El llamado barroco andino o estilo mestizo es el aporte de Arequipa a la arquitectura Hispanoamericana. HĂ©ctor Velarde afirma: “En Cusco hay superposiciones heroicas silencios graves en sus monumentos. En Lima la humildad del material hace de su arquitectura algo ficticio en su lujo y melancĂłlico en su fiesta; si vamos para Bolivia, Ecuador, MĂ©xico, encontramos riqueza exuberante, aislamiento de arquitectura hispana o exaltaciones lĂricas de piedra hasta lo trĂĄgico. La naturalidad absoluta, la arquitectura que nace del acuerdo perfecto entre la forma que llega y el espĂritu que la recibe, la tiene Arequipa en sus monumentos donde la idea española se expresa con alegrĂa y lenguaje indĂgena”.
El historiador Alejandro MĂĄlaga agrega: “en su aspecto decorativo la arquitectura arequipeña se aparta mĂĄs que ninguna otra regiĂłn de AmĂ©rica de las formas y estilos europeos conocidos, para acercarse a las formas y estilos aborĂgenes”. Lo que ocurriĂł es que los maestros españoles dirigĂan las obras encargando el trabajo menudo a asistentes indĂgenas de origen Collagua. Ellos eran cĂ©lebres por su admirable sentido estĂ©tico adiestrado en piezas de textilerĂa, que impusieron figuras acertadamente estilizadas de la fauna y flora regionales.
La obra cumbre del barroco andino o del llamado estilo mestizo, es la iglesia de la CompañĂa. Su cuerpo principal se construyĂł por primera vez en 1649, siguiendo los planos de la iglesia del GesĂș, en Roma. Las exuberantes portadas frontal y lateral del templo de los jesuitas resumen lo mĂĄs logrado de las formas decorativas de este estilo. En particular, aportan la imagen de un Santiago Matamoros -motivo pictĂłrico español que representa al apĂłstol Santiago luchando contra los moros, adaptado en el Virreinato. Y unas sirenas que han sido calcadas en muchas iglesias del Sur del PerĂș.
Si uno se desplaza un poco y se sumerge en los remozados claustros contiguos, se puede experimentar la extraña atmĂłsfera que se genera al cercar el ambiente despojado de un gran patio cuadrangular con una arquerĂa profusamente labrada.
Esta es una de las caracterĂsticas mĂĄs llamativas de la arquitectura arequipeña: se interrumpe amplios y limpios planos blanquĂsimos con repentinos conjuntos en saturado altorrelieve. VacĂo y plenitud. Luz y sombra.
Publicado el 8 de agosto de 2003 en el Semanario El BĂșho.
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