Gloria y loor a la primera edición castellana de “Los Mitos de Cthulhu”

"Sus temores infantiles, la sobreprotección que lo hizo frágil y fácilmente impresionable, su rechazo visceral a lo nuevo, en fin, todas esas taras que leemos en su biografía explican el horror de sus cuentos"

- Publicidad -

Los lectores de habla hispana le debemos a Rafael Llopis la magnífica primera edición en nuestro idioma de “Los Mitos de Cthulhu” (Alianza Editorial,1969), la saga lovecratiana que es piedra angular del maravilloso y desquiciado edificio que es la literatura del prodigio de Providence.

Quien quiera adentrarse en los mundos pesadillescos de Lovecraft y -sobre todo- quien quiera comprender la génesis y el devenir de esa heroica creación mitológica, tiene que pasar por estas páginas. Llopis ha tenido el cuidado de dividir los relatos en tres partes: Los Precursores (cuentos de autores que influyeron en Lovecraft y que fueron perfilando su universo de horror primigenio: Lord Dunsany, Ambrose Bierce, Arthur Machen…), Los Mitos (relatos de Lovecraft y de autores del llamado “Círculo de Lovecraft”: Clark Ashton Smith, Robert Bloch…) y Mitos Póstumos (que incluye relatos de autores en quienes Lovecraft ejerció una influencia notable: August Derleth, Ramsey Campbell…).

El cuento de terror (que a mediados del siglo XX seguía arrastrando maneras y temáticas dieciochescas) cambió definitivamente con Lovecraft. Esos mundos oníricos -y sin embargo tan reales- de dioses primigenios que acechan desde las estrellas para volver a regir el universo, pueblan nuestros sueños y son el correlato evidente de la angustia del hombre moderno en el siglo XXI.

El primero que se adentró en ese mundo de horror cósmico y sagrado fue, sin duda, Lovecraft. Sus temores infantiles, la sobreprotección que lo hizo frágil y fácilmente impresionable, su rechazo visceral a lo nuevo, en fin, todas esas taras que leemos en su biografía explican el horror de sus cuentos. Resulta muy significativo que uno de los relatos que siempre lo impresionó fue “Annabel Lee” de Poe. A pesar de que, con el tiempo, Lovecraft fue dejando atrás su gusto por la narrativa gótica y asimilando el relato verosímil, realista, con toques de “science-fiction”, nunca olvidó a aquella “mujer muerta junto al mar”. Y es que él mismo, con su amor al pasado, con su reticencia a aceptar la realidad de una Norteamérica cambiada, con nuevos valores y con ingentes cantidades de inmigrantes; él mismo era el cadáver putrefacto de Annabel Lee. La asunción de esa identidad es clave para entender sus relatos.

Síguenos también en nuestras redes sociales:    

Búscanos en FacebookTwitterInstagram y además en YouTube.

Autor

Suscríbete a La Portada

Recomendación: Antes de iniciar la suscripción te invitamos a añadir a tu lista de contactos el correo electrónico [email protected], para garantizar que el mensaje de confirmación de registro no se envíe a la carpeta de correo no deseado o spam.
- Publicidad -

Artículos relacionados

Últimas noticias