Faltaba poco menos de media hora para las 16:00 horas cuando, aquel sábado 23 de junio del 2001, el suelo empezó a temblar. La región de Arequipa sufrió aquella fecha uno de los peores terremotos registrados en el sur del país. Con un registro de 8,4 grados de magnitud, dejó a su paso 83 vidas humanas. Dejó casas destruidas, monumentos caídos, deslizamientos de cerros, falta de agua, de luz y, sobre todo, más réplicas en las horas siguientes.
Sin embargo, esto no acabó ahí. No pasaron más de quince minutos cuando se registró un tsunami en las costas de Ocoña, Camaná, Quilca y Matarani. Las olas alcanzaron 7 metros de altura, golpeando con violencia las costas de Camaná y alcanzando más de un kilómetro tierra adentro. El tsunami fue el siniestro que más vidas humanas se llevó, responsable del 30% de muertos y del 92% de desaparecidos del total, además de ocasionar severos daños materiales.
El terremoto no solo afectó la región Arequipa, sino también departamentos vecinos como Moquegua, Tacna y Ayacucho. Según el informe de la Oficina General de Defensa Nacional del Ministerio de Salud (2005) se reportó la desaparición de 66 personas, 83 muertos en total, 2 mil 812 heridos, 22 mil 052 casas destruidas y 35 mil 576 viviendas dañadas. Para entonces, el gobierno tuvo que estimar 500 millones de dólares para los costos de recuperación.
La tragedia dio un batacazo a la realidad, dando a entender que la región Arequipa no estaba lista para afrontar un terremoto de esta magnitud. La ciudad blanca es una de las zonas más altamente sísmicas. Más de 20 años después, la prevención no ha mejorado para prepararse frente a una tragedia similar.
El silencio sísmico
En los últimos años, los sismos leves en la región Arequipa han ido disminuyendo. A esto se le llama un silencio sísmico. Esto, lejos de ser una buena noticia, sería perjudicial, ya que, según manifiestan los especialistas, un terremoto de grandes magnitudes suele suceder precedido por silencios sísmicos.
Según Víctor Aguilar, sismólogo de la Universidad Nacional de San Agustín (UNSA), los sismos precedentes a un terremoto de grandes magnitudes deben superar los 6 grados. Esto es algo que no se da actualmente en la región con mucha frecuencia, la última vez que esto ocurrió, fue precisamente en el 2001.
Arequipa no está preparada
Sin embargo, lo más preocupante es que, luego de más de 20 años, no se ha mejorado nada para prevenir un futuro terremoto de gran magnitud. Para Víctor Aguilar, los responsables son claros: las autoridades y también la población.
Los temas de prevención ante los sismos son muy descuidados por las autoridades y poco importante para las personas. La principal razón viene de la mano con la expansión territorial en la ciudad. En distintos puntos se han realizado construcciones sin un estudio de suelos adecuado. No solo eso, la población en general no participa o toma en serio los simulacros realizados.
Lo cierto es que no se descarta un terremoto de gran magnitud en el sur del país o en el norte de Chile. Según Víctor Aguilar, este terremoto podría incluso ser más fuerte que el del 2001, por lo que las consecuencias serían peores.
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