Ruth Bárcena desde Ayacucho: “Esa genocida, esa asesina, no es ninguna presidenta”

Ruth Bárcena, a cuyo esposo los militares asesinaron en Ayacucho durante las protestas del año pasado, y presidenta de la Asociación de Familiares de Asesinados y Heridos del 15 de Diciembre, cuenta el entorpecimiento de las investigaciones fiscales y la persecución que ha sufrido a seis meses de la masacre.

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Han pasado seis meses de los asesinatos en Ayacucho. ¿Cómo ha avanzado la justicia?

No lo podemos llamarlo justicia porque hasta el momento no ha avanzado nada. Nuestro caso estaba acá en Ayacucho. Estuvo en buen camino las primeras investigaciones a cargo de la fiscal Karen Obregón. La fiscal de la Nación decidió llevarlo a Lima todos los casos. Hubo bastante interrupciones, bastante retraso. Vino el equipo después de tanta exigencia, de tantas notificaciones. Llega un día lunes, se presenta que era la fiscal Mireya, no recuerdo…

Marena Mendoza.

Llega, se presenta quién era, con la misma nos informa que a partir del martes las visualizaciones va a ser vía Zoom. No es dable investigar un caso que se trata de asesinatos y decir las investigaciones se va a llevar vía Zoom. ¿Qué estamos investigando? ¿Vida de animales? Has vulnerado nuestros derechos y sigues vulnerando nuestros derechos, señora fiscal de la Nación. ¿En qué? En haber tomado la decisión sin haber consultado a las víctimas.

¿Se refiere a la decisión de la fiscal de la Nación, Patricia Benavides, de crear un equipo especial que investigue las matanzas?

Sí. Empezó el día martes [23 de mayo] las visualizaciones vía Zoom. ¿Cómo es posible que fiscalía se descargue una plataforma gratuita? Cada cierto tiempo, cada diez, quince minutos, se tiene que cortar la plataforma, se tiene que recargar la plataforma. El primer día que llegó, oh sorpresa, eliminación del video justo donde aparece, incluyendo mi esposo, dos asesinados más. Desaparece, así de la nada. Y dice “no, lo habíamos eliminado involuntariamente”.

Se nos notificó que a partir de las 9 am hasta las 12 del mediodía iba a ser la visualización. Pero no empezábamos a las 9 en punto. Empezaba 10:40, 11:30. A nosotros nos llenaba de angustia, de dolor, al no poder llegar a donde queríamos llegar.

El argumento de la fiscalía es que un equipo especial puede dedicarle tiempo exclusivo a las investigaciones, como en el caso Lava Jato.

No, no, no. La fiscal Karen Obregón se sentaba con nosotros a las 8:30 am hasta las 5 pm. Solamente se movía para almorzar. Pero con esta fiscal no. Con esta fiscal hubo interrupciones. Cuando estamos en la mitad de la visualización dice “señores, sabes qué, se suspende la visualización porque tengo otro caso que tomar”.

¿Cuántas horas de sesión ha tenido este equipo especial con ustedes, los de Ayacucho?

Sume tres horas por día durante una semana.

15 horas, más o menos, de sesiones. ¿Y cuántas horas en total hubo con la fiscal Obregón?

Algo de 30 a 35 horas por semana. Hemos avanzado bastante con ella.

“Entraron dos civiles a mi casa, con porte militar. Me golpearon.”

¿Cuál es su interpretación del traspaso del caso a Lima?

Más es por obstaculizar. Por cubrir a las personas quien dio orden a jalar los gatillos y quienes jalaron los gatillos. Empezando por la presidenta y terminando en los cabos o los militares que dispararon. Aquí se tiene que investigar empezando del mismo autoridad, empezando de la presidenta, el señor Otárola, los generales y los militares que estuvieron a cargo ese día. A nosotros lo que nos interesa es quiénes jalaron el gatillo.

¿Les tiene miedo a los militares?

Jamás les tendría miedo. Yo les tenía un gran respeto porque se supone que eran personas que defendían nuestros derechos. Eran nuestros compatriotas, eran nuestros hermanos. Hoy en día, ese respeto, ese miedo, se acabó.

La mayoría de los asesinados no participó en la protesta.

Sí. Yo no puedo negar que mi esposo era dirigente de transportes y estuvo allí.

¿Fue al aeropuerto?

No fue al aeropuerto. A él lo mataron en las inmediaciones del aeropuerto. Claramente en los videos se ve que los militares salieron a perseguir a todos, a metros, a cuadras, del aeropuerto. Donde mataron a mi esposo, a Clemer Rojas, a José Sañudo, es un lugar transitable, un camino, una avenida. Es un camino libre.

Le preguntaba lo del miedo porque entiendo que a usted la han amenazado.

Sí, a mí me han perseguido. Ni bien que asumí la presidencia de la asociación. El 13 de enero entraron dos civiles a mi casa, con porte militar, a las 11 am. Me golpearon. Hablaban igual que los militares. Me acusaron una y otra vez de terrorista.

¿Puede asegurar que son militares?

No, no puedo afirmar, pero puedo sospechar. Fui la única escandalosa que salió diciendo que los militares mataron a mi esposo. A media hora de que le dispararan salí de casa. Entro al Facebook, no tenía ni idea de que a mi esposo le habían disparado.

¿Usted sabía que su esposo participaba en la protesta?

Yo misma le ayudé a imprimir el documento de qué parte de la Constitución quería que se cambie. Porque él decía que no puede entrar una persona corrupta, que renuncien todos, que se larguen todos, que haiga nuevas elecciones y nosotros decidiremos a quién elegir.

Pero Dina Boluarte es la presidenta constitucional. Le correspondía asumir el cargo.

Para mí hoy en día esa genocida, esa asesina, no es ninguna presidenta. Si a mí me preguntan acá en Perú, como peruana, “¿tienes presidenta?”, no tengo, no tengo. Porque a una asesina yo no puedo decir sí, es mi presidenta. Qué descaro, qué vergüenza como mujer, cuando la población no está de acuerdo con su mandato, que mande a callar a todos matándolos. No solamente en Ayacucho. En Andahuaylas son siete que murieron. En Ayacucho fueron diez, en Puno fueron veinte [nota: fueron 18]. Y en La Libertad… estamos hablando de tantas vidas humanas. Para nosotras no existe esa asesina.

Volvamos a los militares. Usted dijo que ingresaron a su casa.

Me golpearon ese día en mi casa. Me agarraron de acá, del mentón, me sacudieron una y otra vez. Luego, me agarraron del cuello y me dijeron qué pruebas yo tenía del 15 de diciembre. Me dijeron que era una terrorista, que me callara. Si no me callaba las cosas iban a empeorar. Yo siempre mantengo la foto de mi esposo y de mi hija en una mesa. Para eso mi esposo ya estaba muerto ya de mí. Y justo ven el cuadro de mi hija y dicen “ah, qué bonita hija tienes”.

Usted tiene dos hijos…

Tengo una. Tenía tres hijos. Antes de que lo mataran a mi esposo yo estaba embarazada de gemelos. Lo matan a mi esposo, también se fueron mis hijos con él. Me quedé con una hija de siete años. Ahí es donde ven la foto de mi hija, “no vaya a pagar las consecuencias ella”. Cogieron ellos mi teléfono, no sé qué lo hicieron. Se quedó mi teléfono bloqueado.

Intenté comunicarme con usted a otro número pero no entraba la llamada. ¿Es por eso?

Ese número yo lo bloqueé porque he dado entrevistas a varias prensas. Una de ellas ha sido Cuarto Poder. A mí me empezaron el hostigamiento de haber dado entrevista al Cuarto Poder, había traicionado a Ayacucho. Acá en Ayacucho no lo quieren ver a los prensas nacionales. Al igual a muchos autoridades.

¿Por qué me da la entrevista, entonces?

Porque no tengo miedo. Mi fin no es político. Si esa asesina se queda o no, me da lo mismo. Lo que me interesa es saber la verdad: quién mato a mi esposo y quién ordenó a matar ese día a esas personas. Ese es mi fin. Nada ni nadie me puede callar. Es un derecho que yo exijo. Donde quiera que yo vaya, siempre voy a hablar de la muerte de mi esposo y cómo murieron el resto de las personas.

¿La han seguido? ¿Ha notado alguna persecución?

Sí. Puse, con la ayuda de mi abogada, directamente a Corte Interamericana, la denuncia por amenaza. Porque me empezaron a perseguir. Eso ha sido el 25 de febrero. Salgo de mi casa a reunión. Avanzo dos cuadras y aparece una camioneta diciendo que era de la Fiscalía. No llevaba ningún logo. Me sacaron dos hojas blancas, “tienes que firmar acá, nosotros vamos a llenar”. No quise. Me arrinconaron en la camioneta, me quisieron golpear. Ahí aparece un carro de Serenazgo, yo grito, levanto la mano y grito. El Serenazgo toca su silbato, empiezan a correr, se suben y se van.

¿Sabe que esto le va a tomar años? En el caso La Cantuta fueron varios, varios años.

Sí. Durará, cuatro, tres, cinco años. No sé.

Diez…

Quizá más. Pero tenemos pruebas contundentes. Y eso no se puede tapar con un dedo. Quizá el caso de La Cantuta demoró porque no había pruebas, porque no había cámaras. Pero ese día todos han estado con celular grabando en vivo. Hay pruebas de que no fueron balas de menor alcance. Fueron balas de guerra. Fueron armas Galil.

Los registros de entrada y salida de armamento en Ayacucho, los días previos y posteriores a las matanzas, tienen un promedio de 7 ó 8 registros. Pero el día 15 de diciembre tienen más de 130. Eso indica más o menos hacia dónde apuntaban los operativos militares.

Hay pruebas contundentes. Y de los nombres de los militares, generales, oficiales o suboficiales que estuvieron a cargo ese día, ya lo tienen los fiscales. Lo único que falta es que se apresure con toda esta investigación, para que la fiscal así pueda decir fueron tales y tales personas y tales y tales personas empezarán a purgar prisión por haber matado.

¿Cuál será la estrategia de su asociación si es que el equipo especial demora más las investigaciones?

Estamos exigiendo a través de la Defensoría del Pueblo, entre otras instancias, como Amnistía Internacional, IDL, Corte Interamericana, que vuelva el caso acá a Ayacucho. Hace poco, el día 2 [de junio] creo, tuvimos reunión con el nuevo defensor público.

¿Qué impresión le dio el defensor del pueblo?

No me inspira confianza, sinceramente, por las controversias de cómo ha llegado a ser defensor. Ese día, ya finalizando las conversaciones, nos dicen que no podemos confiar en la Corte Interamericana, en Amnistía Internacional. Le dije a dónde quería llegar con esto.

¿Cuál ha sido la posición del gobernador Wilfredo Oscorima?

Tomarlo fríamente, como si fuera que no haiga pasado nada. El peor traición que hizo es haberse sentado con esa asesina. Nadie puede estar tranquilo, en paz, comer, dormir, estar feliz o sonreír por habernos quitado a una persona sana, que amaba la vida. Muchas personas eran jóvenes, tenían un futuro por delante, tenían una vida proyectada. No saben detrás de cada persona, después de haber matado a ellos, a quiénes más mataron.

¿Sabes qué, señora Dina Boluarte? Usted, en sus tres meses, en sus tres malditos meses de gobierno, usted ha matado tantas vidas. No lo queremos ver. Si se quiere quedar en su poder, en su curul, entonces quédese allí, pero no se meta con Ayacucho, no venga.

“A nosotros lo que nos interesa es quiénes jalaron el gatillo”

Hay varias pintas en las calles de Huamanga que dicen “Dina asesina”, “insurgencia”, “viva el paro”, “crueles”, “cierren el Congreso”, “asamblea constituyente”. Hay indignación, rabia.

De que se pinte que es asesina, ¡es asesina! Llega a un poder y con tal de mantenerse allí manda matar personas. ¿Eso es ser lideresa? ¿Eso es ser presidenta?

¿Cree que ella, o el señor Otárola cuando era ministro de Defensa, ordenaron matar?

Un policía, o el equipo de los policías y militares, ¿a mando de quién están? A mando de la presidenta. ¿Quién le va a ordenar, si no lo hicieron ellos? Fueron ellos. Y hasta el día que vamos a morir, siempre vamos a repetir que esa asesina mató a nuestros familiares, esa asesina mató a nuestros esposos, mató a nuestros hijos.

La Defensoría del Pueblo también intercedió para que cese el fuego.

El defensor público de Ayacucho, el doctor David Pacheco, cuando vio el primer muerto, cuando vio todo lo que estaba pasando, sacó un pronunciamiento: que cese el fuego, están muriendo personas. ¿Por qué no paró, por qué no cesó? ¿Por qué continuó hasta las 7.40 pm? Entonces estamos hablando de un gobierno asesino. Estamos hablando de un gobierno genocida. Los terroristas son ellos. Los asesinos son ellos. Los delincuentes son ellos. No las personas que murieron.

¿Cree usted en la justicia?

Por el momento no. A lo menos a la justicia de Perú, no creo nada. Pero sí creo en la justicia de los defensores de derechos humanos. Esas personas sí pueden hacer respetar nuestros derechos.

¿En algún momento vio manifestantes armados ya sea con armas de fuego, piedras o palos?

No, señor. Más bien vi gente corriendo. Vi gente escapando, huyendo, y los militares atrás persiguiendo como no sé qué.

En la avenida Abancay.

Sí. Los militares salieron a perseguirlos a todos como a ganados.

¿Cree que la justicia va a llegar pronto, tarde, nunca?

Va a llegar. Tardará un poquito, pero va a llegar. Estamos esperando que se termine su mandato de la señora. Poco a poco las cosas solito caen por su propio peso. Y vamos a esperar. Yo sé que va a llegar. Y si es que no llega justicia de la ley, de la justicia divina nadie se salva. Porque del poder de dios nadie se salva.

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