Arequipa: La historia del Puente Grau cuyas funciones nunca se apagan
De cómo fue posible culminar una obra emblemática para la ciudad, en un texto de Juan Guillermo Carpio Muñoz
De cómo fue posible culminar una obra emblemática para la ciudad, en un texto de Juan Guillermo Carpio Muñoz
Arequipa no podía quedarse sin “su Chorrillos” y Mr. Flint realizó una serie de mejoras en Mejía para convertirla en el balneario arequipeño
El siguiente texto fue escrito en homenaje a la persona y trayectoria del historiador de Arequipa, por su viuda Maygualida Pérez, con ocasión de recordarse un año más de su partida.
«Gamarra y Manzaneda ¿serían de Arequipa o de Sodoma?… ¡altos juicios de Dios!, decía mi agüela, al mismo tiempo que se santiguaba por siaca»
Como por encanto, en los sucesos del 25 de octubre, desapareció el piano del colegio. En los primeros días de noviembre, el local provisorio del Independencia fue ocupado por los soldados chilenos
Alejandro y Eduardo López de Romaña y Alvizuri, cuando sólo tenían 14 y 12 años de edad, fueron enviados por sus acomodados padres a estudiar en un colegio jesuita de Inglaterra
«Benavides y Haya se entendieron, aunque mutuamente se neutralizaron: Haya sacó la promesa de Benavides de no ser candidato y Benavides se lo prometió siempre y cuando que Haya tampoco fuese candidato. Los dos cumplieron y, meses más tarde, convinieron en proponer y apoyar como candidato presidencial a Bustamante y Rivero»
«A´ura veyamos y ejemplifiquemos el otro caso: que en Arequipa se ha procedido como el mono y, por imitación, se ha hecho o se ha puesto un nombre a un lugar urbano porque Lima lo tiene. Se trata del callejón El Buque, o Callejón del Buque»
«Así, los más pitucos a emocionarse con las carreras del Hipódromo de Porongoche, en que se corrió, ¡nada menos que el clásico Presidente de la Republica! Los catedráticos y estudiantes universitarios agustinos a hablar sobre la Vía Láctea, intelectuales teniyan que ser. Los milicos, con sus soldados en tropas, haciendo maniobras en Paucarpata, Sabandía, Characato, Mollebaya y Pocsi, dizque festejando la exaltación al poder de Leguía por enésima vez. ¡Ay, Mamita de Chapi!»
«han sido incontables las veces que en mi larga vida he consultado libros, periódicos y revistas por mañanas, tardes y días enteros, atendido gentilmente por sus directores: Azálgara Ballón, Manuel Calienes, Pepe Ruiz Rosas»
La Belle Èpoque Arequipensis, incluso, se dio el lujo de ser más extensa que la europea, pues si en el viejo mundo fue un período que comprendió la última década del siglo XIX hasta 1914, la nuestra fue de 1870 a 1929.
«Ramón Castilla fue el militar y político peruano más importante y exitoso del siglo XIX, sin lugar a dudas; sin embargo, su comportamiento para con el pueblo de Arequipa fue: desafortunado, ingrato, salvaje, sangriento»
«la oposición política al gobierno liberal de Prado presionó y consiguió que el 28 de julio de ese año, el gobierno dictatorial convoque a elecciones presidenciales y parlamentarias»
«Nadies nos va a ganar a los arequipeños en inventiva. Nosotros, que por nacer y vivir en este oasis que el desierto rempuja contra los gigantes andinos, felices vivimos aislados del resto de la humanidad, desde siempre nos hemos visto en la necesidad de inventarlo todo»
«Algunos se hacían reemplazar la salteña por una papa rellena, pero a nadie se le ocurrió ponerle de nombre: aprista rebelde. Es cierto que un colegio es muchísimo más que un local, pero cada local escolar es un irremplazable cofre de recuerdos mil.»
“Jorge o el hijo del pueblo”, la novela histórica de María Nieves y Bustamante, cuenta los enfrentamientos de Arequipa contra Castilla»
La chichería – o después picantería – es la institución popular de mayor arraigo en Arequipa. Texto de Juan Guillermo Carpio Muñoz-
«¡Francisco Mostajo! Sí, Mostajo, “el diablo”, “el come-cura”, “el descreído”, al que tías, abuela, madre y vecinas le habían enseñado a temer, el único habitante de Arequipa al que era pecado saludar»
«Y la santísima Mamita de todos los arequipeños le respondió a los policiyas: ¡Y ustedes sacúdanse las molleras pa´qu´i´otra no les escapen, por sus redomadas flojeras!»
En Arequipa, entre los abogados, conocimos a eminentes cultores de la poesía: Francisco Gómez de la Torre, José Luis Bustamante y Rivero, Francisco Mostajo, Pedro Germán Delgado, José Pacheco Andía y otros