En un inicio, algunos de estos agricultores del valle de Chilina de Arequipa recibieron ofertas de compensación que oscilaban entre los 300 y los 1000 dólares por metro cuadrado de sus tierras para destinarlas al proyecto Charcani VII. Sin embargo, ahora se enteran que Egasa está en proceso de solicitar la inscripción de servidumbre para “adueñarse” de casi 20 hectáreas de sus terrenos.
Impacto en el entorno natural y la comunidad
El epicentro de esta controversia es el proyecto de la represa Charcani VII, una gran estructura de 25 metros de ancho, 31 metros de largo y 15 metros de alto, ubicada en el valle de Chilina de Arequipa. Está diseñada para generar energía hidroeléctrica y crear un embalse con una capacidad de 90,000 metros cúbicos de agua. Esta represa, que abarcará una superficie de 808 metros cuadrados, equivalente a dos canchas de baloncesto, plantea inquietudes significativas en relación con su impacto ambiental y el bienestar de la comunidad local.
Según los agricultores y las regulaciones establecidas por la Autoridad Nacional del Agua (ANA), se garantizará un caudal mínimo “ecológico” de 0.5 metros cúbicos por segundo en ese tramo del río Chili, pues ofrecen regresar el agua al caudal aguas abajo. No obstante, esta garantía no disipa la preocupación de que la represa reduzca considerablemente el caudal del río, en general. Y esto podría tener consecuencias perjudiciales para la flora y fauna autóctonas de la región en esa zona.
Dimensiones de la obra
El proyecto Charcani VII, con una inversión de 60 millones de dólares, busca generar 20.92 megavatios de energía en el valle de Chilina de Arequipa. Para lograr este objetivo, se captará agua del río, proveniente de la descarga de la central de Charcani VI. Esta agua será conducida a través de un túnel de 6 kilómetros que atraviesa el Parque de Las Rocas, generando una caída de 150 metros que pondrá en funcionamiento dos turbinas de 10.46 megavatios cada una.
Además, se erigirá una casa de máquinas cerca del río Chili, también se construirá un embalse de 90,000 metros cúbicos y se habilitará una hectárea de espejo de agua que ocupará la tercera parte del valle de Chilina. La subestación y la cámara de carga tendrán su emplazamiento en el Parque de Las Rocas.
Escasez de servicios básicos en Charcani Chico en Arequipa
La situación de los agricultores de Charcani Chico, que residen junto al río Chili, se agrava aún más por la falta de acceso a servicios básicos. A pesar de estar ubicados en un área donde Egasa opera seis hidroeléctricas que generan energía a partir de las caídas de agua del río Chili, estas familias carecen de electricidad convencional.
Los terrenos de los agricultores serían atravesados por tuberías y cables, lo que afectaría su capacidad de residencia en su propio territorio. Además, tendrían dificultades para acceder a sus propiedades debido a la necesidad de presentar documentos para entrar. Esto dificulta las visitas de familiares o conocidos sin permiso previo de los agricultores.
A pesar de que algunas viviendas precarias han instalado paneles solares, su capacidad es insuficiente para satisfacer las necesidades básicas de la comunidad. En pleno siglo XXI, la falta de acceso a la electricidad, al agua potable y a una comunicación adecuada se ha convertido en un obstáculo significativo para la calidad de vida de estos agricultores. La conectividad es tan limitada que incluso realizar una simple llamada telefónica se convierte en un desafío debido a la falta de señal en la zona.
Pérdida de campos de cultivo y riego comprometido
Uno de los aspectos más preocupantes es la pérdida de campos de cultivo como resultado de las actividades de Egasa en la región. Se estima que aproximadamente el 60% de los campos de cultivo de los agricultores locales ha desaparecido debido a la escasez de agua provocada por las hidroeléctricas. Esto ha afectado gravemente la producción de frutas, en particular de cítricos, que requieren riego constante.
Con la construcción del nuevo proyecto Charcani VII, los agricultores del valle de Chilina de Arequipa temen que sus campos de cultivo se conviertan en tierras baldías, tal como ha ocurrido en Charcani Chico, donde las tuberías y las plantas de energía han dificultado el riego. Además de la falta de acceso a servicios básicos como agua y electricidad, esta comunidad enfrenta la perspectiva de perder sus medios de subsistencia tradicionales y su conexión con la tierra.
Charcani I, construida en 1905 en Arequipa
Charcani I es la central hidroeléctrica más antigua en el valle de Chilina de Arequipa, con un historial que se remonta a 1905. Esta instalación consta de dos turbinas Francis de eje horizontal diseñadas para manejar un caudal de diseño de 7.6 metros cúbicos por segundo, lo que le permite generar una potencia instalada de 1.47 megavatios.
Ubicada a una altitud de 2,527.17 metros sobre el nivel del mar y con una caída neta de 26.85 metros, Charcani I cuenta con dos generadores fabricados por Siemens Shucker Werk. Estos generadores tienen una potencia nominal de 1000 y 472 kilovatios, que para la demanda actual es insignificante. Cuando la preocupación ambiental no era parte de las evaluaciones del proyecto, se fue ampliando con sucesivas hidroeléctricas hasta llegar a Charcani V y hoy se planifica, sin un fundamento energético probado, Charcani VII.
La necesidad de transparencia y un foro público abierto
En medio de esta compleja situación, la comunidad local y los defensores del medio ambiente hacen un llamado a la transparencia por parte de Egasa. Exigen que la empresa explique de manera detallada el proceso de construcción y presente una estrategia para abordar las preocupaciones planteadas por el proyecto Charcani VII. Un punto crucial es la convocatoria de un foro público abierto, donde la comunidad pueda plantear preguntas directas y recibir respuestas claras.
Parque ecológico Las Rocas
Además de las preocupaciones sobre el medio ambiente y la comunidad, el proyecto Charcani VII también genera interrogantes sobre su impacto en el paisaje. Sobretodo en la parte alta del valle de Chilina de Arequipa. La parte del valle donde se construiría el proyecto es considerada una zona de reserva paisajística y de alto valor natural, respaldada por ordenanzas locales. Sin embargo, la validez de estas ordenanzas ha sido cuestionada por un informe del Ministerio de Cultura que las considera nulas.
El Parque de Las Rocas, un paisaje desértico protegido de 220 hectáreas, se encuentra en peligro debido a la construcción del túnel. Esto alteraría significativamente la topografía del lugar. Pues se excavará en su superficie un túnel de más de 3 metros de diámetro por 6 kilometros de largo.
Según el Estudio de impacto ambiental del proyecto, explicado por la arquitecta Zoila Linares, también coordinadora técnica del Frente de Defensa del Valle de Chilina; se necesitará más de 16 hectáreas de excavación de donde se sacará material para la construcción de los túneles.
Lo que ellos destacan es que se afectará una zona de paisaje arqueológico. Pues este lugar a pesar de tener CIRAS que demostraban la inexistencia de restos arqueológicos, sí alberga algunos restos arqueológicos y sobretodo de paisajes.
Según explica, en sus más de 262 hectáreas se encuentran monolitos de piedra, una huaca y varias pinturas rupestres.
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