24 Hour Party People: Un documental sobre la movida de Manchester

"Es sumamente interesante la vida de Tony Wilson. Fue un patán soberbio, pero también un quijotesco caballero que luchó contra las corporaciones al crear el mítico sello Factory y la mítica discoteca The Hacienda"

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Tras leer la estupenda crónica de Jon Savage, “Una luz abrasadora, el sol y todo lo demás”, me impuse la tarea de ver la película “24 Hour Party People” para seguir explorando el universo caótico y feliz que fue Manchester entre fines de los setenta y los primeros años noventa. Lo primero que sentí fue decepción al ver a Sean Harris en una absurda interpretación de Ian Curtis: la delicadeza y la timidez de Ian se mostraban bajo la figura de un monigote pétreo de furia contenida. Pero el anticlímax mayor llegó cuando se representa la muerte de Ian. Toma de los zapatos de Ian con el fondo de la cocina y una música que sonaría perfecta para un rodeo en Texas. Es decir, no pudieron haber hecho nada más desangelado para un momento, se supone, altamente emotivo y crucial.

A su favor, hay que decir que todos los detalles son fieles a la realidad (excepto, claro, esa música de marras). Pero conforme avanza la película, uno se da cuenta de que la intención no es contar la vida de Ian ni narrar el proceso evolutivo de Joy Division, sino contar la historia del movimiento de Manchester teniendo como eje central a Tony Wilson. Y aquí sí que hay que quitarse el sombrero y aplaudir sin reservas a Steve Coogan que construye un Tony Wilson increíblemente convincente y simpático: el pedante intelectual de Cambridge obligado por las circunstancias a payasear frente a las cámaras de Granada TV.

Es sumamente interesante la vida de Tony Wilson. Fue un patán soberbio, pero también un quijotesco caballero que luchó contra las corporaciones al crear el mítico sello Factory y la mítica discoteca The Hacienda (aunque él mismo haya minimizado sus éxitos comerciales más de una vez y con argumentos irrefutables). Es increíble que después del sueño dorado que fue Joy Division, todavía le quedase a Tony Wilson una carta que jugar y con qué estilo la jugó. Happy Mondays fue ese segundo aire, tan pleno de energía y de locura, en el que valía la pena apostarse hasta la camisa.

En la última escena de “24 Hour Party People”, Tony Wilson y sus compinches están en la azotea de Factory. Happy Mondays ya no daba más, Factory hacia agua por todos lados y la cultura rave entraba a un peligroso declive. Entonces, tras una noche de alegres licencias, Tony Wilson ve a Dios. Habla con él unos minutos y luego se acerca a sus amigos. Rob Gretton le pregunta “¿Y cómo era dios?”. “Era igual a mí”, responde Tony, “está en la Biblia: Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza”. “Pero no a un hombre en particular, Tony” repone Rob. “Si tú lo hubieses visto, sin duda se parecería a ti” dice Tony. Rob le da una calada a su cigarro y comenta “Menuda mercancía”. Fin de la película. Créditos en colores psicodélicos y los primeros acordes de “Love Will Tear Us Apart”. En ese momento mágico uno comprende la película. En ese momento mágico uno deja correr una lágrima por el tiempo funesto que sepultó flores delicadas y flores salvajes en ese Manchester de ensueño que no ha de volver.

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