Durante la pandemia del covid-19, el magisterio universitario se volcó mundialmente a ayudar al alumnado brindando links de las lecturas requeridas para aprender, de modo que el alumnado pudiera leer a pesar del acceso restringido a las bibliotecas.
Dicha costumbre se ha quedado, se ha normalizado, especialmente en países como Perú, donde, a diferencia de EE.UU., no se le puede exigir al estudiante que COMPRE todas las lecturas del silabus para que forme una biblioteca personal.
Esta reciente costumbre, leer en links brindados por el profesorado y no buscados en biblioteca, está provocando, a nivel mundial, que baje radicalmente la presencia del alumnado universitario en las bibliotecas, podemos decir, sin exagerar, que ha surgido una nueva generación de estudiantes que ‘No Sabe Usar La Biblioteca’.
Ello se debe en parte a que el alumnado quiere usar las lecturas para aprobar sus cursos, como quien usa una Cosa, la biblioteca es algo distinto. La biblioteca puede ser usada, pero, en la historia de la humanidad la universidad nace como una institución de DEFENSA de la biblioteca, históricamente ella es el fundamento mismo de la universidad.
La biblioteca es la albergadora de debates, la casa de la multiplicidad de voces, el lugar donde no solo se encuentran las verdades, sino, ojo, diversas formas de falsedades. Pues, desde siempre, las verdades y las falsedades son creídas y difundidas por gentes diversas, y se guarda registro en las bibliotecas de cómo se han dicho las cosas y de qué consecuencias han tenido esos decires, estas acciones ligadas a palabras.
Una educación universitaria que no defiende a la biblioteca, provocará una universidad auto-destructiva. El único modo de defender la biblioteca es haciendo que la gente entre en la biblioteca, para usarla, si, pero, ojo, también para estar al servicio de ella, pues la biblioteca es ante todo una INSTITUCION, no solamente una cosa, si se defiende la COSA llamada biblioteca mientras se debilita la INSTITUCION biblioteca, con sus costumbres, roles, tradiciones, anécdotas y conocimientos; entonces la universidad perderá su perspectiva universalista para enseñar, se desvinculará del gran movimiento Humanista que universalizó los valores que permiten atender un debate, y se perderá la habilidad de entender debates en un par de generaciones.
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