La Argentina y Milei

"Sus ideas parecen estar en su tupida cabellera, hirsuta, desordenada y estrambótica. Y Milei ha impactado, por lo menos al 30% de votantes"

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La Argentina tiene la tasa más alta de psiconálisis de América. Se psicoanalisan todos y hasta las mascotas. Parte de esta terapia son los sketchs políticos que suelen presentar algunos teatros de Buenos Aires. Están llenos y los espectadores se rien a mandíbula batiente. Pero, que salgan curados de estas sesiones individuales y colectivas es otro tema. Ahora, en la Argentina han encontrado otro modo de psicoanalizarse. Alguien ha creado un personaje que recuerda a la Medusa de la mitología griega: un candidato a la presidencia de la República presentado en las Primarias, cuyas ideas parecen estar en su tupida cabellera, hirsuta, desordenada y estrambótica. Y Milei ha impactado, por lo menos al 30% de los votantes que lo han aprobado con una sonrisa de satisfacción.

No es raro que muchos ciudadanos actúen así. No tienen otro modo de manifestar su disconformidad con la forma como se conduce al Estado y al gobierno, con una situación que les parece absurda. A fines de la década del ochenta del siglo pasado una parte de los electores italianos, hastiados de los partidos políticos, llevaron a la Cámara de Diputados a la Cicciolina, una actriz erótica de segunda. En el Brasil tuvieron más humor: en 1958, el rinoceronte Cacareco ganó una elección municipal en Sao Paulo.

¿Por qué protestan los argentinos que le dieron su voto a Milei?

No es para menos. El dólar sube cada día unos cuantos pesos. El dólar blue, el de la calle, el de la oferta y la demanda, está ahora a 720 pesos. Hace un año estaba a 260. Por lo tanto, todos los precios suben en esa proporción. En el Perú sabemos lo que es esto, porque el Apra y Alan García nos metieron en esta fatídica espiral entre 1985 y 1990.

Como al Estado argentino no le alcanzan los ingresos programados, el gobierno y el Banco Central emiten todos los días billetes nacionales sin respaldo y sin que nadie los contenga y con ellos paga a su personal y sus gastos.

Ni el Peronismo, ni el Macrismo han podido ni se han atrevido a parar esas emisiones inorgánicas de dinero.

Es claro, la pregunta que surge es ¿y por qué el Estado argentino tiene que gastar más de lo que puede recaudar como impuestos y tiene que prestarse dinero?

La respuesta es sencilla: porque subsidia una serie de bienes de consumo general: petróleo, gaz, electricidad, pasajes, ciertos servicios públicos, etc., subsidios que benefician a todos, a ricos y pobres por igual. Se colige que nadie en la Argentina tiene la intención de pagar el costo real de los bienes y servicios subsidiados. Y los electores, hecha ya su terapia con Milei, votarán por quienes les prometan con sus discursos, metáforas o silencio que las cosas continuarán como siempre.

Total, el show debe seguir.

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