“Hoodoo Man Blues”: Un disco esencial de Junior Wells

"Huyendo de la segregación y de la discriminación (cuando no directamente de los linchamientos), seis millones de afrodescendientes se instalaron en las ciudades del norte y cambiaron radicalmente las costumbres musicales de este lado de Norteamérica"

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Para comprender el cambio sustancial que significó pasar del blues del Delta al blues con guitarras eléctricas y amplificadores que se estiló en la primera mitad de los años sesenta, hace falta hacer una revisión histórica de las condiciones de vida de la población negra que se asentó en Chicago (y en otras ciudades industriales florecientes) tras la Gran Migración a principios del siglo XX.

Huyendo de la segregación y de la discriminación (cuando no directamente de los linchamientos), seis millones de afrodescendientes se instalaron en las ciudades del norte y cambiaron radicalmente las costumbres musicales de este lado de Norteamérica. Si cabe mencionar un nombre egregio (aunque tales reduccionismos son siempre peligrosos), sería el de Muddy Waters, viejo tiburón que para 1952 tenía ya su banda montada para Chess records y tenía reclutado, entre otros, a Little Walter. A este portentoso armonicista, Little Walter, precisamente, reemplazará cierta noche de invierno un jovencísimo Junior Wells para escribir su propia historia plagada de éxitos y reconocimientos.

En la contraportada de la edición en vinilo (la contraportada del CD es más escueta) el propio Wells cuenta: “Fui a una casa de empeños y el vendedor tenía una armónica a dos dólares. Aquella semana no fui a la escuela y trabajé todos los días en un camión repartidor de refrescos. Al cabo de esa semana el patrón me dio mi paga: un dólar y medio. ¡Un dólar y medio por una semana de trabajo! Fui a la casa de empeños y le mostré mi dinero al vendedor. Me dijo que no podía vendérmela por menos de dos dólares y se alejó. Entonces yo cogí la armónica y dejé mi dólar y medio en el mostrador. Cuando llegó mi juicio el juez me preguntó por qué lo hice. Le dije que tenía que tener esa armónica. El juez me dijo que la tocara. Lo hice y entonces el juez le dio medio dólar al vendedor y gritó: ¡Caso cerrado!”

No sabemos si es cierta esta historia, pero sí podemos asegurar que “Hodoo Man Blues” es una pieza única, casi un milagro en la historia del blues eléctrico. El tándem Junior Wells – Buddy Guy haría después muchísimos discos y esos dos nombres estarían invariablemente unidos en la mente de los amantes del blues, pero ninguno de sus discos posteriores capta la fuerza ni la magia que se estaba viviendo en aquel año 1965. Al año siguiente, la invasión británica atestiguaría la inmensa influencia de “Hoodoo Man Blues” en Cream, en Yardbirds, en la banda de Paul Butterfield, hasta en el flamante electric-man Bob Dylan que, como un púgil avezado, trataba de esquivar los golpes que le llovían por su decisión de encender amplificadores. “Hoodoo Man Blues” es un álbum básico, exquisito, memorable. Ponerlo a medianoche nos transporta, como por un ensalmo, a esos bulliciosos conciertos de blues en la época dorada de Chicago. Salas llenas de humo… y la magia de la música obrando siempre en el corazón.

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