Un dĂa como hoy, hace un año, los peruanos despertaron alarmados por una noticia. Quien fuera dos veces presidente de la RepĂşblica, antes de su muerte, se encontraba rodeado. A punto de ser detenido por pedido del equipo especial Lava Jato que lo acusaba de haber tenido estrechos vĂnculos con Odebrecht.
Esa mañana, el fiscal Almenábar tocĂł la puerta de su casa para proceder a detenerlo. En minutos trascendiĂł la versiĂłn de que era trasladado a la clĂnica en estado muy grave, se habĂa disparado en la sien para evitar su detenciĂłn.
El suicidio del expresidente fue un acto de dignidad, segĂşn sus simpatizantes. La militancia aprista lo despidiĂł en masa, reivindicando su figura y acusando una persecuciĂłn polĂtica. Alan GarcĂa habĂa planificado todo al detalle, incluyendo una carta de despedida que fue leĂda por una de sus hijas en su funeral.
Antes de su muerte, dijo estar seguro de que Atala y Nava, sus Ăntimos amigos, aclararĂan las versiones de Barata e insistiĂł, una vez más, en que nunca se vendiĂł. A los 5 meses de su muerte, Luis Nava confesĂł que Alan GarcĂa sĂ habĂa recibido ingentes cantidades de dinero de manos de Jorge Barata, representante de Odebrecht, incluso en loncheras.
Más testigos se sumaban a esta confesiĂłn y otros indicios como las compras de propiedades contradicen su Ăşltima versiĂłn. Alan GarcĂa muriĂł en su ley, sin que ningĂşn peruano lo viera enmarrocado. Al igual que su partido.
Mientras en el Partido Aprista hay quienes reivindican su figura como sucesor del fundador Haya de la Torre, tambiĂ©n hay quienes creen que Ă©l deshonrĂł ese legado. Las investigaciones continĂşan y la historia de Alan GarcĂa, continuará siendo reescrita, por mucho tiempo.
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