De ausencias y nulidades

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El decano de la prensa peruana señala que los partidos presentes en el nuevo Congreso habrían recibido el respaldo de sólo el 39.65% de los ciudadanos hábiles para votar, pues los ausentes – 26% -, sumados a los votos nulos, blancos y los emitidos a favor de los partidos que no superaron la valla electoral, sumarían el 60% de los electores. La mayoría de los lectores ha esbozado el rictus de aburrimiento cuando se reitera lo ya sabido o sospechado.

sobre votos nulos

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Analicemos las cifras. Se han sumado 6’338, 897 ausentes[1], de los cuales 732,466 residentes en el extranjero, no acudieron a los centros de votación de 235 ciudades, es decir, el 77.7% de los convocados. Pero habría que descontarlos porque, de conformidad con el Art. 240° de la LOE modificado por la ley 28849, los residentes en el extranjero no tienen multa por no votar, lo que indirectamente convierte su voto en facultativo. Así, la nueva cifra de ausentes 5’606,431, representa el 22.6% respecto del total de convocados a votar, lo que significa que creció en 4.5% respecto a las elecciones de abril del 2016.

¿Quiénes no fueron a votar? Como en ocasiones anteriores, por encima del promedio nacional estuvieron los distritos electorales de Loreto con 39.4%, Amazonas con 37.6%, Huancavelica con 35.2%, Huánuco 34.6% y Cajamarca con 33.8%, en donde es mayor el índice de distritos rurales con locales de votación con problemas de accesibilidad, por las distancias y la falta de transporte público. Pero es interesante hacer una comparación con Lima Metropolitana, en donde el ausentismo fue del 19%: los que han mostrado menor interés han sido los vecinos de San Isidro con 29.1%, y Miraflores con 28.3%; mientras que en Villa El Salvador y Lurín sólo hubo el 15.6% de ausentes. Y, sin embargo, es posible que sean los vecinos de los barrios ricos los que más protesten por los resultados.

Pero, ¿cuál es el peso moral o la atención que se debe prestar a los reclamos de los que no quisieron o no pudieron ir a votar? ¿Qué se debe hacer con los que critican desde el balcón? Porque, esos ciudadanos ausentes pero influyentes, es probable que tengan voces en los grandes medios a la hora de definir políticas públicas, mientras los de abajo, como ha pasado a lo largo de nuestra historia republicana, se queden sin voceros. Es distinta la situación de los que fueron y votaron nulo, porque fue una expresión legítima y comprometida de protesta, que debieran tomar en cuenta los nuevos elegidos, si quieren hacer un papel decoroso.

En cuanto a los votos nulos, hasta el momento suman 3’083,064 lo que representa el 17% de los votos emitidos y el 12.4% del total de electores. Ahora bien, si 425,567 votantes no se decidieron por ninguna lista y emitieron un voto en blanco, la situación de los votos nulos es especial porque no necesariamente expresan el hartazgo, la desconfianza o la protesta del elector, sino que muchas veces resulta de un error del votante o de una arbitraria calificación de los miembros de mesa que no acuden a la capacitación y, por tanto, invalidan o anulan un voto válido.

En la elección congresal de abril del 2016[2] los nulos representaron el 18.2% del total de electores (casi tanto como los ausentes) y los votos en blanco el 10.4%. Por su parte, las seis listas (de once presentadas) que alcanzaron representación congresal acumularon 11’155,990 votos, lo que significó el 48.7% del total de electores. Esta vez las nueve listas que alcanzaron representación, acumulan hasta el momento 10’036,523 votos, que significan el respaldo del 40.5% de los electores. ¿Se imaginan cuánto más bajaría si el voto fuera facultativo?

¿Pero, se esperaba un resultado cualitativamente distinto? Con políticos que dieron un deplorable espectáculo desde el Congreso en los últimos años, se explica el entusiasmo para apoyar su cierre, pero no para reemplazarlos por perfectos desconocidos, como fue la oferta que presentaron las frágiles organizaciones autodenominadas partidos. No es desatinado decir que ha habido mucho de azar en esta elección o la intervención de la mano de Dios, como diría algún humorista.

La explicación más sencilla es quizá la más acertada: la mayoría de los que votaron naranja, cuyes y estrellas en el 2016 cambiaron sus votos, ya sea por alternativas “nuevas” como el FREPAP y Podemos o exaliados como Acción Popular y Alianza para el Progreso. Otros optaron por no votar o anular su voto como señal de protesta y rechazo contra todos los políticos.

Pero, a mi entender, lo más importante es constatar que no podemos salir del círculo vicioso de la política criolla que ha sido iluminada en sus entrañas ocultas gracias al terremoto Odebrecht. Si los vladivideos mostraron el manejo secreto y descarnado de un poder cínico y sin control, y el libro de Alfonso Quiroz quitó los velos de una Historia interesada que encubrió el despojo de los bienes nacionales desde la misma Independencia; las revelaciones de los poderosos Odebrecht, Romero y Graña y Montero están exhibiendo los mecanismos que usan los ricos para escoger simpáticos demagogos que embaucarán a un pueblo distraído por la farándula y el fútbol.

Ayer nomás, mientras algunos ciudadanos eran informados que uno de los actuales ministros había favorecido a Odebrecht en el pasado, la noticia que ha atrapado al mundo popular son las disputas por la jugosa pensión alimenticia que debe pagar una estrella del fútbol. Es la misma prensa que escoge qué precandidatos poner en las encuestas, es la misma que machaca que los asaltos y no el desempleo o la pobreza, son los problemas principales, la misma que convierte en cucos a los venezolanos. La gente inyectada a diario con esas imágenes concluirá, fácilmente, que lo que se necesita son gobernantes con mano dura y que ha llegado el momento de pasar la página y olvidar a esos gobernantes que ya han recibido castigo. ¿Cuál es el sopapo pedagógico que se necesita para despertar al gigante dormido, de manera que se fije en lo principal y deje lo que lo distrae?

[1] Faltando un poco más del 1.3% de actas al 11 de febrero, las que están siendo revisadas por los jueces electorales.

[2] Para tener una visión panorámica de la elección de congresistas del 2016 ver las pp. 79 y ss. del Reporte Electoral N° 16 de la ONPE publicado en 2017. Se puede acceder a él a través del siguiente enlace: https://www.onpe.gob.pe/modEducacion/Publicaciones/reporte16-EEGG2016.pdf

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