Hace 20 años: Arequipa rumbo al desierto 

Texto: Paola Donaire | Publicado en Semanario El Búho No. 112 – 12 de septiembre de 2003

- Publicidad -

Arequipa está ubicada en el desierto de Atacama, lo que la hace habitable son las áreas verdes y su tradicional campiña.

El desierto de Atacama se extiende desde el norte de Chile hasta Ica y se trata del segundo más árido del mundo. Los bruscos cambios de temperatura son característicos del clima desértico. Quienes viven en Arequipa lo saben: fuerte sol por las mañanas y frío intenso al anochecer. 

Vivir en un desierto 

El clima arequipeño es la envidia de quienes viven privados del brillo solar en la costa y por quienes deben soportar temperaturas bajo cero en la sierra. Vivir en el desierto no parece tan inclemente para Arequipa. ¿Cómo es esto posible? Gracias a la vegetación: atrae la humedad atmosférica que actúa como un regulador climático. 

El espléndido valle que aloja la ciudad y todas las características que lo circundan son singulares en el mundo. Es por ello por lo que la UNESCO, en la declaratoria de Arequipa como patrimonio cultural de la humanidad reconoce la riqueza, no sólo de la arquitectura del centro monumental, sino también y en igual medida, del entorno natural, considerado como excepcional. 

Valgan aclaraciones 

Ninguna de las precisiones anteriores es necesaria seguramente para la mayoría de nuestros lectores, pero las incluimos en esta nota luego de la conferencia de prensa ofrecida la semana pasada por el singular “Frente de Defensa de los Expedientes de Incorporación al Plan Director de la Ciudad”, cuyo comunicado público criticaba “… la posición de organizaciones que se basan en que el verdor de Arequipa es bonito pero sin ningún sustento” (sic).

El Plan Director lo aprueba el Concejo Provincial y establece límites urbanísticos. El último plan lo aprobaron en noviembre de 2002. Y la ciudad como está descrita allí no se puede modificar hasta fines de este año. Sin embargo, la Ordenanza Municipal 160, del 14 de noviembre de 2002, emitida por la gestión de Guillén Benavides, da luz verde a la incorporación de los proyectos urbanos, cuyos expedientes ya se encontraran en proceso. Es decir, deja la puerta abierta para que parte de nuestra campiña se convierta en cemento. 

Con esta ordenanza en mano, 22 propietarios de terrenos de cultivo se han agrupado para exigir la urbanización de los mismos, aduciendo que el Plan Director precisa como única condición la presentación de “los requisitos pertinentes”, trámite que dicen han cumplido. Lo que no aclaran es que uno de los requisitos está en medio de una controversia legal, aún en debate. 

Se trata nada menos que del Estudio de Impacto Ambiental (EIA). Según la norma municipal estos estudios deben presentarse por una empresa particular especializada y acreditada por la entidad competente. Además, el EIA debe ser revisado por el Instituto Nacional de Recursos Naturales (Inrena). Esta es la madre del cordero. Resulta que el Inrena ha devuelto cuatro de los expedientes, aduciendo que no está facultado para emitir opinión y es la municipalidad la que debe decidir sobre el cambio de uso de los terrenos en cuestión. 

Luego de que Inrena se declara incapaz (valga la ironía), surgen dos interpretaciones entre los regidores municipales. La primera, defendida por Jorge Lozada, sostiene que es necesario buscar una entidad que reemplace al Inrena en la calificación técnica de los expedientes. La segunda, encabezada por Jorge Cueva, considera que el Inrena le ha dejado el camino libre al Concejo. Por eso estaría en plenas facultades para tomar una decisión final. 

Esta última posición es la que prevaleció en la controvertida sesión del 26 de agosto. La mayoría aprobó la incorporación al Plan Director de dos de los cuatro expedientes que pasaron a votación. La aprobación favoreció a los fundos “La Cornejo” y “Marcarani”, ambos ubicados en Sachaca. Como se sabe, al día siguiente de la decisión, el alcalde Yamel Romero pidió una reconsideración, la misma que fue aceptada no sin antes haber sido causa de una prolongada y engorrosa discusión. 

Una semana después, aparecerían los interesados y supuestos agraviados en una conferencia de prensa, en la que esgrimieron algunas de sus verdades. Entre ellas, que “sólo” el 2% de la campiña sería afectada mediante la urbanización del fundo La Cornejo”. El propietario de este fundo, Héctor Delgado Villena, sostuvo con firmeza, además, que su propiedad “nada tiene que ver con el patrimonio cultural de Arequipa”. 

La última decisión de los regidores municipales ha sido solicitar la intervención del Consejo Nacional de Ambiente (Conam), entidad de mayor jerarquía en temas ambientales, para que se pronuncie sobre la inhibición del Inrena. El municipio no tramitará ningún expediente hasta recibir una respuesta. Sobre esta decisión pesa la amenaza de los interesados en las habilitaciones urbanas, quienes han señalado que denunciarán penal e individualmente a los regidores, por daños y perjuicios, en caso de que la respuesta final no les sea favorable. 

Arequipa, te quiero verde 

Según la asociación ecologista Pro Campiña, algunos Estudios de Impacto Ambiental presentan incongruencias. Michael Alfaro, miembro de esta asociación, nos cuenta que en el caso de la urbanización “La Doria” de Cayma, el estudio sostiene que la campiña contamina. 

Otra de las deficiencias es afirmar que los fundos constituyen “islas rústicas”. Esta terminología significa que la propiedad está rodeada por otras con construcción noble, condición que facilita su trámite de habilitación. Sin embargo, como se aprecia en el caso de “Las Praderas” (contradictorio nombre del proyecto ubicado en el fundo “La Cornejo”), la propiedad está rodeada de tierras agrícolas en uso. 

Lo más preocupante es que los proyectos urbanos en trámite piden acogerse a la zonificación R3, esto quiere decir que sólo estarán obligados a incluir un 12 por ciento de áreas verdes. Una zonificación R4 o R5, no les permitiría menos del 30%. Otra preocupación es que cinco de los proyectos en trámite ya han sido urbanizados, lotizados y vendidos, incluso ya hay viviendas construidas y habitadas. Por lo que, a fin de cuentas, otra vez, estaríamos discutiendo sobre la leche, léase campiña, derramada.

Texto: Paola Donaire | Publicado en Semanario El Búho No. 112 – 12 de septiembre de 2003

Síguenos también en nuestras redes sociales: 

Búscanos en FacebookTwitterInstagram y además en YouTube.

Autor

  • Semanario El Búho

    Las notas publicadas por “Semanario El Búho” fueron elaboradas por miembros de nuestra redacción bajo la supervisión del equipo editorial. Conozca más en https://elbuho.pe/quienes-somos/.

Suscríbete a La Portada

Recomendación: Antes de iniciar la suscripción te invitamos a añadir a tu lista de contactos el correo electrónico [email protected], para garantizar que el mensaje de confirmación de registro no se envíe a la carpeta de correo no deseado o spam.
- Publicidad -

Artículos relacionados

Últimas noticias