De Punta de Bombón a Las Granadillas

"Esta nota quiere llamar la atención sobre los centros poblados más pequeños, que no tienen posta como Punta de Bombón. Ni enfermera, ni menos farmacia y donde una infección respiratoria aguda puede derivar en un hecho fatal"

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La sorpresiva muerte del congresista Guerra García en Punta de Bombón, en las costas de Arequipa, desató una controversia sobre la falta de equipos y de médicos de las postas que, como siempre, se ocupó de señalar culpables, antes de suscitar una revisión racional de las carencias de la atención primaria de salud y de cómo afrontarlas.

Es verdad que hay problemas estructurales que se arrastran desde hace décadas, como la falta de presupuesto y de 18,000 médicos, según ha dicho el exministro Luis Solari. Pero hay decisiones actuales que impactan en esos resultados, como ha advertido otro exministro, Oscar Ugarte, al señalar que el proyecto de presupuesto público 2024, que se está debatiendo en el Congreso, parte de una disminución de 4,000 millones de soles, con respecto al presupuesto de gastos e inversiones del año que pronto terminará.

Nadie ha señalado que el mercado atenta contra una mejor distribución de los profesionales de la salud en el territorio nacional, pues los internistas y especialistas se concentran en las grandes ciudades y muchas veces los concursos para cubrirlas en provincias son declarados desiertos por olvido del juramento hipocrático o de falta de patriotismo. O porque Don Dinero marca el horizonte de muchísimos jóvenes galenos. Sí, pues, hay carencias morales y éticas que hay que revisar, antes de criticar la paja en el ojo ajeno.

Menos mal que existe el SERUMS (Servicio Rural y Urbano Marginal de Salud), que obliga a los graduandos de Medicina a trabajar una temporada en capitales provinciales y pueblos olvidados. Lástima que no exista la misma obligación para los graduandos de otras profesiones que bien les vendría conocer nuestra realidad nacional para sensibilizarlos y serían de mucho apoyo a los gobiernos locales que no tienen el presupuesto mínimo para contratarlos. ¿Se imaginan cuánto bien haría la presencia de jóvenes ingenieros, contadores, abogados, agrónomos o trabajadoras sociales y bibliotecólogos en tanto pueblo abandonado?

Tampoco había que cargar las tintas en contra del personal de la posta de Punta de Bombón por no atender a medianoche. Porque la desgracia que le ocurrió al líder de Fuerza Popular es un evento raro y muy grave, pero en esas postas distritales muchas veces se dan casos de urgencias que por falta de atención tienen desenlaces fatales. Si es de esperar que la tan reclamada inversión privada haga su parte para dotar de, por ejemplo, ambulancias a extensas zonas rurales. ¿Cuántos alcaldes han pensado en ellas?

Pero esta nota quiere llamar la atención sobre los centros poblados más pequeños, que no tienen posta como Punta de Bombón. Ni enfermera, ni menos farmacia y donde una infección respiratoria aguda puede derivar en un hecho fatal. Ahora que se debate el presupuesto de Salud del ministerio y los gobiernos regionales, habría que reforzar el trabajo de las brigadas itinerantes de salud que, como en el caso de los barcos PIAS (Plataformas Itinerantes de Acción Social) que recorren los ríos de nuestra Amazonía, han mostrado gran eficacia. Y no hay que olvidar que el Programa Juntos, focalizado en distritos de extrema pobreza canjea el aporte monetario por controles de salud. Son esfuerzos positivos que merecen apoyarses, pero resultan muy insuficientes, como duramente nos lo arrojó a la cara el Covid-19.

El próximo 3 de diciembre habrá elecciones de autoridades municipales de centros poblados en 168 de esas aldeas que, en promedio, tienen 800 electores. La mitad de ellos se concentran en las provincias de Jaén y San Miguel de Cajamarca, pero los hay desde Bagua a Puno. Y desde Moquegua hasta Contamana en la frontera con Brasil. Por supuesto, ningún partido ni movimiento regional les ha prestado la mínima atención. Tampoco los medios que dicen estar atentos “al acontecer nacional” y menos la voz “de los que mueven al país”. Son autoridades que no cobran un mango. La última rueda del coche de un Estado macrocefálico, con brazos y piernas raquíticos (como decía el finado Javier Diez Canseco). Pero son los encargados de tocar puertas para que los gobiernos locales y los regionales hagan algo para dotarlos de agua potable, electricidad, un bus, una biblioteca o una ambulancia.

Mi pensamiento vuela hasta Vista Alegre de Chingana, una aldea del distrito de Bellavista en la calurosa Jaén, donde se presentaron 7 listas de candidatos. A Huripampa del distrito de Olleros en la provincia de Huaraz en donde hay 5 listas. A Las Granadillas, también Jaén, un pueblito donde todos se conocen y quieren colaborar, donde se han inscrito 6 listas para trabajar por su pueblo. Me cuentan que son más de 2,200 candidatas y candidatos. Unos dirán que son ilusos, ingenuos, arriesgados, pero también corajudos, generosos, ambiciosos, patriotas, es decir, contradictorios. Son todo eso, pero tienen mucho más que ofrecer que quienes sólo nos quejamos o los que quieren salir del país.

Es una buena noticia en medio de tanta fatalidad. Es una buena noticia que los pequeños engranajes de las elecciones funcionen. Y sean una posibilidad para que esos compatriotas aspiren y se comprometan con esa utopía llamada democracia. Palabra resobada que ha perdido el brillo, pero que aún puede ser una llama en medio de la oscuridad reinante.

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