Yo no pienso que Elena Viza es una pobrecita como percibo en la lĆ”stima de algunos; por el contrario, es una mujer valiente que exige justicia por haber sido vĆctima de una agresiĆ³n fĆsica y verbal. Pero como venden mĆ”s los āmiserablesā que los āvalientesā, los periodistas āen un conformismo insondableā nos han entregado Ćŗnicamente lamentos e indignaciĆ³n, un psicosocial que demuestra su carĆ”cter mediĆ”tico cuando en realidad necesitamos construir ciudadanĆa, por supuesto, no incitando a la violencia como hizo la agresora.
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Entonces, conviene discutir las argucias legales que llevaron a la FiscalĆa a desestimar la denuncia por discriminaciĆ³n; y es que cuando se difundiĆ³ la noticia, hace un aƱo, tanto la sociedad civil como los periodistas, se enfocaron en las palabras que la denigraban por su condiciĆ³n Ć©tnica y econĆ³mica, pero en menoscabo de otro agravante que constituye la actitud violenta y perniciosa con que Zuleyka Alatrista se dirigiĆ³ a la vigĆa. Recuerda, no importa con quĆ© adjetivos, nadie tiene derecho a maltratarte porque es una falta contra la persona y estĆ” penado.
La situaciĆ³n de Elena Viza no solo pone en la agenda nuestros prejuicios como sociedad, tremendamente hipĆ³crita y nauseabunda, sino el aparato legal, pues la FiscalĆa tendrĆ” que declarar quĆ© entiende por el artĆculo 323 del CĆ³digo Penal sobre DiscriminaciĆ³n, en tanto nos preocupa la casuĆstica del mismo a decir de las mĆŗltiples interpretaciones que padecen nuestras leyes. Ahora se debatirĆ” si Viza fue agredida con frases discriminatorias en una suerte de querella entre dos mujeres, o, parafraseando dicho artĆculo, discriminada con la intenciĆ³n de menoscabar sus derechos como persona.
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