HACE 20 AÑOS: La industria arequipeña esperando el despegue

Durante años Arequipa ha resistido estoicamente los embates de la naturaleza, pero no han logrado sobreponerse aún al deterioro industrial.

Según los indicadores económicos, desde 1980 la producción manufacturera en Arequipa ha perdido peso en el conjunto de la economía regional, debido principalmente a: el hipercentralismo, estrategias empresariales desfasadas respecto a la apertura de la globalización, inestabilidad política y una crisis económica generalizada. 

Según fuentes de la Dirección Regional de la Producción, entre 1993 y el 2001, de 191 mil 763 empresas instaladas en Arequipa, sólo 108 mil 916 sobreviven, de lo que se deduce que el 43,2% cerró sus puertas. 

Lo que la mantiene económicamente activa es el hecho de ser la cabecera comercial y de servicios de toda la región sur. Pero no nos deprimamos, en lugar de ello rememoremos la pujanza empresarial de algunos arequipeños, a ver si conseguimos despertar a characatos emprendedores que empiecen a generar el cambio. 

Larga tradición empresarial 

Durante la primera mitad del siglo XIX, mientras el Perú quedó aislado del mercado exterior por el proceso emancipador, en Arequipa hubo una apertura al mercado inglés. En 1821 se estableció una firma asociada a Casa Braillard de París, dedicada a la importación y a la exportación. En 1823 se abre una sucursal de otra casa comercial, dedicada al mismo rubro, Antony Gibbs & Sons. 

La principal rama en Inglaterra era la textil y la materia prima la tenía la región (aparte de la lana de oveja, se descubrieron las potencialidades de la lana de vicuña, una de las más finas del mundo). Empieza con el negocio de la exportación de este producto natural. La construcción del ferrocarril en 1870 intensificó el comercio en la zona, que se expandió a otros sectores del sur (Cusco, Puno y Tacna). 

Estos cambios hicieron de Arequipa una ciudad comercial e industrial. Algunos aristócratas arequipeños empezaron a convertirse en socios menores de la actividad económica de algunos extranjeros. Otros convirtieron sus haciendas en pequeñas industrias donde se producía azúcar, alcohol, aceite, algodón y arroz. Complementariamente abrieron casas comerciales para distribuir sus productos. Mientras que otros crearon instituciones financieras de apoyo a la actividad mercantil, como el Banco de Arequipa. 

A este grupo se unieron los exportadores e importadores (ingleses, alemanes y franceses) que se desprendieron de sus casas matrices, se afincaron en la zona y crearon empresas por su propia cuenta.

Con el desarrollo comercial, se empiezan a abrir más casas comerciales: Guillermo Rickets (1895). José Salomón y Hermanos (1900), Manuel Muñoz Najar y Hermanos (1901), Carlos Lucioni y Compañía (1917), entre otros. 

Surgieron también nuevas industrias: Casa de Tejido Maranganí (1896), Fábrica de Tejidos El Huayco (1897), Fábrica de Galletas de Abel Vela (1897), Fábrica de muebles de Mariano E. Valencia (1898), la Fábrica de cerveza Pilsener de Günter y Rehder (antecesora de Cerversur), la Sociedad Eléctrica del Sur Limitada (1905), Fábrica de Chocolates La Ibérica (1909), Fábrica de Fideos Cavallero Hermanos (antecesora de la fenecida SIDSUR 1905). Los estudios para embotellar el agua de Socosani datan de 1900. 

Mientras el sector industrial se expandió en la segunda mitad del siglo XX, poco a poco se fueron cerrando los grandes comercios. Cambió el mapa productivo en la ciudad. 

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Empresas símbolo 

Algunas empresas y comercios ya han desaparecido, otras han quebrado o han sido absorbidas por empresas nacionales y extranjeras, pero en el imaginario local han quedado suspendidas en el recuerdo como: La Casa Monterrey, de los hermanos Sabino y Juan Manuel Velásquez que llegó a tener hasta tres sucursales en la ciudad; la Uruguaya, que después de más de 35 años, fue liquidada por la competencia, el contrabando y los problemas financieros; la casa de electrodomésticos Concha Femández y Compañía; Sidsur, fabricante entre otras cosas de los productos de la conocida marca Victoria; el agua mineral Socosani (de comienzos del siglo XX), de ser una pequeña planta embotelladora, llegó a extenderse a todo el Perú e incluso al exterior, quebró el año pasado. La curtiembre Pedro P. Díaz S.A. (1923), que aún mantiene su tienda en Puente Bolognesi, ha perdido los bríos de antaño.

A otras empresas el mercado local les quedó chico el mercado y decidieron trasladarse a Lima, como Carsa, que, convertido en un grupo empresarial, ha apostado por otros negocios. 

La leche mamá, Gloria S.A.(1941), líder en el mercado nacional, de los hermanos Rodríguez Banda, abandonó con ingratitud la ciudad, sobre todo para disminuir los costos de producción por conceptos de transporte, flete y otros. Este grupo empresarial compró en el 1994 Cementos Yura S.A., otra empresa símbolo. Mientras que la Compañía Cervecera del Sur fue comprada por la monopólica Corporación Backus en el año 2000. 

Estas “mudanzas” dejaron un vacío en el sector productivo que sigue sufriendo la fuga de capitales locales y afectando el mercado laboral. Se suma a esto el desapego de la industria que, habiendo nacido y desarrollado en esta región, la han abandonado sin el más mínimo reparo, sin retribuir al apoyo que le continúan dando el mercado mistiano y sus proveedores. 

Otra empresa símbolo fue el Banco del Sur, creada en la década de los 60, conformada por inversionistas netamente regionales. Hacia comienzos de 1980 empieza su expansión y llega a abrir oficinas en Lima, donde mudó su gerencia. Ya en los 90 y ante la inminente llegada de grupos financieros transnacionales, los accionistas deciden venderlo al grupo Luxit (los de Luccheti) de Chile. Ellos, después, lo revendieron al Santander Hispano. 

Infaltable en las mañanas dominicales, después del adobo, el “Anís Nájar”, empresa creada en 1854 (en abril del próximo año cumple 100 años), a diferencia de muchas empresas arequipeñas, sigue siendo administrada por el mismo grupo familiar que la concibió. 

Otra marca acuñada en la tradición arequipeña es La Ibérica, fundada por el español Juan Vidaurrázaga Menchaca, quién decidió echar raíces en esta región. 

Perspectivas 

Alberto Muñoz Nájar, ex presidente de la Cámara de Comercio, señala que es necesario hacer competitivas las ventajas comparativas de la región. Él apunta al desarrollo de la industria del turismo. Además, de los productos de exportación como fibras y textiles, rubros que ya vienen explotando Mitchell y el Grupo Inca. Y la potenciación del sector agroindustrial y minero. 

Alberto Jochamowitz, administrador de la Asociación del Parque Industrial (ADEPIA), tiene una percepción parecida. Pero también está convencido que más allá de la buena voluntad de los empresarios arequipeños por reflotar la industria, el gobierno tiene que mejorar la infraestructura de las vías de comunicación (carreteras, el aeropuerto y los puertos). Eso es indispensable para que el despegue empresarial arequipeño sea una realidad.

Texto: Patricia Pinto Arenas | Publicado en Semanario El Búho No. 108 – 14 de agosto de 2003

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