Evelyn Waugh en sus cuentos: Un maestro del humor cruel

"Waugh fue el cornudo profesional, primero, y el malhumorado coronel, después. Entendió que sólo una parodia de sí mismo haría soportable su presencia a los demás"

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Para mí, que soy casi un obseso por la literatura de humor, los “Cuentos Completos” de Evelyn Waugh han sido una fiesta total. Precisamente en sus cuentos, Waugh hace gala de todo el sarcasmo y de todo ese esnobismo muy inglés que lo caracterizó. Quiero decir, en sus cuentos se hallan concentradas esas cualidades de manera más evidente y gozosa, más aun que en sus novelas.

RBA ha reunido, en su edición de 2011, los cuentos de Waugh dividiéndolos en tres partes: los cuentos propiamente dichos, los relatos de juventud (una sección quizá prescindible) y los relatos de Oxford, que por su temática y elaboración han merecido un lugar aparte. Si quisiéramos con una palabra describir el humor de Waugh, creo que esa palabra sería “cruel”. Creo que ese rasgo, además, es aplicable al buen humor inglés: un filo de hoja que se complace en ahondar la herida. La herida propia y la ajena.

Waugh (que además era misántropo, lo que añade mayor mérito a su ironía) nos muestra, en despaciosa panorámica, los gestos y hábitos de la clase alta inglesa: caballeros y damas de vida ociosa aletargando sus vidas en aristocráticas casas de campo, en elitistas instituciones educativas y en cruceros donde reina el despilfarro, el jolgorio y la molicie. Su ojo clínico hace una certera radiografía de una clase social anclada en el pasado, incapaz de afrontar la realidad, con terribles neurosis por toda herencia. Allí donde dirige la mirada, nuestro hombre sólo encuentra el mutis de una vida absurda cuando no la impostura en la abyección.

Por supuesto, los dardos envenenados también van dirigidos contra sí mismo: Waugh fue el cornudo profesional, primero, y el malhumorado coronel, después. Entendió que sólo una parodia de sí mismo haría soportable su presencia a los demás. Y se acostumbró a esa “broma” a pesar suyo. Yo diría que su humor fue honesto y despiadado. Llevó la broma a sus máximas consecuencias: hasta hallar esa fina línea divisoria entre el humor y la ofensa humillante. Por eso fue denostado, odiado y temido con la misma intensidad. Y en sus cuentos está esa vena satírica que tanto bien nos ha hecho. A disfrutarlo

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