Tras el escándalo de los Rolex de Dina Boluarte, el Ejecutivo anda de tropiezo en tropiezo en sus esfuerzos por defender a la presidenta. La última torpeza llegó de boca de la cuestionada Hania Pérez de Cuellar. La ministra de Vivienda comenzó defendiendo a su jefecita insinuando que los relojitos del escándalo en realidad solo eran réplicas y terminó aceptando que ella misma compró un Rolex bamba en China varios años antes.
Una confesión que pesa el doble si consideramos que la tía Haníbal fue presidenta de Indecopi, la entidad encargada de defender la propiedad intelectual. Pero las patinadas de Hania no quedaron allí, sino que también deslizó que podría tratarse de una venganza del amoroso Alberto Otárola. El error despertó de entre los muertos al expremier, quien salió a jalarle las orejas a la ministra y acabó con Hania negando cualquier alusión a Otárola.
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