Nueva ConstituciĆ³n: ya dimos el primer paso

"La crisis polĆ­tica, convertida definitivamente en crisis de rĆ©gimen por el sainete golpista de Merino y sus impresentables, llevĆ³ a la calle movilizada a la convicciĆ³n de que no se trata nada mĆ”s de cambiar un gobierno por otro, sino de darnos un orden polĆ­tico distinto"

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Con la puesta en debate sobre la necesidad de una nueva constituciĆ³n hemos dado el primer paso hacia el objetivo de convertir el proceso electoral en el inicio de un proceso constituyente. Como he seƱalado en varias oportunidades, el cambio de constituciĆ³n por una vĆ­a democrĆ”tica, supone un proceso que debe avanzar por etapas que desarrollen la conciencia ciudadana sobre el problema y tengan como punto de llegada la nueva carta magna.

Hace solo unas semanas era una discusiĆ³n de iniciados y pocos le pronosticaban Ć©xito. Pero la movilizaciĆ³n juvenil de mediados de noviembre de este 2020 puso el reclamo en el grito de miles de jĆ³venes. La crisis polĆ­tica, convertida definitivamente en crisis de rĆ©gimen por el sainete golpista de Merino y sus impresentables, llevĆ³ a la calle movilizada a la convicciĆ³n de que no se trata nada mĆ”s de cambiar un gobierno por otro, sino de darnos un orden polĆ­tico distinto. Como suele suceder en estos casos, dĆ©cadas de lucha por una nueva constituciĆ³n, desde los aƱos en que denunciĆ”bamos la farsa del referĆ©ndum constitucional de 1993, con el ComitĆ© por el No con Gustavo Mohme Llona a la cabeza, finalmente se resumen en el anhelo de los jĆ³venes de hoy por vivir, no sĆ³lo en un paĆ­s mejor sino con un marco legal que ayudara a realizarlo.

Aceptado el tema en el debate pĆŗblico, entramos a un momento constituyente, el momento de conciencia sobre la necesidad del cambio constitucional, que va mĆ”s allĆ” de los calendarios electorales y la voluntad de los gobernantes. Por mĆ”s que Ć©stos y otros se opongan al cambio, este ya se encuentra en agenda; y difĆ­cilmente, salvo por alguna tentaciĆ³n autoritaria o una derrota catastrĆ³fica de los sectores progresistas, se podrĆ” sacar de la misma.

Dado este primer paso, el segundo es definir mecanismos. De allĆ­ la convocatoria a una segunda urna el 11 de abril que se realizan las elecciones generales. Las preguntas en ese caso a la ciudadanĆ­a son dos, si desean una nueva constituciĆ³n y cuĆ”l quieren que sea el mecanismo; si una asamblea constituyente o un congreso con facultades constituyentes. La segunda urna el 11 de abril es muy importante, no sĆ³lo por el costo de las consultas, sino por la oportunidad para darle al pueblo la capacidad de decidir sobre el porvenir de la crisis de rĆ©gimen.

Puesto el tema en agenda son pocos los que se oponen. La derecha mƔs recalcitrante que todos estos aƱos ha vetado, vƭa la Confiep, cualquier planteamiento de reforma (acordƩmonos los tƭmidos esfuerzos de Henry Pease durante el gobierno de Toledo), no dice hoy esta boca es mƭa. Las dos derrotas sufridas con la negativa del voto de confianza a Pedro Cateriano en julio; y la caƭda del golpista Merino en noviembre, tienen a este sector con las barbas en remojo. Hasta El Comercio acepta que debe haber alguna reforma menor al texto de 1993. Incluso Julio GuzmƔn, para no perder la ola, acepta que se consulte el tema el 11 de abril. En sintonƭa con su lƭder, el propio Francisco Sagasti corrige un dicho inicial contrario y ahora seƱala que hay que debatir una reforma constitucional. Indudablemente se ha ganado terreno.

El argumento de la tecnocracia constitucional que se ha desarrollado a la sombra del orden neoliberal, nos dice ahora que la constituciĆ³n solo podrĆ” cambiarse por los mecanismos que seƱala el propio texto 1993. Pero esa no es la Ćŗnica ni la mejor vĆ­a. Primero, porque ceƱirse al texto actual no toma en cuenta que la carta de 1993, esta viciada de origen. La hizo un ā€œCongreso Constituyente DemocrĆ”ticoā€ producto de un golpe de estado y elegido, por ello, en condiciones de dictadura. AdemĆ”s, el referĆ©ndum ratificatorio que se convocĆ³ al efecto fue fraudulento. El Dr. Juan ChĆ”vez Molina, miembro del Jurado Nacional de Elecciones de entonces, denunciĆ³ el fraude y cĆ³mo se produjo el cambio de resultados en su libro ā€œMis votos singularesā€, publicado a la caĆ­da de Fujimori. 

Otro argumento, recurrente en estos aƱos de neoliberalismo, pero ahora sin asidero ninguno, es que esta constituciĆ³n habrĆ­a permitido un gran progreso para el PerĆŗ. Cierto que entre 1990 y 2019 nuestro PBI se multiplicĆ³ por tres, sin embargo, la desigualdad sigue por encima de 0.7, en el Ć­ndice Gini ; segĆŗn recĆ”lculo de GermĆ”n Alarco y el trabajo con derechos, insistĆ­a Julio Gamero, nunca pasĆ³, siendo generosos con los nĆŗmeros, del 28% de la PEA. Claro que esa estadĆ­stica ha volado con la pandemia y nuestros ā€œsĆ³lidos fundamentos macroeconĆ³micosā€ se han hechos trizas dejando todo a los vaivenes del mercado.

AdemĆ”s, a diferencia de las dos Ćŗltimas constituciones, hechas para salir de una dictadura, la de 1979 y para entrar en otra, la de 1993; esta serĆ­a debatida y aprobada en democracia, justamente para democratizar la precaria democracia en la que vivimos. Por eso, tiene total validez devolverle la palabra al pueblo soberano para que decida si quiere una nueva constituciĆ³n y por quĆ© mecanismo la desea.

Sobre esto Ćŗltimo se abre la interrogante, si reforma, parcial o total, por la vĆ­a del Congreso o una Asamblea Constituyente. En este punto es cierto que la decisiĆ³n sobre el mecanismo no es sĆ³lo un tema tĆ©cnico de cĆ³mo se hace una constituciĆ³n (constitution making); sino polĆ­tico, de quĆ© correlaciĆ³n de fuerzas se tiene en el momento adecuado. Personalmente me inclino por una Asamblea Constituyente para hacer una nueva constituciĆ³n, cuya convocatoria salga de un referĆ©ndum. La segunda urna ya propuesta, para que haga un trabajo especializado y paralelo al del Congreso; sin necesidad de mezclarse hasta donde le sea posible en los vaivenes de la discusiĆ³n parlamentaria y posteriormente su producto final tambiĆ©n aprobado por referĆ©ndum.

El de nueva constituciĆ³n es entonces un planteamiento serio y maduro con casi treinta aƱos de debate y mucha reflexiĆ³n al respecto. QuizĆ”s no haya en la historia del PerĆŗ un debate constitucional tan maduro y necesario como este. Toca ahora hacer sĆ­ntesis de lo recorrido y tener la creatividad de recoger lo que surge del pueblo movilizado; asĆ­ como de la reflexiĆ³n Ćŗltima sobre esta crisis de rĆ©gimen que ojalĆ” encuentre sin prisa, pero sin pausa, una salida que le traiga mayor democracia y bienestar al pueblo peruano.

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