Hace 20 años | El agua del hortelano: Pasto Grande, Moquegua y el valle de Tambo 

Moquegua ha cerrado las compuertas de Pasto Grande negando el recurso hídrico para el valle de Tambo y contraviniendo toda la normatividad vigente. La presidenta regional moqueguana, Cristala Constantinides, pone obstáculos para el diálogo mientras las protestas en ambas regiones se agudizan y el ambiente se torna violento.

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Alcaldes, consejeros y congresistas de Arequipa y Moquegua; funcionarios del ministerio de Agricultura y del Consejo Nacional de Descentralización (CND); y el presidente regional arequipeño cumplen hoy su tercer día de reuniones. La gran ausente: Cristala Constantinides, presidenta regional de Moquegua, que dice no aceptar al CND como organismo marco para el diálogo. “En todo caso, el tema del uso del agua del Proyecto Especial Pasto Grande tendría que tratarse en Moquegua y, con todas las autoridades de la región…”, dice una carta dirigida a Luis Thais.

El alcalde de Islay, Miguel Román Valdivia, ha anunciado ayer que el paro -que comenzó el lunes-, será indefinido. Mientras que la situación se agrava en la carretera que une Arequipa con Moquegua en donde permanecen varadas decenas de vehículos. En nuestra ciudad ha comenzado a agudizarse el problema de abastecimiento de combustibles, luego de que los transportistas decidieran plegarse a la protesta. 

En Lima, las conversaciones le dan la razón a Arequipa y se plantea la creación de una autoridad autónoma de Pasto Grande que administre el manejo de la cuenca. Además, se ha planteado la necesidad de cambiar los hábitos de cultivo en ambas regiones para optimizar el uso del recurso hídrico. Esto se traduciría en menos hectáreas de arroz en Arequipa y menos alfalfa en Moquegua. 

Allá en el pasto grande 

El valle de Tambo está irrigado por el río del mismo nombre. El principal afluente de este río es el Vizcachas sobre el cual, en 1995, se construyó la represa de Pasto Grande, situada en Moquegua. A partir de la construcción de este embalse, ha sido necesario que los agricultores de Tambo soliciten el uso de las aguas de la reserva para el riego de sus cultivos.

El recurso hídrico es indispensable en la época de estiaje (octubre a enero), ya que disminuye el caudal de los otros afluentes del río Tambo y en consecuencia, no solo escasea el agua de riego, sino que la poca que lleva el río es de alto contenido en boro y arsénico. Según estudios técnicos de SUNASS (Superintendencia Nacional de Servicios de Saneamiento), los niveles de arsénico superan los estándares establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS). 

La amenaza de este mineral cae, no solo sobre la población de Islay (provincia a la que pertenece el valle de Tambo), sino sobre todo el mercado consumidor de los productos del valle (Arequipa y la propia Moquegua), teniendo en cuenta que el organismo humano no elimina la presencia de arsénico, el cual se acumula pudiendo alcanzar niveles letales. 

Que no, que no, que no 

Hasta el pasado 03 de noviembre, el uso de la represa de Pasto Grande estaba restringido -“reserva de aguas”, es el término técnico-, por lo que para el abastecimiento del valle de Tambo existía un acuerdo firmado por las autoridades nacionales y locales vinculadas al manejo de recursos naturales, en el que se establece un suministro anual de agua del embalse de Pasto Grande para el valle de Tambo, de 8.2 MMC (millones de metros cúbicos). 

Este acuerdo dejó de cumplirse este año, por decisión de la presidenta regional de Moquegua, Cristala Constantinides, aún a pesar de que la “reserva de aguas” caducó. 

El administrador técnico del distrito de riego de Moquegua, William Cerrón Aguirre, informó al INRENA (Instituto Nacional de Recursos Naturales) que “no es posible derivar agua a dicho valle (Tambo) porque generaría déficit para el valle de Moquegua”. La respuesta del INRENA sobre estas razones fue muy clara: “las encontramos carentes de sustento legal y reñidas con la normatividad vigente”. 

El memorando es contundente en reconocer el derecho del valle de Tambo sobre las aguas del río Vizcachas, puntualizando además que Pasto Grande “no tiene derechos de uso” sobre esta cuenca. El documento, firmado por el Intendente de Recursos Hídricos, Enrique Salazar, finaliza disponiendo la entrega inmediata del recurso a Tambo. Constantinides dice simplemente que no. 

Pasto chico 

Según el consejero regional de mayoría, Juan Zúñiga, “Moquegua moriría”‘ sin reservas de agua en el lapso de un año. Esto, en el caso de que se accediera a abastecer a Tambo. Y esa es la información que, difundida entre la población, ha motivado el encono en contra de Arequipa y su presidente regional, Daniel Vera Ballón.

Para justificar su negativa, Constantinides dice que el SENAMHI ha pronosticado sequía hasta el 2005 para Moquegua; sin embargo, es sabido que los pronósticos de este servicio tienen una proyección máxima de seis meses (sin contar con el dato anecdótico de sus tradicionales yerros). 

La presidenta regional se basa también en la ley 23257 del año 81 que aprobó la reserva de los ríos Moquegua y Vizcachas. Lo que parece ignorar la autoridad moqueguana es que esta norma fue derogada por la Ley de Inversión Privada. Es en virtud de ella que Moquegua venía solicitando cada año, la prórroga de la reserva. Es la última prórroga la que venció el pasado 03 de noviembre, como ya se ha mencionado. 

Gato encerrado 

En conversación telefónica con “El Búho”, el presidente regional Daniel Vera manifestó su temor de que Constantinides estuviera obedeciendo presiones de algunas empresas mineras. Hay que tener en cuenta que, desde 1996, la empresa minera de Quellaveco viene reclamando el uso de las aguas del río Chilota -otro afluente del Tambo y tributario también, de Pasto Grande-.

El presidente de la junta de usuarios irrigación Ensenada, de Mejía, Eduardo del Carpio Begazo, junto con otras asociaciones agrarias de Tambo ya han presentado un recurso de oposición ante el Ministerio de Agricultura, para impedir tal dotación. Pues significaría 22 millones de metros cúbicos anuales menos para las irrigaciones. 

Sobre el perjuicio que representa la explotación minera de Quellaveco existen críticos informes elaborados por la ONG Labor. Consideran insólitas las facilidades que se otorgan a la minera para la obtención de agua en una de las zonas más desérticas del país. Cabe mencionar que un decreto supremo otorga a la explotadora de cobre el uso de 700 litros por segundo. 

Lo que huele a gato encerrado es que a la minera no se le niegue el agua como se hace con Arequipa. Más curioso todavía, que entre la población moqueguana se utilice un discurso inverso. Es decir, que se pretenda hacer creer que el negar agua para Arequipa sea un antecedente para no dársela a la minera. Curioso si consideramos que en las prioridades de uso -según ley de aguas-, figuran el consumo humano y la agricultura antes que la minería.

Texto: Paola Donaire | Publicado en Semanario El Búho No. 122 – 21 de noviembre de 2003.

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