Para volver a escalar La Montaña Mágica

"Hay quien ha visto en Hans una representación de la República de Weimar. Tal interpretación política es posible. Yo prefiero ver en Hans al ser humano común y corriente, al “tonto puro” que abandona su casa en busca del grial"

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Lo primero que impresiona al recorrer por primera vez las páginas de La Montaña Mágica (1924) es comprobar que ya no se escribe así, como escribía Thomas Mann, con esa apabullante erudición, con esas frases que se alargan hasta el vértigo, con ese ojo clínico que se detiene en detalles insospechados para extraer de ellos un profundo simbolismo…

La historia que se narra en esta novela es sencilla: un inexperto joven hamburgués, Hans Castorp, sube a una colina de Davos para internarse por tres semanas en el sanatorio Berghof. Ese internamiento se extiende por siete años, durante los cuales, nuestro héroe conocerá el amor, la pasión intelectual, el tedio y el heroísmo. Podríamos decir que se trata de una Bildungsroman, o mejor, de la sutil parodia de una Bildungsroman. El propio nombre del protagonista (Hans, Johannes, Juan, Hans im Glück) ya nos advierte que se trata de un joven mediocre y de modestas cualidades.

Hay quien ha visto en Hans una representación de la República de Weimar. Tal interpretación política es posible. Yo prefiero ver en Hans al ser humano común y corriente, al “tonto puro” que abandona su casa en busca del grial. Es muy emocionante aquel capítulo en que Hans, enamorado, le declara sus sentimientos a la bella y fría señora Chauchat. Es una noche de Carnaval y en el sanatorio reina un ambiente de alegría y de tristeza al mismo tiempo, porque la fiesta se va acabando, caen las sombras y los pocos invitados que persisten en seguir las celebraciones van acallando sus voces. Se escuchan, a lo lejos, los débiles ecos del lied “Der Lindenbaum” de Franz Schubert, y como prisioneros en un mágico sueño, nuestros personajes conversan íntimamente en francés, hasta que se hacen las penumbras. Esta bella melodía resurgirá luego, en un momento crucial de la novela.

El final de la novela es bellísimo y hondamente humano. Sólo por vivir ese momento uno siente que ha valido la pena recorrer las 974 páginas del libro con plena concentración.

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