Nomadland (2020): Entre el preciosismo y el falso documental

"Abunda el guiño preciosista salpicado de esas puestas de sol que nos quieren convencer a la fuerza de que la vida es hermosa y lo es más si practicamos renuncias materiales en modo New Age o neohippie"

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El problema con la premiada “Nomadland” (Chloé Zhao, 2020) es que ha convertido la sencillez del documental en un ejercicio de sofisticación cinematográfica. Allí, donde no debería haber artificio sino la presentación austera de los nuevos nómades, abunda el guiño preciosista salpicado de esas puestas de sol que nos quieren convencer a la fuerza de que la vida es hermosa y lo es más si practicamos renuncias materiales en modo New Age o neohippie.

No está mal el mensaje, ¿pero por qué convertir en una complicada puesta en escena lo que cabe sin problemas en el documental? Si “Nomadland” fuese un documental entonces se sentiría más auténtico y cercano, pero convertido en largo no se entienden muchas cosas. Por ejemplo, si ya se renunció al documental ¿para qué conservar una línea argumentativa que no va a ningún lado?

La protagonista, una Frances McDormand siempre en forma, no vive ninguna crisis, no sufre ningún “pathos”, no experimenta ningún clímax… Entonces, ¿para qué elegir el relato ficcional? Confieso que no he leído el libro de Jessica Bruder, pero también es verdad que hay un guion de la propia Zhao, basado en el libro. Todos los personajes, muchos de ellos nómades en la vida real, nunca son más de lo que representan. Es decir, no hay un tratamiento de los personajes, no tienen volumen, no tienen dimensión, no hay complejidad de significados en ellos. Eso, de alguna manera, aporta “realismo” al filme, pero nuevamente, si el “realismo” era uno de los objetivos, ¿no era mejor entonces decidirse por el documental?

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Por otro lado, ¿es real lo que Zhao nos presenta? ¿Es real una comunidad de marginados que no tenga conflictos personales ni problemas de adicción? ¿No está todo muy barnizado por una mirada complaciente y “positiva” que sólo muestra una cara de la realidad de los nómades? La película es también muy coyuntural. Su discurso es sospechosamente idóneo en un contexto en que EE.UU. sale del período Trump y de los excesos descarnados del capitalismo para entrar a un período de crítica y de encuentro con uno mismo. Quizá por eso la Academia le otorgó el premio: porque la película calza bien con el sentir político y social de esta nueva normalidad.

Sin embargo, también hay aciertos en la película. Y creo que el más notable es el tema que desarrolla. Porque esencialmente “Nomadland” no es una película de nómades, no es una película de desempleados, no es la odisea de una mujer viuda, no es una crítica social al capitalismo, no es un canto humano a la solidaridad… “Nomadland” es una película sobre la curación. Algo que parece muy simple y que quizá lo es, pero es algo también conmovedoramente humano: curar, sanar, cerrar una herida. Asimilar el dolor, gestionarlo, y luego dar una respuesta. Una respuesta que será una lágrima, un grito, una sonrisa… pero una respuesta finalmente para decirnos íntimamente: “Ya está, ahora continuemos”.

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