El 1 de septiembre del 2000 se publicó la edición N° 19 del semanario el Búho. Aquí se analizó la deficiente gestión que el entonces Instituto de Infraestructura Educativa (INFES) efectuó en la construcción de colegios en Arequipa.
La readecuación de la infraestructura del Colegio San Agustín en Hunter ha puesto en la mira una vez más la calidad de la construcción maratónica de estas obras que han durado lo suficiente como para sostener una campaña Ahora, como la prioridad no son los votos, se rehace aquello que mal se hizo: poner cimientos, columnas y vigas en donde supuestamente ya existían.
Escriben: Paola Donayre, Lourdes Zanabria
En Abril de 1992, como con orden de demolición, el ingeniero Alberto Fujimori se trajo abajo todas las instituciones que existían hasta la fecha. En su lugar hubo de levantar otras, cuyas estructuras parecen tan débiles como los edificios que se construyeron. El Instituto de Infraestructura Educativa, INFES, es una prueba de ello.
Desde los cimientos en los colegios de Arequipa
FONCODES y PRONAA, instituciones creadas bajo el pretexto de canalizar la ayuda social, se convirtieron en piezas fundamentales de la maquinaria reeleccionista. Y mientras éstas se ocupaban de los alimentos y las carreteras; el INFES se encargo de la construcción a mansalva de centros educativos en todo el territorio nacional; obras que a su turno también cumplieron con la truculenta misión de llevar a Fujimori por segunda vez al sillón presidencial.
Como si se quisiera romper un récord de Guiness. El anuncio de la inauguración de un colegio por día fue el plato de fondo de más de un mensaje presidencial del año 94; y sirvió como carta de presentación a la que todos los recalcitrantes fujimoristas recurrían, cada vez que se hacía más notoria la crisis económica por la que atravesaba el país.
Pero, cuando aún se escuchaban los ecos de los estruendosos aplausos fujimoristas, la naturaleza se encargó de desbaratar su efímera victoria. El terremoto de Nazca trajo abajo las modernas estructuras que todavía olían a pintura fresca. Como era de esperarse, los medios de comunicación oficialistas no hicieron mayor eco a las denuncias presentadas.
El problema sin embargo no quedó allí. Esta situación obligó al INFES a revisar sus edificaciones, es decir más de 2 mil centros educativos se atendieron con infraestructura a nivel nacional. Como resultado de tal revisión, se ha decido iniciar la readecuación de la mayoría de los colegios que fueron construidos maratónicamente. La excusa: el retraso de la aprobación de una norma de construcción.
Entre cada piso no existían soportes de fierro. Al corregirse el error, algunos muros se están convirtiendo en placas de concretos
Nada en concreto en Arequipa
Los proyectos con los cuales se levantaron los colegios de INFES, se plantearon a principios de la década. La ejecución de las obras se realizó entre el 94 y 95, al mismo tiempo que un cambio de normas de construcción se estaba gestando. Es decir, que con un cambio ad portas, la decisión política fue seguir levantando edificaciones que no se ajustaban a los nuevos criterios de sismo resistencia; con las intenciones de cumplir una promesa electoral.
Esto explica los graves daños producidos en las estructuras debido a la frecuencia de los movimientos sísmicos. Causa intriga que otras edificaciones, como las de la Universidad Nacional de San Agustín (Arequipa), si hayan obedecido a resultados técnicos de estudio de suelos, considerando sobre todo que Arequipa es zona de constantes movimientos telúricos.
Esta situación se agrava aún más si se toma en cuenta que un solo proyecto se aplicó en todo el país, sin tomar en cuenta las diferencias de clima y suelos. En otras palabras, con las mismas características que se construyó en la costa, se hizo en la sierra y selva, como esperando que la naturaleza siempre estuviera de su lado.
Modernización educativa con fractura
El 20 de mayo de 1995, año que fue llamado de la “modernización educativa”, INFES hizo entrega del colegio San Agustín, ubicado en la Urbanización Popular de Interés Social (UPIS) Paisajista del distrito de Hunter. La obra demandó una inversión de 588 mil nuevos soles, cifra muy por debajo del precio base que fue fijado en 736 mil.
El terreno lo donó el municipio distrital. El plantel se levantó cuando era jefe zonal de INFES, José Luis Rivera quien designó como supervisor al ingeniero Javier Rivera, La obra se realizó en cinco meses.
La empresa limeña Coper Contratistas Generales, del ingeniero Amilcar Pérez, fue la encargada de la ejecución en Arequipa, con supervisión del propio INFES, que desde el inicio dio su visto bueno, único control que la ley exige, puesto que las instituciones públicas están exoneradas de solicitar licencia de construcción municipal y de someterse a otro tipo de inspecciones de control externas. Esto significa que pudo o no haber un estudio de suelos o una supervisión constante de la calidad de los trabajos, lo que quizás hubiese evitado la refacción casi total del plantel, trabajos que le cuentan al fisco la no despreciable cifra de 86 mil nuevos soles.
Ya en 1998 algunas grietas comenzaron a aparecer en los muros de varias aulas. Los padres de familia pidieron la intervención de las autoridades. Una inspección por parte de INFES, minimizó el problema y ordenó “tarrajear” las paredes dañadas, con lo que se esperaba sellar el problema. Un año después, Defensa Civil emite un informe que advierte acerca de la debilidad de las estructuras.
Con estos antecedentes, la dirección del colegio decide enviar un nuevo informe a la Dirección Regional de Educación en marzo de este año. Como respuesta recibe una comunicación de INFES, en la que se informa que el colegio se someterá a una llamada “adecuación a nuevas normas peruanas sismo resistentes de construcción”.
Los trabajos comienzan a fines de julio, con la promesa de que los arreglos sólo tomarían un mes. Sin embargo, la empresa constructora José del Carpio Vásquez había firmado un contrato por tres meses, tiempo real para la ejecución de la obra en Arequipa, la misma que comprende según el informe oficial: el reforzamiento de zapatas, cimientos, columnas, muros y vigas de ventanas y puertas. En la práctica, rehacer el colegio.
Algunas de las personas que estuvieron presentes en el inicio de los trabajos aseguran que el Estado de las estructuras era alarmante. Testigos, que por temor prefieren no identificarse, afirman que los cimientos no tenían más de 60 centímetros de profundidad, además de no existir columnas centrales ni vigas y que al momento de levantar los pisos descubrieron que el suelo no había sido nivelado, observando muchos sectores sin relleno.
Tal como han sucedido los hechos, esta versión es difícil de ser comprobada, puesto que durante las dos primeras semanas, los obreros estuvieron trabajando noche y día en el más completo silencio. Por supuesto, los representantes de INFES en Arequipa han negado esta versión que fue publicada por un diario local hace dos semanas.
Cimiento sobre cimiento
De acuerdo con las declaraciones del ingeniero Francisco Ojeda, jefe Zonal de INFES Arequipa, la profundidad de los cimientos para una edificación de tres pisos: como la del colegio en cuestión, debe de alcanzar el metro con 80 centímetros. No obstante, ni siquiera la readecuación se ajusta a este criterio: pues a pesar de haber profundizado las zapatas éstas alcanzan un máximo de un metro con diez centímetros, lo que hace suponer que esta readecuación podría necesitar una nueva readecuación dentro de algún tiempo, siempre bajo la cuestionable supervisión del INFES.
Llama la atención que estén colocando columnas al lado de las ya existentes, lo mismo sucede con las vigas tanto de puertas como de ventanas. Recién ahora se está tomando en cuenta la pulgada de dilatación que debe dejarse entre un bloque y otro para soportar las oscilaciones sísmicas. Además, se está colocando fierro en los dinteles y levantando placas de fierro y concreto, como si se estuviera construyendo dentro de la propia construcción.
Otro detalle es el hecho de que el edificio que alberga a más de 500 estudiantes por turno, sólo cuenta con una escalera de acceso. Hecho que también fue cuestionado por el comité municipal de Defensa Civil, mediante un informe escrito en Arequipa; que no ha significado ninguna modificación. De esta manera, los obligatorios simulacros de sismo se convierten en otro glorioso saludo a la bandera.
La factura de la fractura
Así como los defectos de las construcciones suelen comenzar en los cimientos, el origen de este problema bien puede estar en los procedimientos a seguir para el levantamiento de una edificación. Esto se refiere a las formalidades a que están acostumbradas las empresas constructoras que obtienen la buena pro en las licitaciones del Estado.
La construcción de un nuevo plantel comienza con la solicitud que la Dirección Regional de Educación presenta al INFES. Esta iniciativa parte de la inquietud de la población de algún determinado sector que no cuenta con un centro educativo; o que utiliza locales alquilados para el dictado de clases.
Luego de que la solicitud llega a INFES, este organismo eleva el proyecto al Ministerio de la Presidencia el que se encarga de su aprobación; esto después de hacer un minucioso estudio técnico y de elaborar los planos, determinar el tipo de material a ser utilizado y signar el presupuesto. Cumplidos estos requisitos, INFES convoca a licitación pública a nivel nacional.
La licitación no exige que la empresa pertenezca a la misma ciudad en donde se ejecutará la obra; así como tampoco demanda que la constructora cuente con todos los servicios accesorios, lo que deriva en las famosas subcontrataciones, haciendo más complejos los sistemas de control. Es decir que INFES controla a la constructora no tiene control directo sobre la construcción.
Gráficamente, una empresa se encarga de las mezclas, otra de las puertas y ventanas, otra de los pisos, otra de los trabajos de carpintería, otra de las instalaciones eléctricas y otra de las sanitarias. La responsabilidad de todas estas empresas es sólo frente a la contratista; la que se sabe luchará por abaratar los costos.
En estas condiciones y sabiendo que toda edificación tiene garantía de cinco años, cabe preguntarse de quién sería la responsabilidad frente a un hecho fortuito. Para el jefe zonal de INFES, esta interrogante no tiene respuesta, aunque no se debe olvidar que legalmente deben responder tanto la empresa contratista como el propio INFES. Actualmente se ha contratado a seis constructoras sólo en Arequipa, las mismas que se encargan de las cinco nuevas obras proyectadas como paliativo político para el primer semestre del año.
Existen en nuestra ciudad por lo menos otros dos colegios que estarían en las mismas condiciones y que serian sometidos a una readecuación; puesto que pertenecen al “lote” de la pomposa modernización educativa. A pesar de la alerta que esto pudiera significar, ni el Ministerio Publico, ni la Controlaría, y mucho menos la Dirección de Educación se han manifestado.
A decir verdad, sería optimista esperar que lo hicieran, aunque algunos politiqueros ya han puesto sus sucias miradas sobre el asunto; prometiendo intervenir, con lo que esperan lavar sus conciencias y sus nombres tan desprestigiados como INFES.
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