Pandemia y “economía de guerra”

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En el actual contexto, se ha señalado que la situación sanitaria y económica del mundo debido a la pandemia del Covid-19 es parecida a la de una guerra, donde hay: miedo, enfermedad y muerte (sin armas de defensa). Para enfrentarla, se requiere reemplazar la disciplina fiscal promovida en situaciones normales,  por un shock estatal para salir de la crisis. Pero, hay que discutir las características de esa intervención estatal.

Foto: Alto Nivel

Antecedentes

Para Philippe Le Billon, la economía de guerra es el conjunto de actividades económicas que se organizan para financiar un conflicto que pasan por la producción, la movilización y la distribución de los recursos[1].

Liebenberg et. al. (2015)[2] señala que una economía de guerra gira en torno a la capacidad de los gobiernos para asegurar y mantener un suministro sostenido de recursos humanos, financieros y militares a través de la operación efectiva y eficiente. En la misma línea, Galbraith (2001)[3], indica que la economía de guerra o economía en tiempos de guerra es un precepto que hace referencia a todas las acciones o medidas que emprenden los gobiernos en una situación de calamidad extrema.

Roberts, señala que esta depresión solo puede revertirse con medidas similares a las de la guerra; a saber, la inversión masiva del gobierno, la propiedad pública de los sectores estratégicos y la dirección estatal de los sectores productivos de la economía[4].

La economía de guerra no estimuló al sector privado, reemplazó el “libre mercado” y la inversión capitalista con fines de lucro. Para organizar la economía de guerra y garantizar que produjera los bienes necesarios para la guerra, el gobierno de Roosevelt creó una serie de agencias de movilización que no solo a menudo compraban bienes sino que dirigían de cerca la fabricación de esos bienes e influían mucho en el funcionamiento de empresas privadas e industrias enteras.

Bossie y Mason concluyen que: “cuanto más —y más rápido— necesita cambiar la economía, más planificación necesita. Más que en cualquier otro período en la historia de los Estados Unidos, la economía de tiempos de guerra fue una economía planificada. El cambio masivo y rápido de la producción civil a la militar requirió una dirección mucho más consciente que el proceso normal de crecimiento económico. La respuesta nacional a la pandemia y la transición del carbono también requerirán grados de planificación económica superiores a los normales por parte del gobierno”[5].

Aunque, otros como De Nicola & Quattrocchi (2020)[6],  señalan que la historia de las economías de guerra y de la reconstrucción post-guerra nos enseña que el nuevo protagonismo del Estado en la dinámica económica debido a una economía de guerra no define de por sí ninguna transformación, ni reduce las desigualdades. Para ello hace falta guiar algo más que una reconstrucción: una reconversión.

Alemania, España y Estados Unidos, han implementado grandes paquetes fiscales (en algunos casos alrededor del 20% del PBI). Es decir, una mayor participación del Estado, también con medidas comerciales proteccionistas y que tienden a reducir la dependencia del exterior, algunas fábricas que cambian su giro de producción por insumos o maquinaria que se requiere para enfrentar la pandemia, buscando asegurar en la medida de lo posible, el bienestar de la población. Pero, en esta coyuntura, hemos visto que no siempre con una dirección centralizada y planificada, o estrategia única como se ha podido ver en el caso de estados  federales o gobiernos regionales con relativa autonomía.

¿Y nosotros?

Algunos países desarrollados están controlando la pandemia, y no sabemos si requerirán en adelante mayor intervención estatal en el control de sectores productivos, como señalan algunos de los autores reseñados. China, por su sistema económico ha podido canalizar los recursos con las prioridades, planificación y oportunidades necesarias, gracias también a la gran disciplina de su población.

Necesitaríamos un poco de economía de guerra. Hemos asignado recursos en cantidad acorde con la emergencia, aunque sin poder atender con prioridad a la pequeña y mediana empresa que concentra los empleos, sector informal, el sector agrícola (principalmente agricultura familiar), ni el de ciencia y tecnología. No hemos cubierto siquiera necesidades de nuestra primera línea de combate: trabajadores del sector salud, transporte, fuerzas policiales y armadas, limpieza pública.

En varios casos, son problemas estructurales que ahora explotan. No hay recursos o habiendo, no se puede comprar del exterior porque está bloqueado o existe escasez. Pero también hubo actitud contemplativa y permisiva con productores o importadores que han acaparado bienes necesarios, o han subido precios aprovechando la  necesidad extrema. Se ha debido intervenir en los mercados con los instrumentos requeridos, con política de precios, comercial, o evitando el uso y abuso de poder monopólico u oligopólico. Atender a los agricultores para que no pierdan sus cosechas, transportar a nuestros compatriotas de retorno a sus regiones, atendiéndolos en hoteles o refugios preventivamente para evitar contagios.

Es una emergencia y se debería -por lo menos en este contexto- reorientar la economía y concertar con la industria nacional para enfrentar la pandemia. Poner también un impuesto-por una sola vez- a la riqueza, para contribuir a los múltiples financiamientos que se necesitan.

Por último, necesitamos una acción más decidida del estado, ahora. Y, después, discutir cual  es el nuevo equilibrio Estado-mercado que se requiere, en la reconstrucción que el nuevo gobierno tendrá que liderar en el Perú del Bicentenario.


[1] LE BILLON, Philippe. The political economy of war. What relief agencies need to know? Humanitarian. Practice Network. 2000. Página 7. Disponible en:

[2] Liebenberg, S., R. Haines & G. Harris (2015). A theory of war economies. African Security Review, 24:3, 307-323.

[3] Galbraith, J. (2001). The meaning of a war Economy. Challenge, vol. 44, no. 6, 2001, pp. 5–12. JSTOR, www.jstor.org/stable/40722105.

[4] Michael Roberts Blog: https://thenextrecession.wordpress.com/

[5] https://rooseveltinstitute.org/wp-content/uploads/2020/03/RI_WWII_Working-Paper_202003-1.pdf

[6] De Nicola, A. & B. Quattrocchi (2020). Economie di guerra e conflitti post-pandemici.

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