y comprender que si el dinero público estuviese bien invertido, su espacio de salud y de bienestar sería el de su propio barrio.

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Para la minera, nosotros somos unos insectos http://localhost:8000/elbuho/2012/12/28/para-la-minera-nosotros-somos-unos-insectos/ http://localhost:8000/elbuho/2012/12/28/para-la-minera-nosotros-somos-unos-insectos/#respond Fri, 28 Dec 2012 00:00:00 +0000 http://localhost:8000/elbuho/?p=3089 Hace dos días que estoy de vuelta de un viaje relámpago a Cajamarca. Los viajes casi siempre alteran algo en mí, pero creo que este habrá sido particularmente transformador. No he necesitado mucho tiempo para entender lo que desde hace cierto tiempo intuía. Desde que puse un pie en Cajamarca, las evidencias saltaron: a primera […]

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22-foto colu..Hace dos días que estoy de vuelta de un viaje relámpago a Cajamarca. Los viajes casi siempre alteran algo en mí, pero creo que este habrá sido particularmente transformador. No he necesitado mucho tiempo para entender lo que desde hace cierto tiempo intuía. Desde que puse un pie en Cajamarca, las evidencias saltaron: a primera vista la mendicidad es una realidad patente de niños y ancianos, principalmente, en una ciudad que no forma parte de los principales circuitos turísticos. El tan ensalzado desarrollo de la mina merece ser cuestionado. Luego el agua, que te la cortan desde las 8pm. Curiosamente sabemos que las minas necesitan de muchísima agua para poder lograr su propósito extractivo (y destructor). Luego, enrumbé para Cajamarca, junto con Alexander Luna, un amigo fotógrafo que también forma parte del Colectivo Nadienospaga. Nuestro principal objetivo era constatar en vivo y en directo la situación delicada que se está viviendo en la provincia de Celendín en cuyo territorio se sitúa el megaproyecto Conga. Nos reciben las pancartas desde la entrada del pueblo con los lemas claros: queremos desarrollo, pero sobre todo queremos agua. Luego el encuentro con Milton Sánchez, dirigente clave de la protesta de un pueblo entero contra la amenaza real de la minería a tajo abierto que nos permite el privilegio de conversar con decenas de personas de la región que desean ser actores de su propio destino.

Marle Livaque, profesor,  nos cuenta cómo de niño jugaba con los ‘ushunes’ y su amor desde siempre por la naturaleza.. Hernán Becerra, un joven alcalde, rememora sus viajes con su padre, a caballo, para ir a Cajamarca por la ruta que rodeaba la hermosa laguna de Yanacocha. Hoy no queda ni ruta, ni laguna. Legítimamente, su esperanza es que no pase lo mismo con la laguna Azul o con El Perol o con Mamacocha o con las otras lagunas. Yovanna Medina tiene 27 años y una mirada triste y tierna y triste otra vez. Después de decirme que ella está ahí para defender el agua, se sincera aún más y me dice toda la verdad: tengo un hijo y quiero que se sienta orgullosa de mí y que sepa de que, pase lo que pase, yo supe defender lo que algún día quisiera heredarle: la misma naturaleza en la que yo crecí feliz y libre. Esa es la amenaza que representa Conga, la amenaza al pasado , al presente y al futuro. 

A María Abanto le siguen doliendo los cuatro muertos de las protestas; cuatro personas que fueron asesinadas de una bala en la sien por miembros de las FF.AA. Para las mineras, para el gobierno, nosotros somos como unos insectos, me dice casi frustrada. Sara Collantes, su amiga, la consuela, mientras nos dice: “a mí nadie me obliga a estar aquí, apoyando la lucha, yo soy comerciante, podría irme a cualquier sitio, pero no me iré a otro sitio, esta es mi tierra, la amo y quiero defenderla”. Luego hablamos con Víctor, Marino, Charito, Karin, Quin, Lynda, Vilceth, Natividad, Reyna, Freddy, y tantos y tantos otros hombres y mujeres del mercado, del colegio, de los sindicatos, de la calle, de la iglesia, de las comunidades, de las municipalidades. Todos profundamente conmovidos por su lucha, convencidos del marco de justicia que ampara sus sencillas aspiraciones de seguir viviendo en un lugar que no esté contaminado, pero también íntimamente decepcionados de ese candidato que les preguntó en la plaza pública si acaso no preferían el agua al oro y que les juró defenderla si llegaba a ser presidente. Luego, subimos hasta las lagunas, pero pasamos previamente por Shanipata, donde tenía lugar una Junta de Aguas con todos los ronderos de la zona.

Presencié la discusión colectiva sobre el estado del agua de las lagunas; Daniel Gil les preguntaba a los otros ronderos y ronderas: ¿acaso alguna vez nos hemos enfermado de haber bebido el agua? ¿acaso no pescamos truchas? ¿acaso no regamos nuestras plantas con esas aguas? Y pensar que la agraciada Mariella Balbi, el infausto Jaime de Althaus o la progre Rosa María Palacios decían que esas lagunas tenían caca. Finalmente, las vi, límpidas, dibujadas, míticas pero tan reales: la laguna Cortada, la laguna Azul y percibí a lo lejos otro par. Alex llegó hasta el Perol, donde por las noches Yanacocha ya está trabajando. Es una gran mentira que el proyecto esté detenido. Yo he visto la maquinaria que la DINOES, vergonzosamente, se encarga de proteger como si fueran los guachimanes privados de la empresa minera. También he constatado cómo esta fuerza de élite de la policía intentó amedrentarnos con prepotencia, con arma de largo alcance en mano de que nos fuéramos. Confieso que en ese momento tuve miedo, pero más puede ahora el coraje y la indignación. Más aún ahora que lo sé y que lo he visto. Y no necesito vivir en Cajamarca para comprenderlo, basta con mi sentido común de ciudadano para saber que de todas las luchas esta es una de las más justas en las que me haya implicado.

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