¡Que vivan los estudiantes!

"Son los estudiantes y las nuevas generaciones quienes hoy se constituyen como la fuerza principal en el renacimiento de la esperanza. Y del cambio de un sistema mundial que hasta ahora solo viene produciendo pobreza, desamparo, y crímenes de lesa humanidad"

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Definitivamente, hay una profunda crisis política y social en el mundo, con un enfrentamiento y confrontación que va desde la rivalidad económica entre Estados Unidos y China hasta la guerra entre Rusia y Ucrania. Y más que una guerra, el genocidio de palestinos en Gaza por el sionismo de Israel, del que han llamado la atención los estudiantes. Todo ello denota sobre todo una grave crisis del sistema político global, que tiene consecuencias morales en todas las naciones, pues los valores como el respeto a la vida, la honestidad, la paz, la verdad y la honradez han caído. Y lo que presenciamos a nivel nacional e internacional es que el Perú y otros estados han sido capturados por mafias con un alto grado de corrupción, represión violenta e impunidad.

Esta situación ha conducido a un desaliento mayor que la pandemia del Covid-19, pues no ha habido una respuesta social de los partidos, las instituciones tutelares, los medios y los ciudadanos.

Ciertamente que la guerra en Ucrania, en el Dombás, lanzó por el suelo la percepción de paz en Europa. Pero también es verdad que había una provocación de occidente al cercar a Rusia con fuerzas militares de la OTAN, dejando de lado las promesas de no amenazarla hechas a Gorbachov cuando la URSS se retiró de Alemania Oriental y se disolvió el Pacto de Varsovia, cosa que no sucedió, y por el contrario, Alemania se incorporó a la OTAN y apoyó militarmente a Estados Unidos en la invasión de Afganistán.

También es cierto que la OTAN, bajo el comando norteamericano, intervino en lo que fue Yugoeslavia. Este país pasó por un socialismo neutral encabezado por Josip Broz Tito, provocando una confrontación étnica para su fraccionamiento en pequeños y débiles estados. Yugoeslavia pasó a ser el globo de ensayo con lo que el complejo industrial militar norteamericano pretende hacer en la ex Unión Soviética con Rusia como principal soporte; es decir su implosión, teniendo como ariete a Ucrania comandado por Zelenski, quien encabezó un golpe de estado en 2014, y provocaba militarmente a Rusia con arsenal de la OTAN. Lamentablemente Rusia cayó en la provocación de un fantoche manipulado por Estados Unidos.  

Pese a que la guerra fría quedó atrás, los afanes por mantener zonas de influencia, y más que zonas de influencia, zonas de dominio, persisten. Principalmente en Medio Oriente y en Asia. Lo prueba la invasión a Iraq, perpetrada por USA con apoyo de sus socios como la España de Aznar. Con la excusa de “posesión de armas de destrucción masiva” arrasaron este país. Asesinaron a Hussein quien no tuvo ni armas para defenderse, junto a 500.000 iraquíes.

Luego la invasión a Afganistán con la participación de la OTAN, para acabar con los talibanes, a quienes antes habían armado para desalojar a la URSS de ese país. Tramaron el asesinato de Muamar Gadafi de Libia para producir inestabilidad y anarquía en ese país, otrora sólido y moderno. Pero lo más grave y que la historia juzgará como uno de los mayores crímenes de lesa humanidad es el patrocinio y apoyo al genocidio colonial que el sionismo israelí viene desde hace décadas ejerciendo contra el pueblo palestino. Apenas en 7 meses ha causado una de las matanzas masivas más grandes de la historia universal. A la fecha, mayo del 2024, más de 35.000 personas, el 70% mujeres, niños, enfermos y ancianos resultaron asesinados en Gaza. Y hay un saldo de más de 90.000 heridos. Una barbarie sin nombre.    

Frente a este horrendo crimen contra el pueblo palestino, lamentablemente los gobiernos occidentales que presumen ser tan “civilizados”, con Ursula von der Leyen Presidenta de la Comisión Europea a la cabeza, y que se rasgaron las vestiduras por el conflicto en Ucrania, callaron en todas las lenguas. Y aún justificaron y apoyaron militarmente a Israel para continuar esta masacre. Por supuesto que, con el apoyo y financiamiento incondicional de Estados Unidos, como lo dijo su vetusto y anacrónico presidente Joe Biden.

Cuando se expandía el desaliento y la impotencia por esta tragedia, paradójicamente, con unas sorprendentes y esperanzadoras acciones, los estudiantes de las principales universidades de Estados Unidos alzaron su voz de protesta acampando en sus recintos, en apoyo al pueblo palestino. Con banderas, pancartas y danzando el dabkeh dieron una gran lección a su gobierno y al mundo por una causa justa. Los estudiantes demandan que las universidades y el gobierno norteamericano deje de enviar armas y pertrechos militares a Israel.

A raíz de ello, las autoridades han iniciado una campaña de intimidación y de represalias. Con violencia policial, con maltrato, que han causado heridos y contusiones, en algunos casos muy graves. Y ha habido más de dos mil detenciones, entre ellas la hija de una congresista federal. Esto ha tenido una enorme repercusión mundial y estudiantes de otras universidades se han plegado a estas demostraciones de protesta. Ocurrió en Australia, Irlanda, Reino Unido, España, Francia, y en otros países. A estas manifestaciones se sumaron otras voces condenando el genocidio de palestinos. Como el Lemkin Institute for Genocide Prevention, fundado por Raphael Lemkin, jurista y judío polaco, cuya familia asesinaron en los campos de Auschwitz.

Son los estudiantes y las nuevas generaciones quienes hoy se constituyen como la fuerza principal en el renacimiento de la esperanza. Y del cambio de un sistema mundial que hasta ahora solo viene produciendo pobreza, desamparo, y crímenes de lesa humanidad como el de Gaza. Aquí también tuvimos a los estudiantes en noviembre de 2020 como principales protagonistas contra el golpe de Merino. Solo duró 5 días al frente del gobierno, a costa del sacrificio de Inti Sotelo y Bryan Pintado, mártires de la joven “generación del Bicentenario”.

Por ello, una vez más aplaudimos y celebramos las acampadas de los estudiantes en varios países. Quienes escriben nuevamente una página de solidaridad humana, y que derrotará con ello a la narrativa predominante de un genocidio colonial en el territorio palestino. Razón tenía Violeta Parra en su homenaje con su canción: “Me gustan los estudiantes”, inmortalizada en la voz de Mercedes Sosa. Ahí van unas estrofas:

Que vivan los estudiantes/ Jardín de nuestra alegría/ Son aves que no se asustan/ De animal ni policía/ Y no le asustan las balas/ Ni el ladrar de la jauría/ Caramba y zamba la cosa/ ¡Qué viva la astronomía!

Me gustan los estudiantes/ Que marchan sobre las ruinas/ Con las banderas en alto/ Pa’ toda la estudiantina/ Son químicos y doctores/ Cirujanos y dentistas/ Caramba y zamba la cosa/ ¡Qué vivan los especialistas!

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