Las calles de Arequipa se convirtieron en un escenario vibrante y colorido durante el Corso de la Amistad. Una celebración que trasciende más allá de su esplendor visual para explorar aspectos culturales. Esta edición del corso, en honor al 483º aniversario de la Ciudad Blanca, destacó por las danzas, pero también por la numerosa presencia de comerciantes.
Determinación y sufrimiento de bailarines
Más allá del esplendor visual, el corso fue una muestra de la entrega de los bailarines a su arte durante el largo recorrido. El Corso de la Amistad de Arequipa comenzó a las 10 de la mañana y terminó 11 horas después, a las 9 de la noche.
Durante esas horas de desfile, bajo el ardiente sol de Arequipa, los bailarines se entregaron con pasión a sus interpretaciones. Los atuendos coloridos y elaborados, los pasos enérgicos y los movimientos precisos eran una muestra del esfuerzo y la dedicación que cada grupo de danza ponía en su presentación.
En medio de la celebración, algunos enfrentaron fatiga, deshidratación y agotamiento. A pesar de los desafíos, su dedicación infundieron emoción al Corso de la Amistad, convirtiendo cada paso en un testimonio de amor por la cultura y las tradiciones de Arequipa.
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Danzas tradicionales y alegría para Arequipa
Más de cien delegaciones de danzas, músicos y carros alegóricos desfilaron con orgullo a lo largo de un recorrido de cuatro kilómetros. Desde la avenida Progreso en el distrito de Miraflores, pasando por la plaza Mayta Cápac, las calles San Martín y Unión, hasta llegar a la avenida Goyeneche para después dirigirse a las avenidas Mariscal Castilla e Independencia.
La participación de delegaciones de Festidanza 2023 añadió una dimensión internacional al Corso de la Amistad con la participación de conjuntos de países como México, Honduras, Colombia, Ecuador, Chile y Bolivia. El desfile presentó una verdadera sinfonía de culturas, donde tradiciones ancestrales y contemporáneas se unieron en un espectáculo lleno de color y movimiento.
Comercio en el centro de la celebración
La gran afluencia de público generó una oportunidad para los comerciantes. A lo largo de la avenida Independencia, estos emprendedores ocuparon espacios estratégicos y comercializaron asientos para el evento. La dinámica de precios escalonados sorprendió a algunos, con la primera fila ofreciendo las vistas más espectaculares por el precio de entre 80 a 120 soles por silla, y la segunda fila a 50 soles.
Un caso fue de una señorita ubicada al frente del parque Universitario, quien compartió cómo se estableció con un banquito una semana antes del corso, confiando en su compañera ‘vecina’ para cuidar el lugar mientras iba a almorzar. Otro caso fue de una señora que ocupaba un espacio cerca a un grifo, incluso durmió en precarias condiciones sobre cartón y plástico durante una semana para asegurar su sitio.
“En la noche tenía que venir con mi palo, en el pasacalle pasado tuve una pelea solito con un grupo que quisieron quitarme mi sitio, me agarré a puñetazos. Recibí golpes en la nariz y rasguños en la cara, pero no les dejé que me quitaran, gané”
Testimonio.
La comercialización y ocupación de espacios públicos para el evento ha sido objeto de controversia. Las autoridades han reiterado que estas prácticas están prohibidas y han prometido tomar medidas para controlar estos hechos. A pesar de los esfuerzos por regular y limitar esta actividad, la determinación de algunos comerciantes demostró la complejidad de equilibrar las tradiciones y el orden público.
Riesgo eléctrico
Aunque el evento fue un éxito en términos de participación y animación, se observaron problemas en la organización y seguridad. La fiscal de prevención del delito de Arequipa, Ana Cecilia Cordero, alertó sobre posibles riesgos eléctricos en el estrado oficial del evento. Destacó la exposición de cables y la falta de medidas de seguridad en equipos de sonido y luces. La importancia de mantener rutas de salida de emergencia despejadas fue resaltada para garantizar la seguridad de los asistentes en caso de cualquier eventualidad.
Desafío de la limpieza postfiesta
Tras la celebración, la Municipalidad Provincial de Arequipa enfrentó el desafío de limpiar las calles y espacios públicos, recogiendo una asombrosa cantidad de 100 toneladas de basura. El personal de limpieza pública laboró desde las 3 de la madrugada hasta las 23 horas, limpiando la avenida Independencia, Progreso, La Marina, los alrededores del estadio Melgar y calles emblemáticas como San Francisco y Mercaderes.
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