#Hace20Años El Congreso de transición: moralizadores sin moral y jueces sin justicia

"La desactivación de la comisión parlamentaria que investiga las cuentas de Vladimiro Montesinos, a pesar del espectáculo circense que ofreció en varias oportunidades, es un retroceso más del desacreditado Parlamento Nacional"

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El 26 de enero del 2001 se publicó la edición N° 35 del semanario El Búho, donde se analiza los tropiezos y desaciertos del Congreso de transición de aquel momento, que tenía como objetivo exponer transparencia y rigurosidad en las investigaciones, tras la caída del fujimontesinismo, a pesar de ello, los resultados dejaron mucho que desear.

Congreso de transición en la edición N° 35 del semanario El Búho

Mientras un amenazador cerco de evidencias se cierra sobre cada una de las instituciones y personalidades de nuestro país, el Congreso decidió, una vez más, retroceder o ceder a sus propias culpas. Y con ello, frustrar
las expectativas de justicia del Perú entero.

La desactivación de la comisión parlamentaria que investiga las cuentas de Vladimiro Montesinos, a pesar del espectáculo circense que ofreció en varias oportunidades, es un retroceso más del desacreditado Parlamento Nacional, porque la historia se volverá a repetir, con la desventaja de que se habrá perdido irremisiblemente valiosísimo tiempo.

Un Congreso producto de una elección fraudulenta, no tenía más remedio que comportarse a su verdadera altura. Incapaz de legislar, de investigar, de fiscalizar y de controlar su propio cáncer corruptor, se ha afirmado como el primer obstáculo para la redemocratización del país.

Independientemente de los exabruptos de Waisman, la sorpresiva inconsecuencia de Anel Townsend y el anonimato de Amorín, se habían logrado importantes avances.

Ciertamente, la presencia hasta el miércoles de Ernesto Gamarra como vicepresidente de dicha comisión, era haber tenido al gato y la
hiena juntos como despenseros.

Inevitablemente, en este Congreso, la palabra tránsfuga ha quedado corta para describir el intrincado laberinto de deslealtades que lo caracteriza y, hasta que no se renueve por completo, seguirá siendo la espada de Damocles que amenaza la democracia.

¿Quién moralizará al FIM en el Congreso?

Los adalides de la moralización, han mostrado su verdadero interior. Y por partida doble, han sido sorprendidos en tratos inverosímiles con la
banda montesinista
ligada al tráfico de armas y de droga.

El festival de videos, por lo visto, no dejará títere con cabeza, mientras la amenaza del video se cierne sobre todas las instituciones y personajes
notables del Perú, con escasísimas excepciones. Dolorosa extirpación, por momentos farandulera que, no obstante, debe continuar hasta el final.

Ernesto Gamarra y Guido Pennano han sido expulsados del FIM en medio de dramáticas rasgaduras de vestimenta y altisonantes juramentos de inocencia, difíciles de creer, con los antecedentes del inefable Fernando Olivera.

No hay que olvidar que el portador de la escoba, y exmiembro del Congreso, fraguó una supuesta prueba de una cuenta por cincuenta millones de dólares del expresidente y hoy candidato Alan García, pues independientemente de las señas de corrupción durante el gobierno aprista, su fraudulento informe Larc no puede justificarse por el afán de figuración y encumbramiento político a despecho de los medios.

Fernando Olivera es un líder mediático. Su 12 ó 14 por ciento lo debe a sus monotemáticas declaraciones en todos los medios. Incansable en su
altisonante propuesta de “refundación de la república contra el pasado vergonzante”, tiene la típica picardía del “achorado”, que evade hábilmente las preguntas sustanciales o incómodas.

A la luz de los hechos, hoy resulta sintomática su asidua presencia en los “canales de la dictadura”, América Televisión y Frecuencia Latina, luego de difundirse el video Montesinos-Kouri.

Olivera pasó a ser su engreído y hoy la sombra de la sospecha le resulta ineludible, a pesar de su trabajo en el Congreso.

Las bandas desbandes

La semana que pasó también estuvo signada por las incontables detenciones sorpresivas que involucraron a toda la familia Montesinos y a los principales jerarcas de las Fuerzas Armadas, que detentaron el poder bajo la sombra del doctor.

Según el procurador Ugaz y el juez encargado, todas obedecen a pruebas e indicios de delito, pero convendría evitar el espectáculo, que le resta seriedad y se convierte en aliado de los integrantes de la gran banda montesinista.

En este panorama, la campaña electoral está más deslucida que nunca, pero promete revolverse con la anunciada llegada del polémico Alan García Pérez, entre las marchas y contramarchas respecto a su orden de detención. algo que, a estas alturas, parece remoto bajo riesgo de incrementar más aún su creciente popularidad entre los sectores más jóvenes y menos avisados del país.

También se ha constatado el penoso declive de la imagen del exdefensor del Pueblo, Jorge Santistevan de Noriega, cuyo prestigio y respetabilidad ha
sido mellado por las previsibles zancadillas que los usos de la política le tiende a cualquiera,
entre ellos, la propia vanidad.

Abandonado por 4 de los más prominentes miembros de Somos Perú, partido que posibilitó su inscripción en esta justa electoral, la imagen de desolación que proyecta se ha convertido en su principal obstáculo, a lo que parece ya una remota posibilidad de acceder a la presidencia.

Las preferencias electorales manifiestas, mas bien, tienden a estabilizarse. El tema de los vladivideos y las investigaciones de nunca acabar, seguirán
ensombreciendo un panorama ya de por sí tenebroso, como el de la política nacional.

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Autor

  • Semanario El Búho

    Las notas publicadas por “Semanario El Búho” fueron elaboradas por miembros de nuestra redacción bajo la supervisión del equipo editorial. Conozca más en https://elbuho.pe/quienes-somos/.

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