Perú ocupó el puesto 64 entre 77 países que se sometieron a la prueba PISA del 2018. Por la pandemia, la próxima prueba fue aplazada para este año, mientras la educación en el país pasaba por su peor etapa en mucho tiempo. Con esa consideración, ¿en qué puesto quedaremos luego de dos años de clases virtuales debido al Covid?
Prueba PISA 2018: avance notable
En diciembre del 2019 los resultados de la prueba PISA 2018, realizada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), fueron publicados. Nuestro país ocupaba el puesto 64 entre 77 países. Aunque hubo una notable mejora comparado al resultado del 2015, aún ocupaba el último lugar entre todos los países de Sudamérica.
La prueba evaluó a los escolares de cada país en los ámbitos de comprensión lectora, matemáticas y ciencias. En las tres áreas nuestro país registró mejoras en los puntajes obtenidos. En lectura 401 (298 en 2015), en matemática 400 (387 en 2015) y en ciencias 404 (197 en 2015).
Educación en pandemia: confinamiento y clases remotas
Cuando entramos en estado de emergencia, en marzo del 2020, nadie pensó que sería por más de dos semanas. Pero las escuelas y centros de estudios permanecieron cerrados por más de un año y medio. Ante esto, el estado pudo implementar el programa “Aprendo en Casa”, para ser transmitido por radio y televisión, ya que la conectividad también es muy baja en el país. Pero debido a la discontinuidad y la falta de acceso a electricidad, señal o medios, la educación a distancia no solucionó el problema en varios lugares del país. Alrededor del 9% de estudiantes peruanos vivían en áreas donde no se podía acceder de ninguna forma a las clases de “Aprendo en Casa”.
Las plataformas digitales también fueron una alternativa de solución. Sin embargo, la familiaridad de los docentes con estas plataformas y la vida digital, primordial en ese momento, no era suficiente ni homogénea. Igual que la situación económica de las familias peruanas: mientras varios alumnos tenían acceso a internet y computadoras, otros compartían un celular con sus hermanos y dependían de recargas de datos para sus clases. La pandemia puso al descubierto enormes brechas entre estudiantes de una misma aula.
Menor asistencia y abandonos: de las aulas al trabajo
Según cifras de la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) del INEI, el porcentaje de estudiantes que continuaron llevando clases en el 2020, a través de cualquier modalidad, se redujo cinco puntos porcentuales en comparación a los niveles de asistencia del 2019. Pasó de 92% a 87%. Más de 400 mil alumnos dejaron de asistir a clases durante el 2020 a raíz de la pandemia. El mayor descenso fue en la educación inicial, donde los niños que pudieron acceder a sus clases cayó de 93% a 81%.
Además, los problemas de conectividad y acceso a las clases, generó que los adolescentes de familias con menores ingresos o zonas rurales opten por dedicar su tiempo a otras actividades. Esto incrementó el número de trabajadores de 14 a 18 años en zonas rurales, desde el inicio del confinamiento. El promedio de trabajadores adolescentes en el ámbito rural fue de 388 mil en el primer trimestre del 2020 e incrementó a 485 mil en el primer trimestre del 2021.
La perdida de capital humano a futuro
Que los estudiantes no puedan asistir a clases presenciales durante periodos prolongados afectaría sus aprendizajes y los ingresos que tengan en el futuro. Según el Banco Mundial, en países como el nuestro, el porcentaje de estudiantes por debajo del mínimo en rendimiento de pruebas de comprensión lectora y razonamiento matemático puede incrementarse de 54% a 76%. Esto representaría un obstáculo para desarrollar habilidades básicas y acceder a puestos de trabajo y salarios de calidad.
Plan de emergencia del sistema educativo
Debido a todo esto, el 20 de agosto del 2021, el presidente Castillo declaró en estado de emergencia el sistema educativo durante el segundo semestre del 2021, e incluso hasta el primer semestre del 2022. El decreto fue aprobado por el MINEDU el 21 de septiembre, buscando consolidar los aprendizajes de los estudiantes y promover la innovación.
Además, busca dar respuestas educativas en relación a la diversidad del Perú y cerrar brechas de desigualdad. Sus ejes principales son: la recuperación y consolidación de aprendizajes de los estudiantes de la educación básica y retorno a la presencialidad, el desarrollo profesional docente, la innovación tecnológica y competitividad educativa, educación superior, atención integral de las poblaciones rurales, indígenas, afroperuana y personas con discapacidad y la descentralización.
Sin embargo, en los primeros días del regreso a clases presenciales y sistemas híbridos que comenzó a mediados de marzo de este año, aún existe la urgencia de la implementación de sistemas que garanticen la recuperación de los aprendizajes perdidos por la pandemia. Además del fortalecimiento de la educación privada y pública para revertir el abandono y la baja asistencia de los estudiantes a sus centros de estudio.
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