El verdadero protagonista de NapoleĆ³n, la Ć©pica histĆ³rica dirigida por Ridley Scott, no es el propio NapoleĆ³n Bonaparte, sino el destino, ese poderoso oleaje de las fuerzas de la historia que lo empuja hacia adelante. La pelĆcula es el espectĆ”culo de una fuerza invisible que lo mueve todo: hace caer la cabeza de una mujer orgullosa, agita a las masas anĆ³nimas y de pronto surge un hombre, NapoleĆ³n, que se alza como solista principal en la gran orquesta del destino.
Este hombre sabe que es humano, que no puede resistir el amor por una mujer tĆ³xica, pero tambiĆ©n es plenamente consciente que es algo mĆ”s que humano: es un gran personaje histĆ³rico que tiene una cita con el destino, la obligaciĆ³n de dar una forma prodigiosa a la historia. Asume este papel con una firmeza casi estoica, marchando sin mirar atrĆ”s.
Las escenas de las grandes batallas, especialmente la de Austerlitz, son de una terrible belleza. La crudeza de la guerra contrasta con la compostura de NapoleĆ³n, quien observa el campo de batalla con frialdad militar. Con la mirada un tanto abstracta propia de los acostumbrados a ver panorĆ”micas. Destacan tambiĆ©n las sĆ³lidas interpretaciones de Joaquin Phoenix en el papel protagĆ³nico y Vanessa Kirby como la voluble Josefina. Ambos transmiten muy bien la desenfrenada complejidad de estos personajes histĆ³ricos.
Sin embargo, la recepciĆ³n crĆtica de la pelĆcula ha sido violentamente contradictoria. Al espectador medio le cuesta empatizar con NapoleĆ³n, un personaje tan cerebral, y por eso sale algo desconcertado de la sala de cine. ExtraƱa mĆ”s drama personal, mĆ”s acceso a la intimidad del corazĆ³n del protagonista.
Las crĆticas negativas se han centrado en la falta de rigor histĆ³rico de la pelĆcula, olvidando que es esencialmente un film de ficciĆ³n. Una obra que usa las anĆ©cdotas al servicio de una propuesta artĆstica. Sin embargo, ciertas crĆticas se pueden explicar al recordar que en tiempos de NapoleĆ³n el principal enemigo de Francia era Inglaterra. Por eso, una superproducciĆ³n sobre este periodo realizada por el director britĆ”nico Ridley Scott y protagonizada por el actor estadounidense Joaquin Phoenix ha resultado un bocado algo indigesto para muchos franceses. Especialmente Ć”spera les resulta la decisiĆ³n de que los soldados franceses griten Ć³rdenes y arengas bĆ©licas en inglĆ©s. Para la audiencia gala, esto despersonaliza a sus antepasados, les arrebata su idioma, que es tan definitorio de la identidad francesa.Ā
En definitiva, NapoleĆ³n es una superproducciĆ³n magistral desde el punto de vista artĆstico y visual, que apuesta por una cierta frialdad y distancia emotiva respecto a su complejo protagonista. Ridley Scott se centra en espectacularizar el grandioso choque de fuerzas histĆ³ricas que lo catapultaron al poder, pero se muestra menos interesado en bucear en su interior. El resultado es Ć©pico, pero no Ćntimo. Su profundidad estĆ” no en un humano en particular, sino en eso que mueve a todos los humanos. Y todo lo que rodea a todos los humanos.