Esta obra es una de las cinco finalistas de la categoría Cuento, del VII Concurso Literario El Búho. “Vindicación de Edward Sullivan” fue premiada con un diploma en diciembre de 2019.
El autor, Brayan Marco Ortega Gonzales, escribió este cuento bajo el Seudónimo: Time. A continuación, el texto completo.
Cuento «Vindicación de Edward Sullivan”
Edward Sullivan ha muerto y el silencio ha pervivido. Aunque se ha tratado de la muerte del más grande escritor del siglo XX nadie ha dicho nada. Su obra, uno de los mayores regalos que un hombre ha hecho a la humanidad, apenas ha sido apreciado por unos pocos. El poeta Franzen, uno de esos pocos, me ha escrito que ninguno de los obituarios que ha enviado se han publicado. Aunque temo que esta nota corra la misma suerte, en honor a Sullivan la escribo igual.
Su biografía se puede resumir en un adjetivo: literaria. Desde muy joven una mediana renta le permitió entregarse a la literatura. Alguna vez me escribió: “no puedo vivir de la literatura como algunos, ni tampoco con la literatura, como otros, como si de una amante se tratara, yo sólo puedo vivir para la literatura”. Sus 53 años los vivió en el condado de Monroe, no gustaba de la infructuosa actividad de viajar salvo para documentarse, era más un Proust que un Conrad, más un Borges que un Malraux… era más que todos.
Su obra enumerada puede parecer breve pero no hay que engañarse, aunque está compuesta por sólo tres novelas las dos primeras superan las mil páginas y la ultima las cuatro mil. Ahora todos lo niegan, pero la primera y única debidamente publicada, tuvo una exultante recepción de crítica.
Guardo como prueba la reseña de Cagliolo en el Times Review: “Inquietante relato que pone a prueba la moral y tiene el atrevimiento de convertir a Lolita en una novela convencional (…) obra maestra absoluta (…)”. De título Mary Christine, esta novela era la historia de la derrota de una sociedad ante el furioso empeño de acabar con el amour fou entre un niña de 10 años (sólo dos menos que Lolita) y su padre. Sullivan, más ético, evita todo el erotismo que había en la novela de Nabokov y sobretodo la obsesión pederasta de Humbert Humbert, no atestiguamos grandes escenas de pasión, ni los personajes caen en un patetismo lujurioso, el sexo aunque ubicuo es más bien una presencia silenciosa, los problemas entre los personajes son de carácter amoroso nunca de carácter sexual.
Entonces apareció la primera critica de Lessing en el The New Yorker, que no cuestionó ningún aspecto técnico como era su estilo, y fundó ad hoc su teoría literaria del Ethical Content, según la cual la apología de las miserias
humanas afectaban la verosimilitud y persuasión de una obra, pues la literatura no era un puro asunto técnico sino ante todo de contenido. Aunque no lo pretendió, hombre de pocas pretensiones, la crítica de Lessing tuvo mucha influencia y empoderó a la moral pública. Lo que siguió fueron las protestas, los juicios, la cancelación de las reimpresiones y traducciones, las injurias, la censura y finalmente el portazo del silencio. La sociedad se prohibió a si misma leer a Sullivan.
Como él era un verdadero escritor, ello no afectó su trabajo. Para entonces ya estaba embarcado en su segunda obra The Third Rail, novela de aventuras que narra alternativamente la historia de cincuenta masacres escolares. Con innegable originalidad en el manido tópico de la violencia Sullivan logró, y ahí su maestría, identificarnos con los asesinos y demostrar que ellos no sólo son tan humano como cualquiera de nosotros sino que obligadamente sólo pueden ser como nosotros.
Kuhn en la última crítica que escribió para el Lyner Magazine fue el único que públicamente alabó la novela: “En toda la historia de la literatura ningún autor ha logrado conmovernos con la maldad. Sullivan lo hace, logra que simpaticemos con los asesinos, que estemos de su lado, que odiemos a los héroes, que celebremos sus muertes, nadie como él nos ha mostrado los fondos oscuros de nuestra condición, nuestra necesidad de sangre, nadie como él nos ha mostrado que todos estamos más cerca de ser asesinos que de ser héroes”. Sin siquiera leerla, todas las editoriales rechazaron la novela y sus amigos realizamos una edición propia por puro hedonismo. Uno de esos ejemplares llegó a manos de Kuhn, cuya crítica fue su desprestigio.
Incesante pero no ajeno a sus circunstancias, Sullivan inició la redacción de su magnus opus: The Moral Punishments, inmensa novela de más de cuatro mil páginas a la que dedicaría más de diez años. En ella narra la decadencia de una civilización a causa de las sanciones morales que sus integrantes imponen a sus mejores individuos, que aunque despreciables por los actos que cometen (estupros, masacres, abusos, estafas, etc.), son a su vez sus mejores artistas y científicos (novelistas, cineastas, músicos, físicos, pintores, arquitectos, etc.). Esa civilización no se satisface con las sanciones de la Ley, sino que impone las suyas propias a través de la censura. Se prohíbe a si misma leer, mirar y escuchar a sus mejores individuos. La consecuencia aunque previsible no deja de ser irónica: la decadencia de la civilización.
Un infarto nos ha privado de su talento, y ya sólo queda imaginar lo que hubieran sido sus proyectos truncos:
a) Una novela corta en formato periodístico donde se narra la historia del pueblo de Meryrink donde todas las personas nacen bisexuales. Sin Título .
b) La historia de la masacre de todo un país por parte de sus inmigrantes. De Título: GREAT AGAIN.
Se ha señalado, como demérito, su predilección por el morbo. Nada más alejado de la verdad. Sullivan no prefería sus temas sobre cualquier otros, no escogía sus temas, estos se le imponían y como todo verdadero escritor se sometía a ellos. Nada más alejado de él que esa actitud “epater le bourgeois” pues como Kafka nunca escribió para publicar.
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