De cómo Pedro Paulet, de niño cuetero y de joven artista, llegó a ser un formidable inventor

Pedro Eleodoro Paulet Mostajo es considerado precursor de la navegación aeroespacial. Aquí la historia de una luminaria arequipeña de la ciencia

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Nació en Tiabaya, distrito de Arequipa, el 2 de julio de 1874. Sus padres fueron Pedro Paulet y Antonina Mostajo y Quiroz. No obstante que su infancia estuvo marcada por la guerra con Chile, de niño Paulet vivía maravillado y obsesionado en descubrir por qué los cohetes de arranque subían raudamente a los cielos, y en todas las fiestas religiosas, cívicas y políticas de Arequipa, en que se expulsan y revientan cientos de esos artefactos, seguía a los coheteros que los fabricaban y prendían, hasta que aprendió a hacerlos y con ellos jugaba. Estudió y destacó en el colegio San Vicente de Paul de nuestra ciudad, que dirigía el memorable maestro francés el Padre Duhamel. A los 15 años de edad, en que ya se conocía de su brillante inteligencia, fue invitado por el Rector de la Universidad San Agustín para que un jurado especial le tomara el examen de ingreso, el cual lo aprobó entre aplausos. En San Agustín estudió simultáneamente Ciencias y Letras. Por ese tiempo diseñó una “girándula motriz”.

En la relación de premiados por el Centro Artístico de Arequipa en 1893 (que doy a conocer en la sección Anécdotas del tomo III de Texao), destaca por la diversidad de premios que obtuvo Pedro E. Paulet, que obtuvo Medalla de Plata en Acuarelas y Pasteles, Medalla de Plata y Mención Honrosa en Monocromos y Dibujos, y Medalla de Oro y Mención Honrosa en Escultura. En la Exposición de 1894 volvió a ser premiado por esculpir un busto del prelado Chaves de la Rosa. Sus triunfos artísticos fueron el preludio de lo que vendría después. En 1894 fue becado por el gobierno de Remigio Morales Bermúdez para estudiar Ingeniería y Arquitectura en el Instituto de Química Aplicada de la Universidad La Sorbona, donde se recibió de Ingeniero Químico con la más alta distinción. Allí también estudió Arquitectura y, lo que es mejor, realizó diversos experimentos que lo llevaron a inventar un motor a reacción, o el motor-cohete espacial de combustible líquido. En 1902, siendo Cónsul peruano en Amberes, Bélgica, diseñó el Avión Torpedo, considerado el primer antecedente de una nave impulsada por cohetes.

Como lo sostengo en el tomo IV de Texao, en 1904, en que regresó de Europa, Pedro Paulet fue quien diseñó arquitectónicamente, hizo el proyecto de ingeniería y dirigió parte de los trabajos de construcción del Hospital Goyeneche. Incluso, en 1908 posiblemente estuvo en el grupo de técnicos que dirigió la prueba del techamiento del hospital. A su regreso también, por encargo del gobierno, organizó y estableció, en Lima, la Escuela de Artes y Oficios con el equipamiento y las ideas pedagógicas más modernas de su época, por lo que debemos considerarlo el fundador de la educación técnica en nuestra patria. Aproximadamente siete años después volvió a Europa, donde se desempeñó como consultor de diversas empresas industriales, retomó su

carrera de diplomático, siguió desarrollando sus investigaciones para perfeccionar su invento y buscó interesados en financiar su construcción. Como en 1927 Charles Lindbergh logró volar de New York a París en 33 horas y 30 minutos, frente a lo cual el austriaco Max Valier propuso un proyecto de una nave “empujada por cohetes de combustible líquido” que batiría ese récord, ya que estaría capacitada para hacer el recorrido señalado en una hora; Paulet difundió en alemán una carta en la que aseguraba que, tres décadas antes, él había diseñado un avión-cohete superior, y estaba buscando financiamiento para poder fabricarlo.

En Wikipedia resumen del siguiente modo sus aportes a la investigación aeroespacial en los años del cambio del siglo del XIX al XX: “El primer dispositivo diseñado por Pedro Paulet consistió en una rueda de bicicleta provista de dos cohetes, alimentados por tubos unidos a los radios, por los que la carga venía de una especie de carburador fijo, colocado cerca del eje, con un anillo de agujeros por donde entraba la mezcla explosiva a dichos tubos, cada vez que su boquilla pasaba por uno de los agujeros. El diseño se asemeja a las turbinas hoy utilizadas por los aviones de reacción. Estudió mucho el desplazamiento del calamar, con lo cual le dio la idea de la creación de la masa química para crear el desplazamiento a propulsión a chorro, masa que inventó y que actualmente usan los cohetes espaciales, incluso este invento basado en el calamar se difundió en una estampilla del correo estadounidense con el sello de la “NASA” en el año 1974 al cumplirse 100 años de su natalicio.

Pedro Emilio Paulet Mostajo (se equivoca Wikipedia, sus nombres fueron Pedro Eleodoro) tuvo la certeza de haber encontrado en el cohete el motor insuperable para toda clase de vehículos y especialmente para los aéreos, aunque modificando totalmente la estructura y la forma de los aviones conocidos en ese entonces. Frente a los motores a vapor, eléctrico y de explosión que eran los más avanzados al principio del siglo XX en materia de locomoción mecánica, Pedro Paulet ya había logrado dise- ñar y construir un motor que superaba dichos motores mediante la utilización de fuerzas explosivas retro-propulsoras de cohetes. El “avión torpedo” que posteriormente Paulet prefiere llamar “autobólido” estaba diseñado en base a su motor a reacción y poseía una forma de “punta de lanza”. Esta nave aeroespacial tenía un espacio interior adecuado para una tripulación, revestido a su vez en su parte externa con una capa de material resistente a las condiciones del espacio y de la atmósfera. Paulet eligió el diseño esférico de la cabina debido a que él consideraba que ésta forma geométrica es más resistente a las presiones externas producidas por el medio ambiente y porque a su vez permite una completa libertad de movimiento a la tripulación. Así mismo el diseño consideraba el uso de paredes térmicas y la producción de electricidad para el instrumental por medio de baterías termoeléctricas. La nave espacial diseñada por Pedro Emilio Paulet Mostajo estaba basada en principios completamente diferentes a los conocidos en ese entonces. La nave de Paulet no tenía alerones, un fuselaje con

alas de avión tradicional, un motor a gasolina, ni tiene hélices. La nave estaría construida de una esfera de aluminio con un interior de acero, con unas medidas de 3 metros y medio de largo por dos y medio metros de ancho. La propulsión de cohetes cayó en completo desuso por un tiempo, de tal modo que ni los mismos aviadores tomaban en serio a los nuevos ingenieros de planeadores con motor de hélice. En esta época la industria aeronáutica recién comenzaba, y a las personas no les interesaba la teoría, sino los resultados prácticos. En 1902 el físico-matemático ruso Konstantin Tsiolkovsky, uno de los precursores de la astronáutica diseñó una nave a retropropulsión para viajes interplanetarios guiándose en los diseños y el prototipo denominado “Autobólido” que en 1895 había diseñado Pedro Paulet Mostajo. Asimismo en 1912, el profesor estadounidense Robert Goddard y el científico alemán Hermann Julius Oberth (en 1923) perfeccionaron sus motores experimentales en base a la concepción inicial de Paulet.” (Fin del resumen de Wikipedia).

Paulet, hasta su muerte en la Argentina el 30 de enero de 1945, buscó que el Perú, o alguien, le otorgara el dinero suficiente para la construcción de su nave. Murió cuando se desempeñaba como consejero comercial de la Embajada del Perú en la Argentina. Meses después de su muerte las fuerzas norteamericanas capturaron a Von Braun, Rudolph y otros científicos alemanes, que lustros después construyeron para la NASA el Saturno V, parte del programa Apolo, que puso al hombre en la Luna en 1969.

Justamente, Wernher von Braun, director de la NASA y del primer vuelo tripulado a la Luna, reconoció que los diseños e inventos de Paulet ayudaron a que el hombre llegara la Luna y, desde entonces, se lo admira y proclama mundialmente como un pionero de la navegación aeroespacial o el padre de la aeronáutica moderna.

Muchos años después en que le preguntaron cómo así le nació el interés por estudiar y experimentar estos temas, Pedro Paulet respondió: “En mi ciudad natal (Arequipa), edificada con lava de un activo volcán, no hay miedo a mayores incendios, por lo que los cohetes constituyen la obligada diversión en toda fiesta. Desde mi niñez aprendí a confeccionarlos, atando algunas veces a sus ´guías´, redecillas con objetos.”… “ya en Europa y estudiando en el Instituto de Química Aplicada de La Sorbona de París, me sedujo más que ninguna la obra del gran químico Marcelin Berthelot, sobre las fuerzas de las materias explosivas”.

Felizmente que en los años de la infancia de Paulet las autoridades de Arequipa no eran como las que tenemos hoy en día que les es más fácil prohibir el uso de pirotécnicos (y más rentable por las coimas, decomisos y autorizaciones), que educar a las personas que quieran usarlos, entrenar a sus fabricantes y acondicionar terrenos con las medidas de seguridad del caso para que se elaboren. Arequipa, una ciudad y población tradicionalmente cuetera, se puede dar el lujo de haber sido la cuna de Paulet y haber incentivado su imaginación científica y tecnológica, con su tradición

cuetera, como ya lo hubieran querido hacer otras ciudades cueteras del mundo: Valencia y Alicante en España y no sé qué otras ciudades especialmente en la China, donde hace más de quinientos años, durante el reinado de la dinastía Ming (1368- 1644), se inventó la fabricación de cohetes.

Pedro Paulet fue un sabio que desarrolló su talento en múltiples facetas de la actividad creativa del ser humano y, en todas brilló: Arquitecto, Ingeniero, Mecánico, Químico, Economista, Geógrafo, Dibujante, Pintor, Escultor, Diplomático, Escritor, Maestro, Fotógrafo, Periodista, Conferencista, pero, por sobre todo, fue un inventor. En homenaje a Pedro Paulet Mostajo, el 2 de julio (día de su nacimiento) se celebra en el Perú el “Día Nacional de la Aeronáutica”.

Juan Guillermo Carpio Muñoz

Texao. Arequipa y Mostajo. La Historia de un Pueblo y un Hombre

Tomo VI. Págs. 396 – 399.

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