En agosto del 2018, a los 24 años, Rocío Quillahuaman se aventuró al mundo de las redes sociales con sus ilustraciones y videos, cuando ni pensaba en escribir un libro. Casi un año antes había dejado un trabajo que no le gustaba y que la absorbía tanto que la dejó “fuera de sí”. Pero también dejó la estabilidad económica que necesitaba para ayudar a su madre a pagar el alquiler.
Sin embargo, tenía el apoyo incondicional de su madre y “el privilegio de poder vivir bajo su techo”. Así empezó a trabajar en cosas pequeñas y a relacionarse con personas del mundo creativo, donde también conoció a “gente horrible” (lo cual le daría ideas para las animaciones que hoy vemos en su Instagram).
En ningún momento hice las animaciones pensando que eso me iba a dar dinero. Era una cosa más para reírme de esa gente y reírme con mis amigos de esa gente. Lo subí a Instagram como subo una foto de mi perro, como algo súper natural para mí. Lo que pasa es que luego empezó a verlo más gente y ahí empezó todo. Nació un poco así, como accidente.
Rocío Quillahuaman
Cuenta que todo inició por una broma en realidad (lo cual le gusta mucho). Un amigo ilustrador le regaló un retrato suyo, por lo que quiso devolverle el gesto en su cumpleaños. Aunque pensaba “el mío va a salir chistoso, me va a salir fatal”. Y sí, quizá salió mal dibujado, pero esa experiencia generaría algo en ella.
Entonces empecé a partir de ahí a dibujar a todos mis amigos, la gente que conocía, famosos que me caían bien…y se me fue de las manos de una manera bastante loca. Cuando volvía del trabajo era mi ilusión, como mi felicidad.
Luego empezó a desarrollar ideas destinadas a videos. Si bien no tenían ni los recursos ni las ganas de pedir favores para poder grabarlos, tenía las ganas de contar historias de gente que le caía mal o situaciones que no le gustaban. Y en la animación encontró el medio perfecto para hacer eso.
Más de 180 mil seguidores en Instagram
Rocío nació en Lima y se mudó a Barcelona a los 11 años. Estudió Comunicación Audiovisual y actualmente es una de las ilustradoras virales de España gracias a sus videos animados, donde critica la realidad política y social que la rodea. En su cuenta de Instagram (@rocioquillahuaman) tiene más de 180 mil seguidores y ha hecho casi 300 animaciones. Pero, ¿es difícil usar las redes sociales para exponer su trabajo ante los ojos de todo el mundo?
Responde que cuando se dio cuenta que los videos estaban funcionando cada vez más pensaba “eso no es importante”. Los seguidores aumentaban, pero ella seguía con sus cosas. Usaba Instagram como siempre, compartiendo cosas de su marido o de sus perros.
Porque al final, que una cosa funcione maso menos en redes sociales no significa que sea mejor o peor. Yo tengo un montón de amigos ilustradores que son buenísimos y tienen menos seguidores que yo. Eso no significa que sea mejor que ellos. Para nada.
Agrega que siempre ha tenido esta relación “natural” con la red social, en la que casi nunca leía los comentarios, fueran negativos o positivos, porque la abrumaban. Se disociaba bastante al ser una “situación tan rara”, por lo que prefería hacer como que no estaba pasando nada.
No leía ni comentarios ni mensajes…que luego me sabía mal porque había gente muy simpática. Pero en realidad creo que es mejor así, porque luego un comentario negativo te afecta más, a veces, que cien comentarios positivos. Tengas muchos o pocos seguidores, un cometario negativo te puede destruir.
Comenzó a ser más consciente de cuidar más sus redes cuando empezó a recibir odio por un video de política que hizo. Decidió controlar quien podía dejar comentarios, para sentirse “blindada”. Aun así, intenta mantener esa relación natural, compaginando sus animaciones con su vida personal.
¿Qué consejo les daría a los nuevos artistas que no se animan a usar las redes sociales?
Lanzarte al mundo de las redes sociales no siempre es color rosa. A veces significa un riesgo porque puede no funcionar, y Rocío es consciente de eso. Señala que en algunas charlas que ha podido brindar siempre procura dejar claro que no tiene alguna lección de vida que dar. O evitar decir “a todos les puede ir tan bien como a mí”.
Para empezar todo tiene sus matices, pero luego la meritocracia no existe. No por mucho que te esfuerces vas a conseguir algo o te va a ir genial. Eso no es real. Hay mucha gente con muchísimos privilegios que nunca mencionan…evidentemente con una base económica de sus familias y con un colchón sobre el que respaldarse, cualquiera se puede dedicar a eso.
Lo que le da rabia son aquellos artistas que pertenecen a la burguesía y pretenden darte lecciones. “Te dicen cómo tienes que ser y te hablan de dinero. ¡Y no tienen ni idea de lo que es arriesgarlo todo porque puedes perder algo! Ellos tienen ese margen de fracasar que no todas las personas tenemos”. Por lo que siempre deja en claro su origen, contexto, cómo vive y cómo trabaja. “No todo es tan ideal como pueda parecer en Instagram”.
Agrega que hay que tener muy claro que no significa nada que lo que hagamos en Instagram no funcione tan bien como a otras personas. No significa que seamos mejor o peor, ni que tengamos talento o no.
Obsesionarte con esos números lo único que hace es perjudicarte a ti y perjudicar quizá a tu arte. Al final lo más importante es ser fiel a lo que uno quiere contar, eso es lo que al final te va a llevar a algún sitio. Si es que te tiene que llevar a un sitio.
Marrón, un libro de memorias a corazón abierto
Este año Rocío publicó su primer libro con la editorial Blackie Books, titulado Marrón. Comenta que nunca se había planteado sentarse a escribir un libro, hasta que la editorial le planteó contar su historia. Al inicio dijo que no, porque se sentía “como una intrusa, una impostora en este mundo”, pero luego se dio cuenta que su historia era la de un montón de niñas migrantes.
Son unas memorias rabiosas, a corazón abierto, en las que repasa los momentos más significativos de su infancia y adolescencia. Un viaje lleno de humor hacia la búsqueda de sí misma, y de un lugar (y las personas) que al fin pueda reconocer como casa.
Sinopsis de “Marrón” de Rocío Quillahuaman.
Confiesa que le hubiera encantado ir a la biblioteca pública cuando era niña y encontrar ese libro. Para sentirse acompañada en todas las dudas, inseguridades y confusiones que sintió en su llegada a España, donde se enfrentó al choque cultural y al racismo. “Haberlo leído me hubiera acompañado muchísimo”.
Por esa parte pensé “creo que es importante que lo cuente”, porque además no lo está contando casi nadie, no hay esta historia publicada. Además, es en una editorial que sé que la gente va a leer. Por esa parte me animé. Luego ya cuando me senté y empecé a escribir sobre mi vida pensé “¿Qué he hecho?”. Porque tuve que rememorar cosas que ya había decidido esconder debajo de la mesa, a las que no me quería enfrentar para nada.
Rocío Quillahuaman
Al final la guiaron sus ganas de ser honesta. Creía que la única manera de que le saliera bien era desnudándose completamente, para luego sentirse orgullosa. No obstante, señala que no fue difícil contar estas cosas tan personales, sabiendo que todo el mundo formaría su propia opinión cuando las leyera.
“Porque es difícil cuando alguien está creando para caer bien a otras personas”. Pero ella siempre hizo los videos para enseñar cómo piensa sin importar si la gente está de acuerdo o no. De hecho, sí ha recibido muchas críticas en el pasado, pero al final resalta que solo se trata de su opinión, no pretende “callar a nadie”.
La gente siempre se lo toma todo más personal, como si hubiera estado diciéndolo por ellos. Ahí es donde se deberían revisar. A mí lo que me gusta es cuando hago comentarios o críticas, y la gente que pertenece a eso sabe reírse de sí misma también. Eso es muy importante. Solo me fío de gente que sabe reírse de sí misma.
Hacer las paces con “no encajar” ni aquí ni allá
Rocío explica que antes vivía en un constante vaivén. “Como dice Gabriela Wiener en “Huaco retrato”: vivía entre dos mundos. Tenía una doble vida”. Su manera de comportarse cambiaba con la gente de España y con las personas en su casa, donde comían comida peruana y hablaban con acento peruano. “Era básicamente la embajada de Perú mi casa”, bromea.
Tenía normalizado cuidar sus palabras y las jergas en cada lado. Hasta que se cansó. “Escribiendo el libro me di cuenta que no hacía falta en realidad”. Ahora su acento es suyo porque es su historia. Su forma de hablar mezcla cosas de ambos lados (como el “ahorita”, que se le pegó después de unos días en Perú).
Ya me he liberado de esa preocupación de “¡Uy no! tengo que encajar aquí o aquí”. Ya me da igual y esto ha sido un poco como empoderarme a partir de escribir el libro, al apropiarme de mi historia y ser consciente de mi identidad. Y ser consciente de la identidad de una y de los que son como tú…Hasta que no acepto mi identidad marrón no puedo apreciar la identidad marrón de los otros que son como yo.
El impacto de Marrón y la falta de representación
Con la publicación del libro, gente de todas partes empezó a escribirle muy emocionada. No solo niñas, sino también niñas que ahora son mujeres que comparten su historia. Rocío cuenta que en la presentación de Madrid se pusieron a llorar tres chicas que recordaron su pasado con Marrón.
Fíjate lo bonito que es que se sientan acompañadas, incluso más tarde. Que ahora lo lean y abracen a esa niña que fueron, quienes tenían esas mismas dudas. Por esa parte es precioso, y ya vale la pena por esas tres personas o esas cinco. O si son más.
Asimismo, le parece interesante que el libro también esté llegando a gente blanca, y que gracias a este puedan comprender mejor a la gente marrón con la que se relacionan. Siendo conscientes de esas realidades presentes en sus vidas.
Por otra parte, comenta que cuando era niña no encontró la representación en películas o series que buscaba. “No había nada a lo que agarrarme”. Hasta que de mayor descubrió a Gabriela Wiener y fue como un despertar.
Ver que había otra persona que tuvo de niña una experiencia parecida a la mía y sentirme acompañada. Decir “¡Mira! no solo fui yo la que se ha sentido así”. Para mí fue un despertar, y decir es muy importante verse reflejada en otra persona.
Sin embargo, considera que actualmente aún no hay suficientes influencers de color. Aunque es una persona “bastante pesimista”, espera que esto vaya cambiando con el tiempo, porque están por todas partes.
Allá hay muchísima migración y es una realidad. Muchas realidades que están ahí, que están presentes y forman parte de la actualidad y la sociedad allá. También pienso que no es solo es migración de Latinoamérica, es migración de muchos otros países. Entonces, ¿Por qué no veo cine de eso? ¿Por qué no veo gente contando esas historias? Está claro que hay unos obstáculos, que para unas personas como nosotras, encima mujeres, es más difícil acceder a ciertos sitios.
Espera que quizá algún día una niña pequeña migrante lea el libro y piense que dentro de unos años puede dedicarse a la comunicación audiovisual (y no tenga que ser doctora cómo su madre quiere). O mejor aún, quizá alguien haga una película sobre su familia migrante y empiece a generar más representación.
Regresar a Perú
Rocío confiesa que no recuerda hace cuánto no venía al país. Quizá siete años, desde la boda de su hermana (quien tampoco recuerda la fecha). Pero sabe que este viaje será bastante fuerte y le traerá muchos recuerdos. También se emociona al pensar en su visita a Cusco, tierra natal de su madre y una ciudad importante para ella.
Es su primera visita a Arequipa, en la que pasó unos días presentándose en el Hay Festival 2022 para conversar sobre su libro y otros temas. Antes de irse, nos cuenta qué le diría a aquella niña que recién llegaba a España hace muchos años:
Le diría, por sobre todas las cosas, que deje de meterse tanta presión a sí misma por adaptarse. Que tuviera más paciencia consigo misma y se respetase más, en el sentido de si algo le genera ansiedad. Que se tratase bien y entienda que es normal que te genere ansiedad esto. ¡Porque has hecho un cambio cultural muy fuerte! ¡Eres una niña pequeña! Le diría que estuviera tranquila y diga “mira si no entiendo lo que está pasando no pasa nada, ya lo entenderé en algún momento”.
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