Vigencia de Duran Duran

"Lo que hay aquí es pop juvenil, desenvuelto, fresco y embriagador. “Paper Gods” es una provocativa invitación a las pistas de baile. Y uno, claro, ya no tiene 16, sino que bordea peligrosamente los cincuenta, como que ya no está para esos trotes"

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En los ochenta nunca fui muy afecto a los Duran Duran, no sé bien por qué. He escuchado Rio con suma atención unas tres veces y nunca terminé de agarrarle la onda (Seven and the Ragged Tiger y Arena también dieron vueltas por aquí sin mayor trascendencia). Pero, de pura casualidad, cayó a mis manos este “Paper Gods” de 2015 y me dejó muy sorprendido y satisfecho.

Despistado como estaba con la discografía de la banda, por un momento pensé que hallaría en este álbum cosas del estilo “Come Undone” o tipo “Ordinary World”, esos hitazos que estremecieron los noventa, pero no. Lo que hay aquí es pop juvenil, desenvuelto, fresco y embriagador. “Paper Gods” es una provocativa invitación a las pistas de baile. Y uno, claro, ya no tiene 16, sino que bordea peligrosamente los cincuenta, como que ya no está para esos trotes. Los Duran Duran lo saben y te envían guiños sutiles para que no olvides que eres de otra época y para que puedas contonear el cuerpo sin embarazo (porque con Lindsay Lohan simulando cantar “Danceophobia” uno puede confundirse, claro, y tomar por surrealismo lo que es mera estrategia de marketing). En fin, para que pases una apacible noche en la que el goce del carpe diem pueda más que la nostálgica rememoración.

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A lo largo del disco hay constantes alusiones al pop de los ochenta, ese pop sencillo y alegre que no necesitaba de grandes trucos de sintetizadores para ofrecer una melodía pegadiza; pero, a la vez, también hay una apuesta por la modernidad, por un pop sofisticado y vibrante que asienta su estructura en los teclados y el software.

La presencia de divas como Janelle Monáe y de brillantes guitarristas como John Frusciante, acotan ese sentido de modernidad y contemporaneidad que se respira en todo el álbum. Mención aparte se merece la voz y la energía de Simon LeBon que no ha decaído un ápice y que nos hace pensar en nuevas y entretenidas entregas que Duran Duran aún tiene que ofrecer en los próximos años.

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