Me pregunto quĆ© harĆ” la cancillerĆa, ademĆ”s de conversar con Chile, ahora que sabemos con certeza que militares de ese paĆs āfacilitaronā que cientos/ de migrantes de Venezuela, Colombia y HaitĆ, cruzaran nuestra frontera comĆŗn por lugares o pasos ilegales. Si bien no sabemos si contaron con el aval de su gobierno, el asunto es igualmente muy grave.
Este incidente muestra que Chile no tiene ni quiere tener una alternativa seria al tema migratorio, salvo, como acaba de hacer en este caso, convertir su problema interno en un problema de los peruanos. La conclusiĆ³n de este incidente no puede ser mĆ”s desalentadora: Chile no sabe cĆ³mo solucionar este problema y me temo que el PerĆŗ tampoco. Ā Ninguno de los dos paĆses acepta que el tema de la migraciĆ³n es regional y que la soluciĆ³n, por lo tanto, es colectiva.Ā
La crisis migratoria que hoy vive el PerĆŗ se iniciĆ³ en la dĆ©cada pasada con la llegada, primero, de colombianos que huĆan de una guerra y una violencia que tenĆa dĆ©cadas en ese paĆs. A lo que se sumĆ³, tambiĆ©n en la dĆ©cada pasada, la migraciĆ³n venezolana que fue creciendo exponencialmente. En el aƱo 2016 el nĆŗmero de venezolanos registrados no superaba los cuatro mil, hoy, luego de siete aƱos, hay algo mĆ”s de un millĆ³n doscientos mil.
El PerĆŗ no es ajeno a este proceso migratorio que es regional y mundial. Hoy, segĆŗn cifras oficiales del INEI, tres millones trescientos mil peruanas y peruanos viven en el extranjero. Es decir, un poco mĆ”s del 10% de nuestra poblaciĆ³n. Este porcentaje nos convierte en un paĆs de alta migraciĆ³n. En el caso de Chile, segĆŗn cifras oficiales el porcentaje de nacionales que viven fuera de su paĆs es de 3,3%, casi tres veces menos si lo comparamos con el nuestro.
Un factor que acelerĆ³ y agravĆ³ esta crisis migratoria fue la equivocada, y fracasada, polĆtica de la administraciĆ³n norteamericana. La misma del gobierno de PPK y de varios paĆses de la regiĆ³n frente al proceso polĆtico venezolano. La diplomacia peruana, en esos aƱos, se convirtiĆ³ en uno de los mĆ”s importantes operadores polĆticos de la diplomacia norteamericana interesada, como hasta ahora, en terminar con el gobierno de NicolĆ”s Maduro. Y si bien esta polĆtica acabĆ³ siendo un fracaso total, abriĆ³ las puertas al Ć©xodo venezolano. Sin ninguna estrategia para enfrentar ese problema en el futuro.Ā
En el Ć”mbito polĆtico se creĆ³ el llamado Grupo de Lima que se convirtiĆ³ en brazo diplomĆ”tico de la administraciĆ³n norteamericana contra el proceso venezolano. MĆ”s allĆ” de la postura frente a este proceso, el llamado Grupo de Lima y los EEUU promovieron sanciones polĆticas y econĆ³micas feroces. Y hasta impusieron una presidencia paralela a la realmente existente en Venezuela. El resultado de los graves errores internos, tanto del gobierno como de la oposiciĆ³n, fue una grave crisis econĆ³mica, la polarizaciĆ³n polĆtica y la aceleraciĆ³n de la emigraciĆ³n en ese paĆs.
El exilio venezolano alcanza hoy la cifra de algo mĆ”s de siete millones de personas, seis de las cuales viven en paĆses de AmĆ©rica Latina. A esas polĆticas se sumaron acuerdos internacionales, como la llamada DeclaraciĆ³n de Quito en 2018, avalados por el PerĆŗ e impulsados por los EEUU, que legitimaban y legalizaban el exilio venezolano. Fueron los tiempos en nuestro paĆs del āperrito faldero que mueve la colaā. Ā De ahĆ en adelante, salvo pocas excepciones, hemos vivido, como se dice, en la oscuridad en materia de polĆtica exterior.Ā
Un problema adicional es que no existen actualmente organismos multilaterales activos como tampoco voluntades polĆticas interesadas en encontrar soluciones a este problema. Como no hay UNASUR, por el momento, ni Alianza del PacĆfico, la CAN estĆ” paralizada. La CELAC demora en reactivarse y, ademĆ”s, paĆses como Ecuador y Bolivia estĆ”n viviendo una crisis polĆtica y econĆ³mica significativa. No hay espacios subregionales o regionales ni instituciones multilaterales, donde se pueda negociar y encontrar una salida colectiva (o multilateral) a esta crisis.Ā
Si bien existen mecanismos, como tambiĆ©n acuerdos internacionales, algunos de ellos firmados por los paĆses andinos, Ć©stos no estĆ”n siendo utilizados adecuadamente. El problema migratorio no es solo humanitario, es tambiĆ©n polĆtico. Y se ha convertido en un tema regional que hoy amenaza la seguridad y la unidad de AmĆ©rica del Sur.
Por Ćŗltimo, hay que seƱalar que mientras los Presidentes LĆ³pez Obrador y Petro prioricen una polĆtica intervencionista al insistir en que vuelva Castillo al gobierno pese a ser un golpista, y el presidente Boric nos siga criticando con el tema de los DDHH y al mismo tiempo promoviendo el ingreso irregular de migrantes al PerĆŗ, y a la vez estos mandatarios sigan sin decir nada (o muy poco) sobre la crisis migratoria que existe en los paĆses andinos (Venezuela, Colombia, Ecuador, PerĆŗ, Bolivia y Chile, y Ā se puede incluir Argentina), no tendremos una salida a este problema en el corto plazo.Ā
En este contexto el gobierno de Dina Boluarte tendrĆa que enfrentar polĆticamente estos problemas externos. Pues se gana muy poco creyendo que el PerĆŗ preside la Alianza del PacĆfico cuando esa presidencia no la reconoce la mayorĆa de sus miembros. La diplomacia no se practica creando ārealidades paralelasā. Tampoco con actos diplomĆ”ticos donde asisten expresidentes y excancilleres de la Alianza del PacĆfico que poco o nada pueden hacer para superar esta crisis. Se requiere, por tanto, salidas realistas y al mismo tiempo polĆticas, que tengan como uno de sus objetivos principales enfrentar el tema migratorio.
Nos debe quedar claro que, si no encontramos una soluciĆ³n en el corto plazo, lo mĆ”s probable es que esta crisis se profundice. Y cree focos de tensiĆ³n en las fronteras con nuestros vecinos. Esto no solamente afectarĆ” nuestra vecindad, tambiĆ©n distanciarĆ” a los paĆses de la regiĆ³n, impidiendo la integraciĆ³n. Asimismo alentarĆ” a los grupos de ultraderecha a proponer soluciones autoritarias frente al tema de la migraciĆ³n y la inseguridad ciudadana. La idea de que basta con expulsar a los āextranjerosā, es decir promover la xenofobia, o que lo que necesitamos es tener un “Bukeleā (presidente salvadoreƱo) para terminar con la crisis de seguridad, que hay que militarizar las fronteras, o restaurar la pena de muerte, solo nos conduce a alimentar salidas autoritarias con incrustaciones fascistoides.
Por eso uno tiene la impresiĆ³n que actitudes como la reiterada crĆtica de Petro al gobierno peruano (se puede incluir tambiĆ©n la de los presidentes de Chile y MĆ©xico) no se debe solo a que considere(n) que este gobierno es derecha o que haya violado la Carta DemocrĆ”tica Interamericana, sino que se relaciona tambiĆ©n con el silencio que mantiene(n) sobre la crisis migratoria, lo que expresa a su vez un desconocimiento de la responsabilidad de su paĆs en este problema. Es parecido al āpresente griegoā que nos acaba de āregalarā Chile al facilitar el ingreso de grandes contingentes de migrantes al paĆs. Es otra manera de decir āese no es mi problemaā.Ā
SeƱalo estos errores y posibilidades porque la forma en que los paĆses abordan la crisis migratoria nos mostrarĆ” el estado de la integraciĆ³n tanto subregional y regional como tambiĆ©n de la democracia.
Por eso, no jugarse por la integraciĆ³n es condenar a nuestros paĆses a democracias precarias. A que sigamos separados y por lo tanto a la marginalidad internacional en estos momentos de transiciĆ³n geopolĆtica a nivel mundial. En este marco es bueno recordar las palabras del desaparecido diplomĆ”tico y ex canciller Carlos GarcĆa-Bedoya. Ćl planteaba la necesidad de un ānacionalismo latinoamericanoā, convencido de āque la forma suprema de integraciĆ³n y que constituye la culminaciĆ³n del proceso integratorio, es la integraciĆ³n polĆticaā.
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