Julio Cortázar en sus cuentos

"En Cortázar lo fantástico no se erige como un género en sí mismo, sino como una irrupción soterrada y lenta que va consumiendo lo real hasta convertirlo en espejo de lo irreal"

- Publicidad -

Los cuentos de Julio Cortázar son un territorio de solaz e intimidad a donde es posible entrar cada vez que el tedium vitae nos abrume. Un ameno espacio en donde el juego, la placentera elucubración sin fines útiles y las pesquisas callejeras están a la mano, como memorias fijas que sólo la felicidad puede prohijar. En cambio, en sus novelas, me parece que ya no está presente el mejor Cortázar. Nada digamos del “Libro de Manuel”. Pero es que “Rayuela”, que fue brújula y Libro de Horas para mi generación, hoy es la estrafalaria odisea de un señor mayor que necesita una urgente deconstrucción.

Los avatares filosóficos de Oliveira, su soledad, sus planteamientos ontológicos, todo su “sachverhalt”, funcionaba en los sesenta y creo que funcionó incluso en los primeros años de los noventa. Hoy, el decadentismo de Oliveira se estrella contra las nuevas posturas e ideologías de un mundo postmoderno, completamente distinto al de los sesenta, en el que mucho tuvo que ver la imagen del flâneur (Oliveira), caro a Sartre o a Camus, por vía Kierkegaardiana.

Sin embargo, los cuentos, la verdadera especialidad de Cortázar, al no tener pretensiones filosóficas (o al tener las justas) y por su exacta dimensión, no han envejecido un ápice. Quizá se deba al hecho de que Cortázar, con justo criterio, haya primado lo fantástico sobre lo político o circunstancial. En Cortázar lo fantástico no se erige como un género en sí mismo, sino como una irrupción soterrada y lenta que va consumiendo lo real hasta convertirlo en espejo de lo irreal. Lo cotidiano y natural deviene en ensoñación y fantasía, pero no por artes taumatúrgicos sino por develación. Es decir, Cortázar devuelve la realidad a su reino original, el de la fantasía.

Su mirada (piénsese en esos ojos suyos, grandes y atentos como los de un gato ensimismado) es la del primitivo que ha contemplado por primera vez el fuego o la del filósofo milesio que por primera vez descubre la impecable geometría de la razón. La mirada extasiada del curioso avant la lettre.

Uno de los cuentos que me sigue maravillando como la primera vez es “El otro cielo”. Es inolvidable la confesión de aquel hombre que, abandonando su vida matrimonial, se lanza a aquel París que amó en su soltería, “quizá porque los pasajes y las galerías han sido mi patria secreta desde siempre”. El ritmo de la narración, su carácter intimista, su invitación a recorrer los vericuetos de París como quien transita un territorio de ensueño, los vínculos entre la realidad contada y la realidad aludida en el relato, esa sensación de aguas pasadas, de hechos consumados que se analizan y se colocan bajo diferentes lentes… Todo eso es lo que más amamos de Cortázar. Un indispensable en cualquier biblioteca.

Síguenos también en nuestras redes sociales:    

Búscanos en FacebookTwitterInstagram y además en YouTube

Autor

Suscríbete a La Portada

Recomendación: Antes de iniciar la suscripción te invitamos a añadir a tu lista de contactos el correo electrónico [email protected], para garantizar que el mensaje de confirmación de registro no se envíe a la carpeta de correo no deseado o spam.
- Publicidad -

Artículos relacionados

Últimas noticias