Historias de Arequipa: anécdotas taurinas III

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CON PERMISO DE LA AUTORIDAD COMPETENTE, BRINDO A LOS AFICIONADOS DE AREQUIPA LA SIGUIENTE CORRIDA. . . DE PLUMA, CON 8 ANÉCDOTAS DE MUERTE

A mi padre Oscar Carpio Arias (+), quien me inició en esta afición taurina.

A mis amigos Samuel Lozada Tamayo, Goyo Menaut y Antonio González Polar, quienes comparten su exquisita sensibilidad taurina conmigo.

III. ¡OLÉ! . . .¿HASTA CUÁNDO ESPERAMOS PUÉ?

La plaza de toros de Miruched y Keller –que como llevo dicho fue edificada en 1890- estuvo en servicio hasta el tercer año del siglo veinte. En 1907, el comerciante italiano Luis Enrique Oldrati, quien tenía ya larga residencia en nuestra ciudad y con negocios en Cusco y Puno, contando con el apoyo de su hermano Carlos, decidió edificar una plaza de toros en la Av. Tacna y Arica.

Y don Enrique era no solo soñador, sino que tenía el mágico empeño de realizar sus sueños. Así pues, en enero de 1908, con un presupuesto de treinta mil soles ya estaba en construcción la nueva plaza de toros. Contaba con la licencia municipal respectiva por la que don Enrique pagó 5 soles. Se niveló el redondel y se comenzó a levantar una hermosa planta con gradas en cantería. Se corono todo con un hermoso maderamen, que con altas y delgadas columnas sostenía un balcón techado, sobrio y grande.

A vista de las fotografías que de la Plaza Oldrati he conseguido, así como de los testimonios orales que he podido recoger de quienes la conocieron, puedo afirmar que el “ángel” taurino de la edificación era precioso. La Plaza Oldrati contó con las siguientes localidades: “cuartos” (ubicados alrededor de todo el redondel y debajo de los tendidos. Cada cuarto tenía un cupo de 4 asientos); tendido de sombra; tendido de sol (con sus respectivas “delanteras numeradas”, que hoy llamaríamos barreras). Y palcos (que se ubicaban encima del alto maderamen, techados y con balcones de vista al redondel).

Aparte de las instalaciones para los espectadores que incluían servicios higiénicos y “cantina”, contaba la plaza con los corrales y chiqueros con sus correspondientes altillos para el manejo del ganado. La capacidad total de la plaza era para que más de diez mil aficionados se instalen cómodamente en ella. Por todas estas condiciones, a fines de la primera década del veinte, se reputó a la Plaza Oldrati como una de las mejores de Sud-América.

Para que usted se forme una idea de la magnitud de su capacidad en la Arequipa de la época, permítame hacer dos comparaciones. En las instalaciones de esta plaza de toros cabían más del 10% de la población total de la Arequipa de entonces. Es decir, como si hoy contásemos con una plaza de toros para 100,000 espectadores. En esos años la “Plaza de Toros de Acho” de Lima, que era sesquicentenaria, tenía sólo una capacidad de 3 ó 4,000 espectadores.

La plaza de Toros Oldrati se estrenó el martes 28 de julio de 1908, a las tres y 30 de la tarde. Entonces, el trepidar de una corneta puso silencio a los diez mil espectadores que abarrotaban los tendidos. Hicieron el primer paseíllo la cuadrilla dirigida por el famoso diestro gaditano Francisco Bonal (Bonarillo), e integrada por los espadas: Bonal, ya mencionado, y José Cabrera; por los banderilleros: Enrique Vásquez (Montelirio) quien hizo también de puntillero, Juan Giani (El Rubio) y Atilio Cerrutti. El primer cornúpeta que pisó el albero mistiano fue un barroso (que en voz taurina se le llama jabonero) con el nombre de Montonero.

La tarde fue entretenida por los destellos superiores de las faenas de Bonarillo que puso un ovacionado par de banderillas al quiebro. Por el fracaso de Cabrera en el tercero de la tarde que, al no poder matarlo, le metió la espada por los costillares, mientras el público protestaba y arrojaba naranjas al victimario. Se jugaron 9 toros, en realidad sólo fueron 7 los programados (6 de muerte y un embolado para el público). Pero resultando 2 superlativamente mansos fueron devueltos al corral a rumiar su pacifista vocación de bueyes.

A 75 años de la inauguración de la soberbia Plaza Oldrati (ahora en el 2013 en que preparo esta tercera edición, hace 105 años), que fue destruida a los pocos lustros de ser edificada, los aficionados de hoy, que al pie del Misti presenciamos una corrida de toros cada vez que muere un chiguancco a golpes de la campana catedralicia, tenemos que contentarnos con presenciarlas: en la plaza de la Cooperativa 14 de Miraflores (que por chuma y realmente existente tiene el sabor de un aurimelo helado).

Por eso, los aficionados de hoy nos pegamos dos cosas: o de vez en cuando nos “pegamos” un saltito a Lima –milagros de octubre mediante- y abrevamos nuestra sed en la sapiencia de Morante, en la elegancia de Manzanares o en la indescriptible alegría y valor de El Juli. O, de cuando en vez, sintonizamos el canal español TV Toros y vemos en directo las corridas que se realizan en la plaza de Las Ventas de Madrid, en la Maestranza de Sevilla o en otras plazas de primera de la península. Ya pasaron esos tiempos en que íbamos a la Plaza de San Antonio de Yanahuara (única plaza de toros en la historia del mundo taurómaco en que los espectadores arriesgaban muchísimo más que los toreros, al subir a los resecos y cimbreantes palos de gallinero de sus tendidos).

Ahora en el 2013, esta plaza ya se destruyó. Y ya que hablo de desapariciones taurinas también les diré, con mucha pena, que la Peña Taurina de Arequipa, inolvidable centro de tauromaquia, música, poesía, pintura, conversación y un buen traguito, ya desapareció. Si hasta ganas me da subirme al segundo piso del Portal de Flores. Y desde ese palco reservado de la plaza, pedir que suene el clarín del Tuturutu y se abra el toril, para sacarnos el huaccali y gritar a todo pulmón: ¡olé!. .

.¿hasta cuándo esperamos, pué?”.

Felizmente que los arequipas taurómacos que, con nostalgia vemos, que las corridas de toros al pie del Misti ya se fueron. Con, alegría indescriptible celebramos que las arequipeñísimas peleas de toros siguen vigentes. Y lo que es mejor, cada vez mejor ¡Gloria a los lonccos mistianos, de antaño y hogaño, que supieron enmendar la plana a sus tataragüelos españoles y crearon nuestras mestizas y emocionantes peleyas de toros!

(En las citas textuales de esta obra se respeta la ortografía de los originales)

Juan Guillermo Carpio Muñoz

Texao. Arequipa y Mostajo. La Historia de un Pueblo y un Hombre

Tomo IV. Págs. 148 -149

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